CAPITULO 22

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CUENTAS CLARAS

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Kylian

Me toma del cuello para hundirme en la silla de su despacho, rodea su escritorio y saca el arma de debajo del escritorio para llenar el tambor. La amartilla, la sopesa en su mano y la deja en el escritorio para luego mirarme directo a los ojos.

Hacer solo eso solo es el puto recordatorio de que tiene el mismo color de ojos que su hija, la misma que amo y que me sacó un puto susto cuando comenzó a gritar.

De nuevo, es la segunda vez que siento el miedo carcomerme.

—No me diste la cara en todo este rato, tomé la oportunidad menos adecuada porque la pequeña se está moviendo.

—Misma oportunidad que me estoy perdiendo, sin embargo, estoy comprendiendo que es parte de mi paga por los errores que he cometido —trueno mis dedos—. Y aquí estoy, viendo todas las maneras de arreglarlo.

—Kylian... ¿Quieres perderte cada etapa de todo el resto de camino que te falta por recorrer?

—Sabes que no, si me mantuve en la cárcel fue porque claramente me quería mantener de pie para volver a ella a pesar de que mi cabeza me jugara en contra por el encierro.

Se inclina hacia delante para posar sus codos contra la mesa y entrelaza sus dedos.

—Entiendo el tema de los impulsos, entiendo que es algo que se te va de las manos y a pesar de que estaba confiado de que no lo estabas usando en su contra, me sorprendió lo que pasó —suelta el aire contenido en sus pulmones—. Hay una sola cosa dentro de todo esto que me molesta, no es la guerra, no es el enemigo, es algo que no puedo tolerar de mi hija.

—Entiendo...

—Y es que en todo el puto embarazo ha hecho sólo una sola cosa que es muy diferente a disfrutarlo y es llorar —baja sus dedos para trazar la silueta del arma—. Me molesta como nunca que mi hija esté embarazada y que solo se la pase llorando, no, no es un berrinche porque la conozco muy bien para saber cuando es un berrinche y cuando no.

» Sí crees que tienes la capacidad de marearme, no la tienes, a esa niña la críe desde muy pequeña y estuve en el embarazo con mi mujer todo el tiempo. Es gracioso, porque los berrinches los sacó de Michelle, mismos que me enamoraron y a pesar de que fuera creciendo, nunca dejó de hacerlos. Así que es muy difícil para mí creer que ahora llora por parte del embarazo porque sé que no es así, porque sé que no tiene nada que ver con eso y es algo que le duele. Las cosas le están afectando, casi ya seis meses, está con cinco meses y medio y no ha podido disfrutar ni desde que se enteró que estaba embarazada, ¿o me equivoco?

Niego con la cabeza porque tiene razón, es una de las cosas que me comienzo a reprochar más ante este momento. El saber que en realidad no lo ha disfrutado, que no ha estado bien, a salvo, en paz y feliz por todo lo que su cuerpo está haciendo para mantener a nuestra pequeña a salvo.

El valor que tiene para seguir en pie.

El valor que tuvo para seguir adelante a pesar de los ataques.

La valentía con la que fue por mí, lloró, habló conmigo y no me ocultó el embarazo porque en primer lugar era algo que ella ya me iba a decir. Sin embargo, recuerdo que me recibió al despertar con una sonrisa en la cara, a pesar de que el mundo le esté metiendo puñalada tras puñalada, ella sigue sonriendo.

—Mierda.

Me pellizco el puente de la nariz y sigo pensando. Repasando los hechos, dándome cuenta que en realidad ella siempre ha sido la más fuerte de entre todos y que no importa si el enemigo es mucho más fuerte que ella, va a duplicarse, va a aferrarse a ser más grande que el enemigo para protegernos.

Un paraíso en ruinas #2 Where stories live. Discover now