CAPÍTULO X

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MASRY

Mi cabeza reposaba sobre el hombro de Lucie mientras de fondo sonaba "The night we met", de Lord Huron.

Estábamos tumbadas boca arriba en el colchón de mi habitación.

Mis ojos estaban clavados en las cuerdas adheridas al techo donde papa me ayudó a colgar diferentes hojas artificiales.

Sus manos me acariciaban el pelo mientras me esforzaba por tragaba saliva con fuerza para no llorar.

No quería derramar ni una lágrima, porque eso solo haría que mi realidad doliese más y no quería seguir sufriendo.

Como aquella vez que me rompí el brazo en el parque.

El dolor era insoportable, pero estuve mordiendome el labio inferior durante horas, con fuerza, con tal de no mostrar mi sufrimiento.

Mis padres me llevaron al hospital y, mientras esperaba a ser atendida, las lágrimas comenzaron a formarse en mis ojos.

Me repetía a mí misma una y otra vez que no iba a llorar, que era fuerte y podía soportar el dolor.

Y así, con cada lágrima que se formaba, me las tragaba, con la esperanza de que desaparecieran.

Siempre desaparecieron.

Se ocultaron en algún recondito de mi cuerpo y nunca más volvieron a aparecer.

Habían pasado dos semanas desde que mis padres me dieron la noticia de que se iban a separar.

Papá recogió sus cosas y se marchó al norte de la ciudad, en una pequeña casa de montaña al lado del mar.

No me sorprendió, papá siempre necesitó tener el mar al lado para sentirse a gusto.

Mamá siempre odió el mar y todo lo que acarreaba este.

Siempre se quejó de los bichos cuando íbamos a la playa. Al igual que de la arena. Y del sol.

Creo que por eso habían decidido terminar. Quizás por la incompatibilidad que había entre ellos.

Toda mi vida había creído a pies juntillas que el amor de verdad era interminable.

Que era imposible que, si algo era tan precioso y brillante, no podía terminar nunca.

¿Qué ocurre en realidad?

¿Qué ocurre para que algo que duró tanto tiempo se termine igual de rápido que empezó?

¿Acaso es porque el amor se termina?

¿Acaso es porque la cuerda que los sostenía apenas era resistente y ambos se tambalearon hasta caer?

No sabía describir el dolor que me llevaba carcomiendo desde hacía dos semanas.

Era como si una sombra oscura se hubiera posado en mi pecho y no me permitiera respirar con normalidad.

Trataba con todas mis fuerzas de ignorarlo.

A veces, trataba de distraerme con música, con Lucie, con la cámara, con cualquier cosa que me sacase de ese estado de melancolía en el que me sumerjia constantemente.

Pero siempre lograba encontrar un resquicio por el que colarse, una grieta por la que se escapaba todo mi ánimo y energía.

- ¿Quieres hacer algo? - me preguntó en un susurro Lucie.

Sus manos seguían trazando un camino rítmico desde la raíz hasta las puntas de mi pelo.

Cerré los ojos y suspiré.

- Yo solo.... Yo solo quiero quedarme aquí. Contigo.

Percibí que asintió y se acomodó más en el colchón.

- ¿Por qué duele tanto, Lucie? - le susurré.

Pegó su mejilla a mi cabeza y respiró hondo.

-¿Sabes qué es lo peor del dolor, Masry? - Me aparté un poco para poder mirarla a los ojos - Que no se va. Por mucho que lo pidas. Por mucho que lo intentes. Por mucho que muerdas, escupas, corras, arañes, no se va. Se queda en tu piel.

Volví a apoyar la cabeza en su hombro y la estreché entre mis brazos.

- ¿Tú sientes dolor?

- Todos los días. A todas horas. A veces siento que es como una sombra que veo en mi reflejo y a la que tengo que acostumbrarme.

No le pregunté porque sentía ese dolor.

O quién se lo había provocado.

Sabía lo difícil que era.

Tan solo me quedé abrazandola y aspirando su aroma a vainilla que ya me empezaba a gustar.

LUCIE

Cerré los ojos mientras sentía sus brazos rondeando mi cintura.

No quise moverme.

No quise respirar.

No quise provocar nada que me obligaste a no disfrutar de ese momento.

De su cercanía.

Yo solo quería sanar sus heridas.

Esas que la hacían llorar por dentro a pesar de que intentase mostrarse valiente delante mia.

Quería asegurarle que no tenía que aparentar nada.

Que yo solo quería estar con ella, a pesar de sus nubes grises.

Yo solo quise agarrar todos sus demonios y dolores y hacerlos mios.

A pesar de morirme de sufrimiento.

A pesar de no sostenerme en pie.

Con tal de verla sonreír y desplegar sus alas.

✅Aquella versión que nunca te contaron  Where stories live. Discover now