CAPITULO 4

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PARALISIS

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Denisse

Vuelvo a verme contra el espejo, no hay más que una pequeña elevación, tengo tres meses de embarazo y no creo que se me note en lo absoluto. ¿Es pronto? Puede ser, pero parezco más inflamada que otra cosa y ni eso, siento que sigo... igual.

Delgada, con bolsas oscuras debajo de los ojos.

Me dejo caer en la banqueta que había al pie de la cama, la moví hasta el espejo para analizarme y ahora no creo que me siga manteniendo en pie. Hay días en los que de verdad me siento capaz de todo, y hay otros en los que las hormonas toman ventaja porque solo me convierten en una masa llorona.

Los extraño, mucho.

—¿Qué pasa, cielo?

Antonella se acerca, posándose en el sitio vacío de la banqueta y me mira sobre el reflejo del espejo donde tengo direccionados mis ojos.

—Los necesito de vuelta ya, ya no puedo seguir viviendo así. —Repaso mi mano contra mi abdomen plano constantes veces—. No puedo.

—Lo sé, sé que es difícil, sé que necesitas volver a la vida de antes —suspira—. Sin embargo, hay que seguir fuertes, hay que mantenernos de pie hasta que la propia vida nos reclame y nos lleve fuera de este plano.

Me recuesto contra su hombro, sintiendo que mis emociones por fin se calman al estar envuelta en sus brazos. Sky y Death entran corriendo para luego salir ladrando y divertirse en todo el palacio, suelto una ligera risita cuando escucho las órdenes de mi bebé en el exterior para que le entreguen la pelota y se sienten.

—Cada día es más complicado que el anterior, Anto.

—Es parte de estar en medio de estos conflictos, sientes que todo se te viene abajo, que ya no tiene remedio y luego... Dudas si de verdad lo vas a conseguir.

—Lo estoy dando todo...

—Algo que nos queda muy claro porque no te olvidaste de él en ningún momento.

—Jamás podría, ni de papá, también lo necesito ya que tampoco sabe.

—Dios mío, pequeña.

Besa mi cabeza, dándome la fuerza que necesitaba, cuando me tranquilizo me pongo de pie para dejar que me ayude a cerrar mi vestido con los lazos con los que se cierra en la espalda. Esta vez evito mi imagen en el espejo, me giro y tomo un gran respiro para que las ganas de llorar se vayan por completo.

—Vamos a desayunar, lo necesitas.

—Dice la doctora Walsh que las náuseas se pueden ir al fin del primer trimestre.

—En ocasiones, todos los embarazos son diferentes, cielo.

—Lo sé, igualmente esta semana pude recuperar un kilo, ella sigue insistiendo en que debo dormir más porque eso no ayuda mucho.

—Concuerdo con ella, no obstante, entiendo tu posición porque es difícil volver a dormir tranquila después de todo lo que ha sucedido.

—Lo seguiré intentando.

—Eso ya es un gran paso, pequeña.

Llegando al comedor, Byron está en su asiento, repasando lo que le solicité y es que necesito a una hacker de confianza como Lor lo era para nosotros. Yo sé que la mafia tiene a mucha gente encargada de ese rubro, sin embargo, necesito a alguien como mi hermana.

Nadie será al cien por ciento como ella.

Pero tenemos que hacer algo para cubrir su puesto dando igual si la mafia tiene gente calificada o no.

Un paraíso en ruinas #2 Where stories live. Discover now