CAPITULO 38

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MIENTE A LA CÁMARA

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Kylian

Llevo mi cuerpo al máximo, dejando que cada músculo de mi cuerpo duela ya que decidí levantarme temprano para entrenar un poco. Todo lo que me tengo que tragar es lo que me mantiene putamente cansado en cuestión emocional.

Dejo caer las pesas para ver mi móvil, el informe me llega desde lo que está sucediendo en Bretaña y que un par de cuerpos importantes se movieron a Alemania para estar más seguros que todo iba a salir bien. Julian maneja ese terreno a la perfección considerando que es alemán.

Todo luce bastante bien, cosa que me aligera la presión en los hombros y en el cuello. Los árabes han vuelto a su territorio y Sergei ayer nos habló de todo lo que ya tenía planeado luego de volver a Turquía.

La puerta se abre, mis labios se ensanchan al ver a mi caliente esposa entrar con el conjunto deportivo más pegado que he visto. Es de color negro, le acentúa cada puta curva, le aprisiona los pechos que se mueven pese a la presión y le remarca el abdomen redondo donde yace lo mío.

Me quito los auriculares que dejo en el suelo al lado de mi botella de agua, se acerca moviendo las caderas sabiendo muy bien que juego es el que está jugando. Toma la botella para llevársela a la boca e hidratarse.

Cierta escena del pasado viene a mi cabeza.

—Tengo sed.

—Si no quiere su agua que trajo —me sigue el juego, justo como esperaba—, ahí tiene la máquina.

Señala en efecto la mierda dispensadora de bebidas energéticas.

No estaba sediento hasta que la vi entrar.

—Quiero de mi agua, Gauthier.

—Bueno, entonces hidrátese, dudo que sea un niño pequeño, ¿verdad?

Me levanto y sus ojos traviesos se elevan ya que la estatura es una gran diferencia.

—Tú tienes mi maldita agua, misma a la que le acabas de meter toda la lengua.

Baja la mirada, haciéndose la inocente, la que no entiende de lo que hablo.

—Mierda.

—Tú le metes la lengua a mis cosas y yo te la meto a ti.

La botella termina volando por el aire hasta que cae por el suelo cuando la tomo del cuello como le gusta y la pego a mis labios. Mi otra mano la dirijo hacia su trasero, tocando lo que me pertenece, magreando la piel llena que se desborda de mis manos.

Maldito culo que se carga.

Y es todo mío.

Meto mi lengua en su boca, saboreo, me muerde y río sobre sus labios porque ya no es la niñata de antes que lloraba por todo, que dudaba, que incluso en su cara le dije que era deficiente porque era lo que demostraba pese a que en mi interior supiera que no lo era.

—He esperado días para esto, para tenerte y por el puto trabajo no he podido —la beso con más fuerza, llevándola contra la pared—. Me tienes en jodida abstinencia, muñeca.

—No es mi culpa, tú eres el que siempre me manda a dormir por mi salud.

—Bueno, un poco de mi verga también es bueno para tu salud.

Sonríe de nuevo, sus manos enmarcan mi cara para besarme y tan solo tener una tregua de minutos con el dominio que le cedo. Mis manos trabajan en su pantalón de licra, meto mi mano y me doy cuenta que lleva unas finas bragas que puedo correr para luego meter mis dedos.

Un paraíso en ruinas #2 Where stories live. Discover now