Capítulo 38

129 22 1
                                    

Estaba paseando por los pasillos mirando el medio sándwich de queso que me debería comer hoy.

Suspiré, no quería, pero de lo contrario Eddie se preocuparía. Desde esas cinco cucharaditas me ha tratado de subir un poco la porción día a día mientras yo solo trato no botar todo al olerlo.

-Miren lo que trajo el viento -se rió un chico con uniforme de fútbol americano.

¿Con quién habla? No hay nadie más aquí...

-Es el pequeño al que endemoniaron -¿Qué? -las personas como tú se quemarán en el infierno.

Ah. Es solo un fanático religioso.

Lo ignoré y seguí caminando.

-Pero tienes suerte -se burló -sacaré el demonio de dentro de Munson y serás libre -estuviste tan cerca de salir sin siquiera una advertencia...

Él se había vuelto a acercar a mi espalda, lo que claramente aprovecharía.

En tanto tocó mi hombro, me dí vuelta bruscamente mostrando los colmillos, orejas, nariz, ojos, cola y garras mientras me agachaba para parecer más un monstruo.

Este sujeto solo saltó del susto cayéndose de espaldas para después orinarse encima.

Yo volví a ocultar todo rápido y le sonreí poniendo un dedo entre mis labios en señal de que se callara.

A medida que recorría el pasillo escuché insultos de todo tipo.

Francamente no me podía importar menos, me da igual que crea que soy "el problema" que "hizo a Eddie gay". Mientras no lo moleste a él pensando que es al revés.

Aún tenía el pan en la mano. Por lo que, tragando los jugos gástricos que querían salir, mordí la esquina.

No era que no me gustara, solo que me cansaba solo pensar en comer.

¿Cómo esperaba cuidar a Once si ni siquiera puedo mantenerme vivo yo?

Al llegar al salón pude ver la espalda de Billy al lado de la de  Steve.

¿Qué hacen aquí? ¿No estaban en otro año?

-No te preocupes por ellos -llegó Nancy a mi lado -he tratado de razonar desde hace días con Jonathan para que al menos puedas ver a Once a escondidas de Joyce y Hopper. Pero no entiende que es lo mismo que cuando Will desapareció, tú lo buscaste.

Cansado tomé un papel y escribí.

-Pero si nos descubren, me llevarían con mi padre, me mataría y ya ni siquiera podría saber si sigue viva o ayudarle con algún problema -respondí.

-Lo sé, pero no podemos darnos por vencidos -se quejó -es completamente injusto.

-Eso es porque te caigo bien -mostré -para ellos, están protegiendo a su hija de alguien potencialmente peligroso.

-No eres peligroso para ella, has sido mejor hermano mayor que yo -reclamó -si convencemos a Jonathan...

-No ayudé a Will para que me debieran un favor -le aclaré en letras grandes -lo hice para que ese niño viviera el resto de su vida y no acabara siendo comida.

Dejé el cuaderno ahí y me fuí hasta donde estaban mis amigos.

Me puse entre ellos y el chico que no tiene ninguna culpa de lo que deciden sus padres.

Steve al notar mi presencia paró de discutir. En su cara se notaba preocupación.

Él se había ido a dormir a mi pieza en su colchón. Dijo que era porque tenía miedo de estar solo con lo que había pasado, pero sabía que era porque no quería que me muriera mientras duermo.

No comía una ración decente desde hace 19 días, actualmente soy casi puro hueso y eso hace que descuide sus horas de sueño. Incluso se ha puesto a llorar mientras come pensando que no estoy cerca.

Me encantaría poder ayudarlo, pero mi cuerpo solo rechaza la comida. Aún así, por él y por Eddie estoy intentando comer. Por poco que lo logre.

Billy me miró fijamente y su cara se mostró furiosa. Me levantó delicadamente como si de cristal se tratara y me dejó a un lado.

-¡¿Viste lo que hiciste maldito?! -dió un golpe a la mesa.

Traté de volver a interferir pero ya no podía mover al mayor.

Al no comer y no entrenar había perdido gran parte de mi masa muscular.

Eso me generaba muchísima impotencia.

El timbre sonó y dejándole una "advertencia" a Jonathan volvieron a su salón.

Cuando se fué a mirar por la ventana, seguro que para despejarse, le escribí en su cuaderno "no les hagas caso, sé que no depende de tí" y firmé con mi nombre.

El profesor llegó por lo que me senté. En mi mesa volvía a estar ese sandwich esperando.

Dada a mi condición actual los profesores habían permitido que comiera en clases.

Dí todo de mí para dar un segundo masco, pero después de eso no podía más.

-Ojalá poder estar así de delgada -escuché a una chica de mi clase lo que llamó mi atención -Siete tiene mucha más fuerza de voluntad que yo...

Las personas pueden ser muy extrañas. Estoy con un problema grave de salud y ella dice querer estar como yo...

Espero que nadie llegue a estar a este punto de desnutrición sin poder siquiera terminar un sándwich de queso en un día entero.

-Presten atención, esto vendrá en el examen -advirtió el profesor -las pandemias han cambiado el mundo en más de un aspecto. A inicios del siglo XIX estuvo de moda tener tuberculosis por ejemplo...

¿Quién podría tomar una enfermedad mortal como algo bueno?

-Esto se debe a que te palidecia, las mejillas se tornaban rojas, las pupilas se dilataban y se bajaba de peso por una perdida de apetito -explicó.

Así que ese es un comportamiento recurrente en los humanos. Que estúpido.

-Pero cuando los doctores investigaron sobre ello, la tuberculosis cambió el mundo de la moda -enfatizó -las faldas que tocaban el piso y el bello facial transmitían la enfermedad, así que los de mayor estatus acortaron las faldas y se rasuraron.

-Tal vez Willerman no tuvo que acortarla tanto -se burló alguien y casi todos rieron.

-Como decía -me impresiona que no pierda la calma -eso provocó que los zapateros adornaran los, ahora vistos, zapatos. También se recomendaba ir a la naturaleza y a la costa, por lo que el bronceado pasó a ser el tono de piel ideal en la época.

Creo que jamás entenderé la moda.

Creado Para EstoWhere stories live. Discover now