Capítulo 20

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Nick

Al día siguiente, me encontraba con Hank en mi habitación leyendo la respuesta que me habían enviado desde la universidad. Hace un par de días le había hablado sobre lo que planeaba hacer y le pareció una buena idea. Con su ayuda había podido mandarla solicitud de admisión a nombre de Cam y, como esperaba, la aceptaron. Eso quería decir que, si así lo deseaba, podría empezar las clases en la universidad en París y no tendría que preocuparse por sus estudios.

—Estoy muy orgulloso de lo que estás haciendo —Me giré para ver a Hank apoyado en el marco de la puerta leyendo el certificado.

—Es lo minimo que puedo hacer —me encogí de hombros.

Sabía lo que se sentía cumplir un sueño y ser escritora era el de ella, si podía colaborar para que se hiciera realidad, iba a hacerlo sin dudas. No había sido muy sencillo conseguir los datos de Cam para inscribirla en la universidad, algunas cosas se las tuvimos que preguntar a Mark, su agente literario, quien al principio no estaba muy seguro de si era buena idea, pero terminó aceptando.

Sinceramente estaba un poco asustado, no sabía cómo iba a reaccionar Cam con la noticia.

—¿Crees que se enoje? —pregunté.

Hank lo pensó un poco.

—No creo que se enoje, es un lindo gesto, Nick.

Me dejé caer en el respaldo de la silla.

—Aunque —comenzó a decir y me enderecé —, si ella acepta significa que probablemente se quede aquí todo el próximo año.

Arrugué la nariz.

—Si, ¿y?

—Pensé que no querías que se quedara.

Me crucé de brazos.

—Eso era antes.

—¿Se puede saber qué cambió eso?

Fruncí el ceño. Aunque, sinceramente, no sabía que había cambiado.

—No tengo obligación de decirte.

—Nick, está bien si te cae bien la señorita Werner.

El problema es que no solo me caía bien.

Fue en ese momento en que escuchamos la puerta del departamento abrirse, era ella. Siempre llegaba a esta hora para que practicaramos con la guitarra, así era todos los días: ella se sentaba en mi cama y me escuchaba tocar o leíamos las letras de mí antiguas canciones y me hacía preguntas.

A decir verdad, era agradable. Para un músico que la gente te escuche es... una sensación inexplicable, en realidad. Podía notar el interés de Cam por mi música y que le gustaba la melodía de mi guitarra.

Una vez que eché a Hank de la habitación y guardé el certificado de admisión en uno de los cajones del escritorio, ordené todo para recibirla.

Al principio siempre nos rodeaba un silencio un poco incómodo que de a poco íbamos rompiendo.

Estos días la había notado diferente, un poco más animada así que supuse que el asunto que le daba vueltas por la cabeza sobre lo que Mark le había contado estaba mejorando, lo cual me alegraba mucho.

Cam desde un principio había sido una mujer muy charlatana, por lo que el departamento nunca estaba en completo silencio cuando ella se encontraba en él. Además de que hablaba gritando con Anya cada vez que hablaban por teléfono.

—¿Te gustan The Beatles? —preguntó al ver los álbumes en la pared.

—Si... Aunque no los escucho mucho ya, solo algunas canciones que me gustan más.

La razón de eso era que me hacían recordar a Eric, él era fanatico de ellos desde que era chiquito y me transmitió su gusto. Cuando los escuchaba era como tenerlo cerca, pero al mismo tiempo recordaba el accidente una y otra vez.

—Pensé que tendrías posters tuyos —dijo de repente.

Ladeé la cabeza.

—¿Quien tiene posters de sí mismo en su habitación?

—No sé —Se encogió de hombros —, no tendría nada de malo.

—Sería un poco egocéntrico.

—Puede, ¿nunca colgaste ninguno tuyo?

Negué con la cabeza.

—Ya tengo suficiente con verme todas las mañanas en un espejo, prefiero dejar los posters para fanáticos dementes.

Sus ojos bajaron hacía la guitarra.

—¿Fue difícil aprender a tocar?

—Un poco, pero cuando algo te gusta no te importa que tan dificil sea y creo que eso lo entiendes —Una sonrisa se asomó por sus labios.

—Si... En especial ahora.

Fruncí el ceño.

—¿Qué pasó?

—Bueno... No creo que pueda publicar mi próximo libro.

—¿Perdona?

—La editorial con la que trabajaba entró en crisis, la edición, publicación y distribución de mis libros se cancelaron. No tengo con quien continuar mi proyecto —La sonrisa que decoraba su rostro se esfumó —. Mark está intentando encontrar más posibilidades, pero no me gusta estar sentada esperando a que las cosas se solucionen y no poder hacer nada. Él está invirtiendo un montón en mí trabajo cuando a veces me cuestiono si vale la pena.

—Oye —Apoyé la guitarra en el suelo —, tu trabajo vale mucho la pena y estoy seguro que van a encontrar una solución. El mundo espera por leerte, Cam, vas a ver que todo va a estar bien.

Me sorprendió cuando esas palabras salieron de mí boca.

—No sé... Siquiera pude terminar mis estudios en la universidad y los cursos me gustan, pero no son lo mismo —Agachó la cabeza —, ya no tienes que pagarlos.

Estiré mi cuerpo hacía el cajón del escritorio y saqué el certificado. Ella lo miró confundida cuando se lo entregué.

—¿Qué es esto?

—Leelo.

Comenzó a leer el documento y pude ver como su expresión cambiaba a medida que leía todo el contenido. Podía descifrar sorpresa en las expresiones de su rostro y quizá algún rastro de felicidad se asomaba por sus ojos.

—Nick, ¿acaso te golpeaste la cabeza? No puedo pagar esta universidad.

—No vas a ser tu quien la pague.

Abrió los ojos como platos cuando entendió y luego me miró.

—¿Quieres pagarme una universidad?

—Dijiste que no querías irte, pero que querías estudiar y no podía quedarme de brazos cruzados. Mereces seguir con tu carrera, ya lo dije, tienes talento.

—Esto es una locura.

—Solo necesito que aceptes para decirles que empiezas el próximo año. Es más —continué —, no es necesario que empieces de cero, puedes retomar desde el último año que cursaste en Nueva York si quieres.

Se quedó mirándome unos segundos.

—¿Estás seguro? Nick es demasiado dinero y no voy a aprovecharme...

—No estás aprovechandote, no uso ese dinero en nada y prefiero invertirlo en algo que sé que valdrá la pena como lo es tu sueño. Yo pude cumplir el mío y me estás ayudando a no abandonarlo, déjame ayudarte a continuar con el tuyo.

Sonrió de oreja a oreja.

—No eres tan malo.

Eso me hizo reír.

—¿No? —Negó con la cabeza.

—Gracias, Nick, estoy en deuda.

—No me debes nada —la frené —. Lo hago porque quiero, ¿si?

Asintió y sentí algo raro al ver la felicidad en su rostro. En ese momento me dí cuenta que quería verla sonreír, y no dejaría que nada ni nadie le quite esa felicidad.

Te Encontré en París [Completa]Where stories live. Discover now