Capítulo 26

1.3K 110 4
                                    

Nick

Esa había sido una semana muy larga, ya era jueves y no tener la misma relación que teníamos antes con Camille me estaba aturdiendo. Habíamos practicado con la guitarra y hecho algunos ejercicios. Intentaba parecer lo menos incómodo posible, pero estaba seguro que ella había notado mi incomodidad en ciertos momentos. Y eso me asustaba un poco.

—¿Cómo ha ido tu semana? —preguntó Laura una vez que nos acomodamos en nuestros asientos de la oficina.

—Bien, creo —Me quedé en silencio un par de minutos. Había algo de lo quería hablar —. De hecho, últimamente tengo menos pesadillas.

Desde aquella noche, desde aquel accidente que marcó un principio y un fin en mi vida, había comenzado a tener pesadillas sobre el suceso. Se repetía una y otra vez mientras dormía.

—Eso es muy bueno, Nick —sonrió —. ¿Cómo te sientes al respecto?

—No sé —Me mordí el labio, pensativo —. En realidad, no sé si quiero dejar de tenerlas —No dijo nada y esperó a que yo continuara —. Es difícil de explicar, pero cuando sueño con el accidente y lo veo tirado, aun respirando, siento que aun puedo salvarlo. A veces pienso que si la ambulancia hubiera llegado unos minutos antes, él estaría a mi lado aún, cantando, riendo, emborrachandonos por ahí...

Laura anotó algo en la libreta. Seguí hablando.

—Los sueños se sienten muy reales, pero al mismo tiempo tan imposibles. Cada vez que sueño con él, es como si se despidiera —Parpadeé dejando a una lágrima correr por mi mejilla —. Las últimas palabras que le dije se repiten cada vez que sueño con eso. Me arrepiento de todo, nada de lo que le dije era cierto. Yo no lo odiaba y... Él murió creyendo que sí —. Me sequé los ojos con la mano, pero eso no impidió que volviera a llorar.

Respiré hondo.

—¿Sabés qué le diría a Eric si lo tuviera delante mío ahora?

—¿Qué cosa?

—Que me perdone por ser un idiota a veces, por tener cambios de humor tan repentinos... Dios, él era uno de los pocos que soportaba mis cambios de humor... —Mi corazón se apretó —. Solo quiero pedirle perdón, por todo lo que él me dió y no pude devolverle. Si hay alguien en este puto mundo a quien le debo todo, es a él.

—Todo lo que sientes es completamente entendible, pero quiero que entiendas que no es culpa tuya, Nick.

Negué con la cabeza.

—¿Entonces de quién es la culpa? Yo fui quien inició la pelea.

—No es tu culpa que el auto chocara. Sabes que Eric estaría muy orgulloso de ti ¿cierto?

—¿Cómo puedo hacer que deje de doler cuando al mismo tiempo no quiero que termine? —Fue una pregunta más para mi mismo —. Estoy intentándolo —le conté —, estoy tocando otra vez. Sé que hace unos meses o semanas, no se me cruzaría por la cabeza volver a agarrar una guitarra o intentar componer una canción, pero ahora creo que lo único que me queda de él es lo que él me enseñó.

Sequé mis lágrimas y me enderecé en el pequeño sillón.

—¿Usted cree que lo estoy haciendo bien? ¿Qué lo voy a lograr?

Laura asintió.

—Si, Nick, vas a lograrlo.

—Ojalá, Eric pudiera estar aquí, hay muchas cosas que quiero contarle —reí casi volviendo a llorar.

—¿Intentaste escribir sobre cómo te sientes? Lo haces muy bien. Quizá así puedas poner en palabras todo lo que quieras contarle, utilizando lo que él te enseñó.

Lo pensé un poco.

—Es difícil explicar con claridad lo que siento cuando ni yo mismo lo entiendo. Es como si todos fueran tan lejanos aún estando cerca... A veces hasta he llegado a tener miedo —admití.

—¿A qué le temes?

—A mi mente —musité. Era la primera vez que hablaría de eso con alguien —. Miedo de lo que sería capaz de hacer con mis propias manos.

Sentía que estaba en una montaña rusa. Había días donde todo parecía estar bien y ser más fácil, y otros donde nada de lo que hacía me causaba algo. Tenía miedo porque leí sobre ello, porque sabía lo que era perder a alguien y no me sentía capaz de hacerle lo mismo a otras personas.

Me había pasado meses buscando una razón para continuar y ahora que la había encontrado, a veces sentía que estaba atrapado. Tenía dos opciones delante de mí, las dos muy tentadoras.

Una me asustaba, pero, por un lado, todo terminaría, sería el camino fácil, el que muchas veces da miedo tomar.

La otra tenía nombre, ojos bonitos, un sueño y me prometió volver a brillar, pero sería más difícil que la anterior.

Y en la vida nada era fácil.

Quería sentirme bien y quizá al fin estaba comenzando a suceder aquello tanto había anhelado: tener una razón por la cual continuar. 

Te Encontré en París [Completa]Where stories live. Discover now