❥︎ 𝐂𝐚𝐩. 26 𝑂𝑎𝑠𝑖𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑑𝑒𝑠𝑖𝑒𝑟𝑡𝑜

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"Por lo que mas quieras, jamás te olvides de darle una de estas pastillas a Horacio"

En su mano tenía un botecito no más grande que su palma, el cual estaba lleno de pastillas. No sabía que tenían exactamente, pero si eso lograba tranquilizar a su novio de los repentinos ataques donde se volvía violento y se iba fuera, si tomaría el riesgo de dárselas, confiar una vez en Andrés.

La última vez que lo vio sí no fuera por su experiencia en situaciones caóticas se hubiera puesto a llorar ahí mismo, hubiera dejado que su novio lo acuchillara al no querer ni siquiera inmovilizarlo porque sabía que solo lo lastimaría. Eso es algo que no se lo había dicho y había tapado las heridas con la excusa de ser por un atraco que se había puesto violento.

—Amor, llegué —habló cerrando la puerta de su hogar esperando a ser escuchado por su novio.

Curiosamente no escuchaba ni el sonido de la televisión, su hogar estaba en completo silencio. Sabía con exactitud que su Horacio se había quedado para descansar y no había recibido ningún mensaje de parte de él diciéndole que iba a salir.

Raro.

"Quizás está dormido"

Subió al segundo piso para ir en busca de su amado, abrió la puerta de su habitación y ahí estaba en la cama, tapado hasta arriba de las cobijas, si su vista no le fallaba había un pequeño temblor en aquellas.

Fue hacia él a pasos largos con su ceño fruncido al no saber qué pasaba, destapó delicadamente a el moreno viendo como efectivamente estaba temblando aunque había sudor en su rostro.

— ¿Amor? —lo llamó preocupado poniendo su mano en su frente tomándole la temperatura, estaba hirviendo en fiebre— Dios santo, ¡Horacio! —

No le respondía, ni siquiera abría los ojos, tenía que llevarlo al hospital inmediatamente pero había mucho tráfico, se tardarían más de lo debido al llegar ahí y tal vez la ambulancia tardaría más. Le destapó de las cobijas empezando a desnudarlo para llevarlo a la ducha, necesitaba con urgencia bajar su temperatura. A pesar de todo el traqueo que hizo el menor no parecía volver a tener conciencia, los llevó a la ducha y con el mayor esfuerzo posible regulo el agua estando un tanto fría para que su cuerpo se aliviara.

Se había olvidado por completo de siquiera quitarse el mismo la camisa estando empapado mientras apoyaba al moreno en su pecho evitando que se ahogara por la ducha.

— Vik... —el susurró de Horacio se sentía tan desganado, y a duras penas lo logró escuchar— aléjate... —

— ¿Que? ¡No! —le tomó la temperatura nuevamente esperando a que estuviera más relajado pero a su contrario aparecía aumentar cada vez más, hasta sentía su corazón latir acelerado— ¿Cómo quieres que te deje así? —

— Por favor... Va a empezar —Horacio espero con todas sus fuerzas que V no llegara en este momento, él no era tonto sabía lo que pasaba cuando perdía la conciencia y cuando volvía a sí mismo no era agradable lo que estaba viendo.

Viktor entendió de inmediato a lo que se refería, obvio no lo dejaría solo, así tuviera que clavarse una cuchilla en su pecho jamás lo dejaría.

— Quedate un momento aquí... —lo recargo contra la pared asegurándose de que el chorro de agua no fuera directo a su rostro— solo un segundo —inmediato corrió a tomar el botecito de pastillas para sacar una, y en el mismo movimiento correr hacia su novio.

— ¡Que te vayas ¿no entiendes?! —gritó enfurecido, poco a poco se sentía irse. Se sentía errático como si hasta el agua cayendo en él mismo aliviándolo lo enojara en demencia.

Cartas con olor amor ♡︎𝑽𝒐𝒍𝒌𝒂𝒄𝒊𝒐 ♡︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora