❥︎ 𝐂𝐚𝐩. 38 𝑅𝑒𝑣𝑜𝑙𝑡𝑖𝑗𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠

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Iba caminando de la mano con Matvey. La noche anterior la había pasado muy bien junto a él en aquella salida. Realmente si lo había sacado de sus pensamientos y creía que era un mago en enseñarle a sanar las cosas como por arte magia.

Estaba intentado darle el beneficio de la duda. Darle esa oportunidad de estar con él pues para bien o para mal, Matvey realmente si le gustaba. Había algo en él que lo atraía, desde el primer momento en que hablaron. Quizás fue ese coqueteo que jamás le había hecho algún hombre, pero su madre lo crío bien para comer todo lo que se le ponía en el plato.

Las intenciones de Matvey eran buenas. Ir despacio, esperar y abrazar el sentimiento de soledad en sus noches más largas. ¿Por qué lo hacía? Ni siquiera él lo sabía.

Horacio era ese tipo de personas únicas en el mundo o al menos en esa ciudad. Alguien con quién compartír un secreto sin ser juzgado, alguien con quién podía contar sabiendo que se preocupa tanto por sus seres queridos que sabía que era una persona en un millón, pues no existían ya personas de ese tipo.

Su peso valía en oro así que tenía que cuidarlo. Era un tesoro y quería esconderlo como un pirata antes de que la lujuria se lo llevará. Así entonces se dió un par de días de descanso ( no siempre ) pero intentaba estar más presente. Al menos si es que él menor quería. Estaba seguro de que habían tantas cosas que contarse, que no quisiera revivirlo de nuevo, secretos y historia pero comprendía al 100% su situación.

No era celoso, tampoco posesivo. Admitía que habían errores en cualquier relación y él siempre optaba por arreglar las cosas con palabras y no discusiones o golpes. Había algo en Horacio que lo hacía sentise más cariñoso, más sensible incluso.

¿Sabes lo que se siente? Que te guste alguien y que puedas estar con esa persona... Era una dicha y se sentía así de bonito como se vía.

Con su mano bailaban por las calles de Los Santos al compás de una melodía en sus cabezas. Habían ido a cenar y quedaron en que llevarían las últimas pertenencias de su departamento a la casa de la playa. Al menos se quedaria un recuerdo más de él en esa ciudad.

Sus paso iban torpemente de un lado a otro, por la derecha y casi resbalando al suelo pero entre sonrisas y risillas pilluelas, abanzaron calmados hasta el parking de delante del departamento. Era algo tarde y algo de vino corría por sus venas, no tanto para desorientarlos pero si para estar riendo por cada tontería.

— Podemos ir a la playa... A bañarnos... —

—¿Ahora? JaJa Mat, la playa está cerrada...—rodó los ojos depositando un beso en su boca. Amaba ese apodo que había adquirido, estaba dispuesto a morir por volverlo a escuchar pero hasta en la niebla más blanca, descendía el sol rápidamente.

¡Pam!

Alguien arruinó su momento más romántico y respondió con un gran golpe en la mandíbula de Matvey. Una figura alta tan alta que podía rebasar el cielo y sus sueños, vió desplomarse al suelo al pelirrojo sin poder impedirlo tan siquiera al ninguno de los dos esperarse aquel ataque.

— ¡Volkov! —corrió hacia Matvey para ayudarlo pero antes de que le estirará la mano para ayudarlo a levantarse este hablo.

—¿Qué coño haces? —cuando estaba más enojado porsupuesto se le notaba más el acento ruso.

— ¿¡Qué coño haces tu!? —volvió a voltear con el pelirrojo y lo ayudo a levantarse o al menos a quedarse sentado en el suelo— ¿Estás bien? —

— Ahg... Si... Ah- —se tocó la mandíbula con suavidad.

Le dió un ataque de celos a Volkov, su sangre hirvió, sintiéndose fuera de sí mismo por el alcohol que recorría sus venas hasta el punto que lo único que puedo pensar fue con sus puños.

Cartas con olor amor ♡︎𝑽𝒐𝒍𝒌𝒂𝒄𝒊𝒐 ♡︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora