V

327 32 0
                                    

     Le dolía la cabeza. Había acabado durmiéndose en la incómoda posición que había adoptado y las piernas se le habían adormecido.

     Se había despertado al notar su cuerpo tiritar levemente, sentía las lágrimas secas en sus mejillas y el frío colarse en el interior de su cuerpo por los brazos, el escote y los pies.

     Abrió los ojos despacio sin moverse siquiera de la posición a pesar del dolor en sus piernas y parpadeó varias veces para acostumbrar su vista a la oscuridad. ¿Cuánto tiempo llevaba allí?

- ¿Estás despierta? - Preguntó una voz masculina en apenas un susurro.

     El primer instinto de Evelyn fue salir corriendo, pero la situación y como se encontraba no lo hicieron posible. Escrutó con más detenimiento la oscuridad y reconoció la figura de Kristian frente a ella, agachado a su altura, supuso que era él porque Stefan no le dirigiría la palabra en un tiempo. 

- Me preguntaba dónde estabas. He pensado que querrías recuperar tus zapatos para moverte por palacio. - Explicó el príncipe hablando con calma y mostrándole a Evelyn sus tacones, aunque apenas se distinguían de su figura.

- Prefiero caminar descalza a ponerme eso. - Susurró Evelyn en un hilo de voz, sin saber muy bien qué más decir. ¿Cuánto tiempo llevaría el príncipe allí? No le había escuchado abrir la puerta, ¿Había estado buscándola sólo para devolverle los tacones?

     Kristian sonrió ante el comentario de Evelyn, pero apenas se distinguió en la oscuridad.

- Es bien entrada la noche, ¿Por qué no vas a tu cama para descansar?

     A pesar de que por la falta de luz no se podía diferenciar con claridad las expresiones que ponían ni hacia donde miraban, Evelyn apartó la vista de la silueta del príncipe.

- No quiero ir a mi dormitorio. ¿De qué me servirá de todas formas? Así no tenéis que ir a buscarme cuando deseéis eliminarme.

- No vas a ser eliminada. - Explicó Kristian despacio, dejando los tacones en el suelo y reacomodándose en el sitio.

     A Evelyn le sorprendió escuchar aquello, ¿No iban a eliminarla? ¿Después de lo que había pasado? ¿Acaso le tenían pena?

- He incumplido varias normas.

- Es cierto. Pero Stefan también, impusimos el protocolo de eliminación por algo. Me disculpo por su actitud.

- Soy yo la que debería disculparse. Lo siento mucho alteza, por mi actitud y por haber incumplido las normas en un primer momento. - Evelyn sintió que tenía ganas de llorar al hablar, pero parecía haberse quedado sin lágrimas.

- Disculpas aceptadas, ¿Quieres explicar cómo es posible que hayas podido ver a tu hermano estando en palacio? - Se notaba la autoridad en el tono de voz de Kristian, pero parecía ser mucho más cercano que todas las veces anteriores que habían mantenido conversaciones.

- El padre de Ada Corday es uno de los hombres más importantes de Iretia. Tiene un negocio de telas y, para transportarlas, contrata por cortos períodos a jóvenes de la ciudad, para que puedan trabajar en algo que no sea la construcción. En los últimos viajes que ha hecho a palacio le pidió a mi hermano que trabajase para él. Simplemente coincidimos, yo ni siquiera sabía que venía a palacio. Cuando lo vi no pude evitarlo y salí corriendo hacia él.

- Entiendo. ¿Y dices que ya ha venido más veces? 

- Según me contó había venido un par de veces antes. Si el señor Corday le hubiese dicho de trabajar antes de que el proceso de selección hubiese comenzado, sabría que existiría la oportunidad de encontrarme con él en palacio, pero solo empezó a trabajar para él cuando fui elegida, antes nunca había venido hasta aquí.

- ¿Y el señor Corday había venido antes a palacio?

- Sí, creo que sí.. 

- De acuerdo, gracias por contármelo.

- Usted ha preguntado.

- Stefan también te ordenó marcharte y no lo has hecho. - Kristian no lo dijo con maldad, ni echándoselo en cara; de hecho, estaba sonriendo, pero en la oscuridad de la noche Evelyn no pudo distinguirlo. 

     La seleccionada no dijo nada al respecto, más que nada porque si hablaba sentía que insultaría a Stefan de un modo u otro , y ya había tenido suficientes problemas por un día. 

- Deberías ir a dormir a una cama, para poder descansar. ¿Quieres que te lleve a alguna otra habitación que no sea el dormitorio de las seleccionadas? Hay muchas salas para invitados en palacio. 

     A Evelyn se le relajaron los músculos que tenía tensados al escuchar la proposición. Estaba dispuesta a dormir en la sala de clases si era necesario, aunque si tenía la oportunidad de descansar como era debido en una cama no iba a desaprovecharla. Sin embargo, no quería hacer ni decir nada que pudiese enfadar a Kristian, estaba extrañamente agradable.

- No quisiera molestar. 

- Más molestas quedándote en el suelo o buscando un lugar donde dormir por tu cuenta. 

     El príncipe se puso en pie y le ofreció una mano a Evelyn, mano que la joven tardó pocos minutos en aceptar. Las piernas le cosquillearon con fuerza cuando las estiró y a punto estuvo de volver a agacharse si no hubiese sido por la cálida mano que le sujetaba. 

- ¿Crees poder caminar? - Preguntó Kristian dispuesto a cargarla si era necesario.

     Evelyn vio la idea que rondaba por la mente del príncipe y se sonrojó al imaginarlo. Acabó respondiendo más rápido de lo que pretendía:

- Puedo caminar perfectamente alteza, gracias. 

     Eso sí, pasó los tacones por alto, de todas formas el suelo de palacio estaba que relucía casi todos los días y esos zapatos solo conseguirían que sus pasos fuesen más inestables; ya había hecho el ridículo demasiado esa noche, no podía permitirse caer delante de uno de los príncipes. 

     Kristian asintió con la cabeza y comenzó a caminar, arrastrando a Evelyn sin soltarle la mano. 

     ¿Qué pasaba si alguien les veía? Alguna seleccionada, Stefan o incluso los reyes, ¿podrían echarla? ¿Le castigarían? Intentó acelerar el paso para llegar a cualquier habitación a la que fuese a llevarle Kristian lo más rápido posible. 

     Subieron a la tercera planta y recorrieron largos pasillos, moviéndose por una zona del edificio principal del palacio que Evelyn había visitado tan solo una vez. Le daba la sensación que al despertarse la mañana siguiente podría perderse intentando llegar al comedor, aunque esos eran problemas futuros. 

     No hablaron por el camino y Evelyn lo agradeció, tenía suficiente con las miradas que les lanzaban los guardias que luchaban por permanecer despiertos e inmóviles en los pasillos y frente a ciertas puertas. 

- Puedes usar esta. - Comentó Kristian abriendo una puerta de madera caoba que se encontraba a uno de los dos lados del final de un interminable pasillo. 

- Gracias.

     Se adentraron en la habitación a oscuras y Kristian solo soltó la mano de la seleccionada cuando la hubo acercado lo suficiente a la cama. 

- Si no te molesta, permaneceré un poco, solo hasta que te duermas. - Le explicó el príncipe, acercándose a un sofá que sabía que había en la pared opuesta a la cama. 

     Evelyn simplemente asintió sin saber muy bien qué responder, estaba tan cansada que le daba exactamente igual cuánto se quedase el príncipe en la misma habitación que ella, no es que fuese a hacerle nada, ¿verdad?

     Se tumbó sobre el colchón y le recibieron unas suaves sábanas de seda y una fina manta de pelo tan agradable al tacto que la joven cerró los ojos al instante mientras se relajaba automáticamente. 

     Le picaban los ojos de las lágrimas y todo el rostro a causa del maquillaje, aunque era poco. También le incomodaba el peinado que no se había deshecho y el vestido que no se había quitado. Pero todo eso apenas importaba, se tapó con las sábanas y antes de que fuese capaz de darse cuenta acabó durmiéndose. 

La ÉliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora