Cariño, hablame de amor.
Abrazame y apriétame, hazme sentir como si tú solo existieras en mi vida. Querido mío, cuentame todos tus pecados y males que yo los pagaré contigo. Pequeño, no me importará descoser mi corazón y hacerlo trizas para que tú...
El amor existía de distintas formas, como el de una madre a un hijo, entre amigos y conocidos, el amor al arte o a la música, a una mascota o incluso a un sueño. El amor se hacía conforme el tiempo transcurría, lentamente y todo en su momento llegaba como una luz en un camino oscuro y desolado. El tiempo curaba heridas externas e internas. Esté caía sobre sus manos, sus ojeras y espalda.
Quién diría que después de tantos años juntos, estarían aquí descansando, en una de las mejores playas del Caribe dando por terminada su vida en los servicios del gobierno. Se sentó a su lado como lo hizo en las oficinas del FIB y esa noche de verano, sostenía su bebida mientras que sus lentes impedían el paso del sol ardiente hacia sus ojos. Le entrego el vaso al moreno, que con una sonrisa honesta y llena de miles de historias por dentro, le dio una vida una vez más.
- Gracias Vik... -
Dejó un beso en su mejilla el ruso, dándose la libertad de tomar su cintura para así jalar un poco de esta, estando pegado a su lado. Observo al mar tranquilo desde lejos. ¿Cómo era posible que después de todo eso estuvieran aqui sentados? ¿Cómo era posible que con tan solo voltear a su lado viera al amor de su vida?
¿Cómo fue que pasó aquello? ¿Cómo es que empezó su historia..?
Pues en sus mismos ojos bicolor se vio su reflejo en su champaña y volvió a soñar despierto.
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La piel canela brillaba con el sol de la playa, sus lentes oscuros evitaba que sus ojos se lastimaran por los radiantes y calurosos rayos que caía sobre él, hace unos momentos su hermano, Gustabo, había ido a por algo de beber para ambos dejándolo solo en aquella manta que habían puesto en la arena.
Su bonito cuerpo llamaba la atención de todo tipo de personas, tanto mujeres y hombres pero ninguno se atrevía a hablarle. Esto era algo raro ya que cuando estaba solo siempre iba una o dos personas a pedirle su número o intentar ligar con él, la mayoría del tiempo les seguía el juego pero cuando llegaba su dupla los echaba como moscas a aquellos que querían ligotear con frases tontas a su hermano.
Sentía unos murmullos a su alrededor, y en especial su sexto sentido le decía que alguien lo miraba fijamente...
Y había acertado. En una pequeña carpa estaba un hombre de barba oscura, ojos azules y piel tostada, su cabello parecía haber sido sacado de alguien de los 70's, Dexter Konrad, un tipo que lo miraba de arriba a abajo mientras bebía su cerveza junto a su grupo de "amigos" que más que eso eran sus matones que lo seguían de un lado al otro. Era bien sabido que el sujeto traficaba todo tipo de cosas, desde armas hasta droga, y al estar en su mira directa, nadie se atrevía a acercarse a hablar con Horacio.
El sujeto tomo un cerveza del minirefrigerador que tenían a su lado y se la entrego a un compañero haciéndole una seña con los ojos que iba hacia el moreno, este asintió y caminó con la botella hacia el mismo.
