Capítulo 39 M.E

120 28 5
                                    

-Mira -suspiró Steve agarrando una de mis orejas con guantes poniéndome una crema -este es mi último recurso. Estás a dos días de morir de hambre y aún no puedes comer más de medio pan al día.

Sus manos temblaban.

-Esto te va a hacer comer o te puede causar mucho daño -avisó -si te empiezas a sentir peor no dudes en avisarme, hay varias botellas de agua con bebida isotónica y si tienes hambre te puse muchas barritas y dulces extremadamente calóricos en un recipiente  al lado de donde vas a estar para que recuperes un poco de peso comiendo lo que comes ahora. Pero realmente necesito una porción mínima hoy.

Tenía pequeños espasmos y podía sentir lágrimas cayendo hasta la parte de atrás de mi cabeza.

-Solo necesito que des lo mejor de tí para comer -me sujetó firmemente -luego te ayudaré con lo que sea que necesites, pero por favor...

Ya casi no me podía mover, mis músculos eran prácticamente inexistentes y lo único que quedaba eran huesos y cartílagos.

-Billy va a llegar en unos minutos para jugar algún juego de mesa -avisó tratando de recobrar la compostura -Eddie ya no puede faltar otro día, por lo que llegará después de clases.

Levanté el pulgar mientras él comenzaba con la otra oreja.

Luego de unos minutos me soltó, botó los guantes y se lavó las manos.

-Deberíamos ver los efectos de la crema en dos horas, si es estrés debería funcionar desde la primera comida -tomó mi hombro con cuidado -tu sabes que siempre serás mi hermano -afirmó -aunque no tengamos los mismos padres.

Me ayudó a llegar al sillón y puso varias películas que había arrendado el día anterior.

Tomó mi muñeca y se durmió al lado mío.

Debe estar muy cansado...

Miré el recipiente al otro lado. Todas las barritas que ahí yacían habían sido preparadas por él.

Steve, tú también eres y serás siempre mi hermano. Todos mis planes de criar a Once te incluían.

De repente me entró mucho sueño, por lo que también dormí.

[Presto cambio]

Me levanté cuando escuché el timbre de la casa. Siete también despertó, lo que me tenía más tranquilo, pero sus pupilas estaban muy dilatadas.

¿Será que funciona o que le está haciendo daño?

-Hola Billy -saludé al chico.

La verdad comencé a conversar más con él porque es amigo de Siete, pero resultó mucho más preocupado y amable de lo que pensaba. Ahora también lo considero un amigo.

-Tengo tantas ganas de partirle la cara a Bayers -declaró cansado. También se quedaba despierto ya que le dije que le avisaría en tanto algo le pase a Siete -pero ese niño no...

-¿Qué pasa? -pregunté ya que se quedó mirando detrás mío.

-¿Lo disfrazaste? -cuestionó.

¡Las orejas!

-No -aclaré -entra y te cuento.

Nos sentamos frente a frente en los sillones mientras él "drogado" estaba al medio.

-¿Sabes que no es mi hermano biológico? -pregunté.

-Me lo esperaba, es mucho más apuesto que tú -se rió -no se parecen en casi nada.

-Bueno, él viene del laboratorio -comenté -experimentaron con él y salió... así -los señalé con la mano, estaba muy cansado como para dar detalles -ha vivido conmigo desde entonces y han pasado muchas cosas que te explicaré después. Pero sigue siendo el mismo.

-Tengo claro que es el mismo -dijo obvio -lo que me llama la atención es que pueda ocultar eso tan bien.

-Es el sueño o no estás impresionado -encaré.

-El otro día iba pasando por afuera cuando lo ví cambiar de forma por una ventana -aclaró -también Max habla mientras duerme y le ha agradecido entre sueños.

-Ah... -me atiné a decir -entonces, ¿Todo bien?

-Todo bien conmigo, pero ¿Su novio nerd lo sabe? -cuestionó.

-Sí -afirmé relajado -se vió envuelto en un problema y terminó enterándose. También se lo tomó bien. Sabe escoger a sus amigos.

Lo miré, parecía no poder enfocar la vista.

Traje café y le terminé contando a nuestro amigo sobre todo lo que habíamos pasado hasta ahora mientras vigilábamos que el remedio no le hiciera daño.

-¿Y Max estuvo en todo eso? -preguntó algo asustado.

-No, claro que no -afirmé -yo cuidé a los niños mientras todo pasaba. Pero no pude evitar que viera a Siete herido.

-¿Y después de todo no quieren que esté con su hermana? -parecía genuinamente sorprendido -yo confío más ahora que nunca que puede cuidarlas. No en ese estado, pero antes sí.

-Lo sé -puse mi mano en la cara -tampoco los entiendo.

Iba a cambiar de tema a cuando lo ví tomando agua lo que me dejó helado.

Si hacía un movimiento brusco dejaría de hacerlo y podría vomitar.

Tomó media botella y luego de unos minutos me paré a recargarla.

La puerta sonó, debe ser el último que falta.

Billy fué a abrir encontrando a Eddie.

-Perdón por tardar -se veía igual de cansado que nosotros -la profesora no nos quería...

-¿Qué cosa? -preguntó el otro.

-Miren -indicó susurrando.

Volteé mi vista al chico drogado y ahí estaba comiéndose una barra tras otra.

El remedio estaba haciendo efecto.

Tuve que contener las ganas de saltar y gritar de emoción ya que no quería asustarlo, pero unas lágrimas corrieron por mis ojos.

Se comió cinco antes de parar y dormirse.

-¿Dónde las conseguiste? -preguntó Billy.

-Las hice yo -susurré.

-Haz una lista con los ingredientes -ordenó -iré a la tienda a comprar mientras tú preparas todo para hacerlas.

-Entonces yo me quedaré a... -trató de pasar Eddie, pero fué detenido por nuestro amigo.

-Ni lo pienses, si algo aprendí de mi hermana es que cuatro manos compran más rápido que dos -les entregué la lista y lo arrastró afuera.

Otra vez nos quedamos solo los dos, así que me puse a sacar todos los ingredientes que ya tenía para hacerlas y a preparar las pocas que me alcanzarán.

Minutos después se volvió a despertar, comió otras cinco y se durmió.

Era un alivio que le hiciera más el efecto positivo que el negativo.

Pude haberlo matado de lo contrario.

Creado Para EstoWhere stories live. Discover now