Capítulo 25

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Camille

Odiaba la resaca. Me dolía mucho la cabeza a tal punto que me quedé en cama una hora recostada mirando el techo. Tenía un sabor extraño en la boca, una combinación de muchas bebidas. Me levanté como pude y fui al baño a lavarme la cara. Al mirarme en el espejo vi la mala pinta que tenía. Fue ahí cuando me dí cuenta que estaba en el departamento. ¿Cómo había llegado ahí?

Apoyé mi mano en mi frente y cerré los ojos, intentando recordar.

Había tomado mucho en una ronda de juegos. Eso era lo que recordaba mejor. En algún momento de la noche hablé con una muchacha. ¿Cómo se llamaba?

Vanessa.

Recordaba la cara de Anya con dificultad y que había visto a Nick esa noche también.

Salí del baño y agarré un poco de ropa para cambiarme. Luego dirigí la vista a la silla y ví el vestid negro apoyado con cuidado sobre el respaldo. Busqué con la mirada los tacones en el piso, pero no estaban. ¿Me los había quitado?

Terminé de cerrar el cierre del jean cuando un recuerdo fugaz cruzó mi mente. Me había quitado los tacones en el comedor. Intenté recordar un poco más...

Nick.

Él me había llevado al departamento.

Me calcé con unas zapatillas y salí al living para luego dirigirme al comedor y agarrar los zapatos que estaban al lado de la mesa. El silencio del departamento me aturdía un poco.

Llevé los tacones a mi habitación y luego fui a la cocina a prepararme un café instantáneo, no iba a ir a la cafetería, estaba demasiado cansada.

Una vez que tenía el café en la mano recorrí el lugar con la mirada.

Mierda.

Casi me atraganto con el café cuando aquel recuerdo cruzó mi mente por un instante. Algunas palabras se me vinieron a la mente en aquel momento.

Tequila. Ron. Nick. Cocina. Beso.

Apoyé la taza en la encimera y cerré los ojos intentando volver todo un poco más claro.

Había besado a Nick la noche anterior en la cocina.

Eso era un poco loco.

Nuestras respiraciones se habían acelerado.

Besaba de puta madre.

Habíamos cruzado todo el departamento hasta la puerta de mi habitación.

Pero no había pasado nada más. ¿O si?

Por un momento creí sentir sus manos sobre mi ropa otra vez. Me mordí el labio. ¿De verdad había pasado todo eso?

Negué con la cabeza. Tenía que haber una equivocación. Seguramente sólo había sido un sueño.

No lo fue.

Jamás sería capaz de besarlo.

Pero lo hiciste.

Jamás me habría gustado besarlo.

Te encantó.

Escuché la puerta de la habitación de Nick cerrarse y levanté la vista. Sus ojos marrones se clavaron en los míos, una sonrisa tímida se asomó por sus labios.

—¿Pudiste descansar? —Se aproximó a donde yo estaba y se sirvió un poco de café.

—Si —me apresuré a decir —, solo me duele mucho la cabeza.

—Es normal —Le dió un sorbo al café —, bebiste mucho anoche.

Maldije para mis adentro. Cuando mis ojos se dirigieron a su boca. Me apresuré en apartar la mirada.

Él no podía saber que yo me acordaba de todo, quizá si lo dejabamos pasar, todo volvía a ser como antes.

—¿Hice algo raro anoche? —pregunté —, cómo ir a la Torre Eiffel borracha, por ejemplo.

—No... Un momento —se detuvo —, ¿no recuerdas nada?

Negué con la cabeza.

—¿Por qué? ¿Tan malo fue lo que hice?

Se quedó mirándome unos segundos, se relamió el labio.

—No, para nada. No hiciste nada malo —Noté cierta decepción por su parte.

Dios, estaba mintiendole en la cara.

—¿Tú me trajiste?

—Si, te serví un poco de agua y luego te fuiste a dormir. Por cierto, Anya me dijo que llegó bien, así que no te preocupes.

Asentí.

Me sentía un poco incómoda estando con Nick en el mismo lugar donde apenas unas horas antes habríamos hecho quien sabe qué. Lo miré de reojo, parecía haber tenido una mala noche ¿sería por lo nuestro?

Terminé de tomarme el café y apoyé la taza en el lavabo. Nick siguió con la mirada cada uno de mis movimientos.

—Gracias por traerme y cuidarme —Me giré y lo encontré con una sonrisa.

—No me agradezcas, fue un placer.

Me troné los dedos. Supuse que Nick notó la tensión en el aire.

—¿Podemos dejar la práctica de hoy para otro día? —Levanté la mirada esperando una respuesta por su parte.

Se pasó una mano por el pelo y tragó saliva.

—Si, no hay problema, de hecho te iba a decir lo mismo —confesó.

—Bien —musité.

—Bien —Se mantuvo callado unos momentos —. Voy a la terraza, te veo luego, Cam.

Asentí, las palabras no salieron de mí boca.

Nick dejó el café sobre la encimera, tomó una cerveza de la heladera y desapareció por la puerta.

No era la primera vez que Nick se iba a la terraza y me dejaba sola luego de haber intercambiado solo un par de palabras. Pero sentí algo diferente, el departamento se sintió demasiado grande de un momento a otro.

Me quedé mirando a la puerta durante unos minutos, quizá esperando a que él volviera y poder hablar. Pero sabía que Nick ya no intentaría sacar el tema.

Él creía que yo no recordaba nada de lo que pasó.

Y yo me acordaba de todo.


Te Encontré en París [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora