Capitulo 35.

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 Lago Baikal.

Rusia, Siberia.

Briana.

Sabia que las cosas no iban a funcionar bien desde que el peso de Adrien me mando al suelo, el impacto de bala debía haberme atravesado a mi y no a el. 

Limpio mis lagrimas, llevo la cuenta de los cuatro días que he estado dentro del bosque caminando, empacando, desempacando, ensuciándome, llorando, estudiando los mapas y cazando conejos para comer. 

La leche que traía se ha terminado y mi cuerpo no deja de pedirme mas, me deshice del bolso mio que traía dejando también cosas innecesarias, me dolió ver mi bolso Prada sucio en el lodo. 

Cada maldita noche lo recuerdo, sobre todo su olor y sus ojos. 

El conductor no me trajo hasta donde Adrien había destinado, la gasolina era poca y el necesitaba regresar a su hogar. Robe un automóvil e internamente me disculpe con el hombre aterrado por ver un arma y a una mujer con apariencia de indigente (yo).

Conduje por casi una hora y media según el reloj del carro y en ese punto deje de ver señalizaciones y el suelo dejo de estar pavimentado justo como Adrien lo indico.

Ahora mismo camino con dolor en la espalda por las cosas que estoy cargando, las cosas se repartirían en dos espaldas y ahora solo la mía carga con ello.

Mis pasos me llevan al lago, Lago Baikal, respiro recordando el plan. Una vez que estuviéramos en el lago tendríamos que irnos a la derecha hasta encontrar la colina siguiendo el mismo lago.

Dejo mis cosas y armo la tienda lo mas rápido que puedo, me quito la ropa dentro de la tienda y asomo mi cabeza para ver si no hay nadie. Estoy sucia y huelo lo que sigue de mal.

Salgo desnuda en medio del bosque, adentro mis pies al lago y agradezco que hoy no este congelado gracias al resplandeciente sol.

Meto mis piernas y aunque el agua si esta fría, no esta congelada. Me meto por completo dejando que las hebras de mi cabello floten en el agua. Procuro no adentrarme tanto en el lago ya que es muy profundo.

Bebo agua, es agua dulce que reconforta mi garganta. Me paso las manos por todos lados quitando el lodo y la tierra seca de mi cabello.

Salgo mas limpia y desnuda atiborro mi botella de agua.

Me visto y dejo que mi cabello se seque solo, enciendo una fogata cuando miro la obscuridad caer poco a poco. Por suerte encontré bastantes conejos ayer y con el dolor de mi alma cacé dos.

Me siento salvaje y deshumanizada cuando despellejo uno y lo coloco por encima de la fogata para que se cocine.

Con la poca luz saco el mapa y tacho una X donde estoy, tengo un recorrido que he trazado para no perderme de mas. 

Respiro y siento el aroma de la carne cocida, comienzo a comer sola y atenta a todos los sonidos.

El bosque es espeluznante, es tranquilo pero el escuchar sonidos sin explicación me tiene tensa cada noche.

Meto las cosas a la tienda y cierro con candado desde dentro, el recuerdo y la culpa me hacen sacar lagrimas y sollozos mientras abrazo la tela que me cubre.

Solo espero que Adrien este bien y que este mejorando, lo necesito.

Despierto con un ruido a un lado de la carpa, tomo mi navaja y me quedo quieta.

Caminan hasta quedarse frente a la puerta de la tienda, miro la silueta gracias a la luz de sol y distingo otro conejo. 

Maldita sea, me va a dar un paro cardiaco.

Devoto.(+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora