❥︎ 𝐂𝐚𝐩. 37 𝐶𝑒𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑠𝑢𝑠 𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠

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¿Cómo sacarse esa imagen de su mente?

Fue su beso... Ese lugar era único... Y ahora quedaba como un recuerdo que jamás volverá a cumplir. Se hacía daño él solo. Sabía a lo que iba, y es que seguía esperanzado de alguna manera en que al menos no mencionarian nada mientras ellos hablaban, de sus nuevas relaciones.

Soñaba con sus ojos, soñaba con sus abrazos y besos. Soñaba todos los días con que lo volvería a rescatar de los peores operativos que tenían en el FBI. Soñaba con que estuviera a salvó en sus brazos, recostado los dos mientras el mundo seguía siendo la mierda que era. En ese rincón donde las luces no llegaban, en ese rincón donde el amor se sentía en el ambiente.

Una vez... Le dijo Ana a su pequeño hermano que si soñaba con mucha fuera e ilusión, se harían realidad esos sueños. Lo intentaba aunque pareciera un simple cuento tonto. Lo intenta de todas las maneras posibles... Pero, no veía resultados.

Se sumergía en el profundo mar de sus lágrimas, ese que lo ahogaba y lo hacía quedarse despierto por noches enteras. Ese que daña corazones y detroza la debilidad de soñar cosas que jamás pasarán.

Era demasiado grande para seguir creyendo en esas cosas. ¿Qué estaba haciendo?

Tal vez te preguntastes porque no se iba.

No podía.

Si se iba de aquí, posiblemente sería muerto.

Una lágrima se deslizó por su mejilla hasta caer en cuchillo en su manos. No era lo que pensabas.

Se encontraba en la cocina preparando un emparedado de mermelada, Nutella con fresas y nata. Retiro tristemente el rastro que habia dejaron está y siguió contando las fresas.

La puerta se abrió de su departamento. Era de noche y pensaba hacerce una dulce cena para después irse a dormir. Pero sus planes se desmoronaron una vez vio entrar a el pelirrojo a la cocina.

- Holaaa.... Horacio... ¿Qué haces pequeño? -se aparto un poco aclarando su voz pues aún se sentía débil.

- Ah- estaba haciendo un emparedado... ¿Quieres uno? -Matvey se agachó para verlo mejor pues parecía tener sus mejillas rojas al igual que sus ojos. ¿Qué estaba pensando?

- ¿Estás bien? -la notoria altura lo hacía inclinarse demasiado.

- Si... -sonrió falso- Estoy bien -con ambas manos tomo sus mejillas, dirigiendo toda su atención a sus ojos.

- ¿Seguro? Puedes... Contarme lo que sea...-entristecío sus ojos algo pequeños hasta que sintió su preocupación en su mirada por ver si él se encontraba bien. Se cristalizaron estos como dos perlas bajo el agua para después bajar la mirada apenado.

- No-... Estoy estoy bien... Mat... -

- Yo cuando me encuentro bien... No me dan ganas de llorar... -subió su menton buscando consolar su soledad con una cálida sonrisa- Sabes que puedes contar conmigo... Así sea para escucharte o darte un consejo. -

No se notó convencido ya que tampoco quería agobiar a Matvey siempre con el tema de su ex pareja. Negó con una sonrisa.

- No... -entonces antes de que siguiera negándose, subió su cuerpo entero del menor a la mesa, quedándose en medio para evitar que se fuera.

- ¿No?... Si no quieres hablar de eso te comprendo... Pero no quiero verte llorar, me rompe el corazón sentir que en algún momento te perderás. -

- No lo haré... Solo- ahhh estoy bien... -el cariño de Matvey no era comprar su amor con dinero, tampoco ser falso, ni desiteresado. Quería lo mejor para Horacio y aunque estuviera cansado de una jornada muy dura en el hospital, siguió el juego con un beso en su cabeza para después jalar su brazo e ir caminando por su departamento- ¿Qué haces? ¿A dónde vamos? -

Cartas con olor amor ♡︎𝑽𝒐𝒍𝒌𝒂𝒄𝒊𝒐 ♡︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora