CAPITULO 46

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UNA VIDA LLEGA Y DOS SE VAN

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Denisse

La tormenta se desata en el exterior, pese a que todas las cortinas estén corridas, puedo escuchar como los rayos terminan de retumbar a varios kilómetros de distancia. Tomo un segundo para respirar y tratar de mantener la calma en la siguiente contracción, el dolor es lo que se lleva parte de mi energía.

Kylian repasa sus manos en círculos contra mi espalda baja, me aferro a todo lo que puedo. Por nuestra seguridad no estamos en la enfermería, sin embargo, desde que rompí fuente las enfermeras y Gilda se prepararon para poder tener el parto en nuestra habitación. Tienen todo listo, incluso los implementos necesarios para limpiar a Kai.

El mundo externo a esta habitación ya no debe de verme, ya no tiene que saber que sigo con vida porque aunque es una mentira es algo que tiene que pasar, nuestros cuerpos tienen que ser enterrados y esa bomba terminará de colapsar las demás piezas.

Lloro un poco cuando siento que el dolor me quiere vencer, quiero cerrar los ojos y detener la bruma dentro de mí. El nacimiento de Kai no es el que me está generando esta desesperación y rabia, sino es el hecho de saber todo lo que ha pasado afuera que los planes se tuvieron que adelantar.

Saber que en realidad este embarazo no lo disfrutamos al cien por ciento ni siquiera ante el parto porque estamos contando el tiempo, porque cuando Kai nazca, todo se tiene que apagar y todo va a terminar.

No culpo a Kylian ya que debido a él es que vamos a estar protegidas.

Me vuelven a realizar el tacto, mismo que es molesto ya que todo me pesa, todo me duele, todo me afecta.

—Es momento de pujar, hay que prepararnos.

Kylian se coloca sobre mi espalda, estuvimos viendo todo este proceso mucho antes y como es que el apoyo en estos instantes ayuda demasiado. Mi espalda se recarga contra su pecho, cubren mis piernas con la sábana, mismas que abren.

Como dije, la habitación fue acondicionada para el nacimiento de la bebé y es por eso que no me preocupa hacer un reguero porque ya han preparado nuestra cama para este momento.

Kylian mantiene mis rodillas separadas, me abraza por arriba del abdomen, sobre la boca del estómago para luego dar un beso sobre mi frente.

—Kai está por llegar.

—Es así, muñeca.

Es algo que no termina de entrar y conectar en mi cabeza, nueve meses la he tenido en mi vientre, he seguido el plan al pie de la letra y con plan me refiero a lo que mis doctores acondicionaron para mantenerme saludable en estos meses y que en evidencia Kai también lo estuviera.

Pastillas, exámenes más seguidos que en un examen común, pruebas de sangre, inyecciones y mucho más para que esta bebé naciera y no tuviera complicaciones en el parto y mucho menos cuando ya estuviera en nuestros brazos.

No puedo creer que yo di vida.

Que yo estoy por tener a mi pequeña en mis brazos.

No puedo creer que lo logré.

Acepto que en muchas ocasiones me hace falta mamá, ella siempre supo como controlar las cosas en cuanto a mi salud y mantener todo en aguas tranquilas para que no me acelerara. Como es que ella pese a que siempre tuviera el deseo de tener hijos, solo me pudo tener a mí y con complicaciones en el parto.

Como es que a pesar de desear nietos de mi parte, esa idea se esfumó para ella porque sabía lo costoso que podía ser para nosotras quedar embarazadas y culminar en buenos términos el proceso del embarazo que no solo refiere a tener una panza enorme con un bebé dentro. Hay mucho más.

Un paraíso en ruinas #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora