cristian y mara se conocen gracias al hermano de la última, nunca cruzaron más de dos palabras pero la tensión entre ambos era palpable. el casamiento de un amigo en común puede cambiar el rumbo de la vida de ambos.
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me había quedado a pasar la noche en la casa de cristian, aunque no de la misma forma que siempre pasábamos. no estuvimos juntos, ni siquiera nos besamos, solamente estuvo ahí para mí intentando animarme.
era la primera vez que dormíamos en la misma cama sin antes haber tenido sexo. en el momento pensé que se iba a sentir extraño, como fuera de lugar, pero fue todo lo contrario. se sintió hermoso, en paz.
cuando me desperté a la mañana siguiente y no sentí al cordobés a mi lado me extrañé un poco, había entrenamiento recién por la tarde.
no quería sacar suposiciones rápido, como siempre hacia, por lo que primero decidí pasar al baño y luego salí rumbo hacia la cocina, todo esto tratando de ignorar las voces que me querían generar inseguridades en mi cabeza.
el cordobes estaba de espaldas cocinando algo, tenía puesto nada más que un short de belgrano. apenas lo vi una calma me invadió por completo, todo aquello que quería hacerme mal desapareció.
me parecía increíble como una persona podía generar tanto en otras, como él con tan solo su presencia me podía hacer bien a mi.
me paré a su lado colocando una mano en su espalda baja, él giró su cabeza al instante y me sonrió. miles de mariposas se liberaron en mi estómago.
- buen día, hermosa - me dijo dejando un beso en mi frente, estaba preparando unos panqueques por lo que no podía desviar mucho la vida del horno
- buen día, cris - respondi dando leves caricias a su espalda, me gustaba estar en constante contacto con él
- ¿cómo dormiste? - preguntó sacando uno de los panqueques de la sarten, me había agarrado demasiada hambre de tan solo verlos
- bien, mejor que las otras noches en casa. creo que lo que hablamos ayer me dejó más tranquila - respondi admirando su perfil, era increíble lo atractivo que se veía recién levantando
dejó lo que estaba haciendo para mirarme a los ojos, aquella conexión que siempre sentí con él seguía intacta. podían pasar años pero lo que había entre nosotros nunca iba a terminar, no después de que tuviéramos que pasar por miles de cosas para que finalmente pudiéramos estar juntos, o bueno intentar estar juntos.
me acarició ambas mejillas y yo no pude evitar sonreír enternecida ante aquel acto, cristian lo único que hacía era generarme felicidad.
- eso me deja más tranquilo a mi, no podía más verte llegar con ojeras a los entrenamientos
abrí los ojos y lo mire sin entender, pensé que disimulaba bien mis pocas horas de sueño. entre la nueva casa, la mudanza, el trabajo y pensar constantemente en qué hacer con el cordobes dormía muy poco por las noches. el insomnio me ganaba siempre.
- ¿cómo te diste cuenta?
él sacó sus manos de mis mejillas y volvió a mirar hacia la sarten.
