Capítulo 2

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¿Qué es lo que quieres? Esta era una de las preguntas que Kneisha se hacía constantemente, como un eco persistente en su mente, buscando respuestas. Pero ella, indecisa como siempre, no encontraba ninguna. Lo único que sabía era que nada tenía sentido. No sabía por qué, pero necesitaba conocer a ese chico y a esa chica. Desde que los había visto, no podía quitárselos de la cabeza. Era algo extraño, inusual, una sensación que nunca había experimentado antes. ¿Por qué no podía olvidarlos? ¿Por qué eran diferentes al resto de las personas que había conocido el día anterior?

Necesitaba hablar con ellos, saber sus nombres. Sí, lo necesitaba, pero no sabía por qué. Seguro que Damon los conocía. Casi todo el mundo se conocía en ese lugar, pensó. Pero, por mucha confianza que tuviera con él, no podía preguntarle eso. No sabría ni por dónde empezar. Sería incómodo y extraño, y parecería un poco obsesivo por su parte. Aun así, dudó durante el desayuno.

—Aún no te lo he dicho —Damon puso una mirada intrigante, como si tuviera una noticia emocionante que compartir.

—¿Decirme qué? —preguntó Kneisha, con una pequeña esperanza de que estuviera relacionado con el tema que tanto le interesaba.

—Ya te lo dije —sonrió Damon con suficiencia—. Porque te lo dije, ¿eh? Siempre acierto —dijo riendo, refiriéndose al primer día de Kneisha en clase, que no había sido tan malo como ella esperaba—. Bromas aparte, ¿conociste a alguien interesante? ¿Algún chico quizás? ¿Debo preocuparme? —a pesar de todo, lo dijo riendo.

—Pues... —pero no supo por dónde empezar.

Por eso decidió esperar hasta llegar a clase y sentarse en el pupitre al lado de la chica. Ahora que no estaba el chico, se fijó más en ella. Tenía el pelo rubio y los ojos grises con motas verdes. Era muy guapa, tanto que Kneisha comenzó a sentir celos de nuevo. Estuvo a punto de abandonar la misión, pero la curiosidad pudo más que sus inseguridades. Así, pasó una hora entera de Historia intentando idear la mejor estrategia para obtener información. Al final, fue más fácil de lo que esperaba:

—¿Tú eres Kneisha, verdad? ¿La sobrina de Damon? —dijo la desconocida con una voz alegre y melódica—. Mi hermano me ha hablado de ti. Me dijo que te ayudara si veo que no tienes mucha suerte con la gente de aquí. Pero, por lo que he visto hasta ahora, eso no parece ser un problema para ti, ¿verdad? —dijo señalando hacia la salida de la clase.

Kneisha miró hacia la puerta, donde dos chicos que creía, sin estar segura, que eran Jack y James, la estaban esperando. Les hizo un gesto indicándoles que les vería en la siguiente clase, aunque ni siquiera sabía si era cierto, ni tampoco le importaba. Había cosas más importantes en su mente en ese momento.

—¿Has dicho que tu hermano te habló de mí? —el alivio que había sentido por no tener que poner a prueba sus habilidades de investigación se transformó en sorpresa.

—¡Ah! Sí. Él conoce a tu hermano y trabaja como becario en su investigación. Se llama Ángel. Luego te lo puedo presentar si quieres. Yo me llamo Sarah, encantada de conocerte —extendió la mano como saludo, acompañada de una amigable sonrisa.

—Encantada también —respondió Kneisha, un poco aturdida ante el giro que había dado la conversación.

Kneisha se dio cuenta de que Sarah era, entre todas las personas que había conocido allí, la que mejor le caía. Al final, compartieron la comida en la cafetería. Se acordó de la extraña sensación de familiaridad que había sentido la tarde anterior al ver a los hermanos por primera vez. Sin embargo, no pudo evitar notar que Sarah no parecía ser la persona más popular del instituto. Algunos de los estudiantes que había conocido el día anterior la miraban con desaprobación al verla junto a Kneisha. Se preguntó por qué. Quizás Sarah tampoco llevaba mucho tiempo allí, o tal vez simplemente no le importaba ser popular en el instituto. Tampoco a Kneisha le importaba demasiado.

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