ESTO ES UN DIARIO

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Ayer, Masry y yo inventamos una nueva tradición.

Todos los domingos por las noches, iríamos a su casa y montariamos un bunker de sábanas y cojines para ver películas de miedo mientras nos atiborramos a chocolatinas y gominolas.

Estuvimos haciendo una lista de cosas que nos hacían falta en una hoja de libreta.

Yo tendré que llevar las chocolatinas, los pijamas y las linternas de oso que se iluminaban de colores.

Masry dice que deberíamos cambiar las películas de miedo por películas románticas.

Yo le he dicho que no, que no sea una gallina.

Y Masry se ha enfadado diciendo que ella no era ninguna gallina y que soportaba cualquier película de miedo que le pusieran en frente.

Ahora mismo, sigo riéndome al recordar como frunció el ceño haciendo un puchero.

Yo ya sabía que Masry soportaba cualquier cosa, era una chica muy fuerte, incluso más que yo, pero conmigo no tenía que fingir las cosas que no le gustaban.

Sé que no soporta que la gente haga sonidos con la boca al comer, yo soy la primera que hace esos sonidos, pero he aprendido a dejar de hacerlos cuando estoy con ella.

Sé que no soporta que la gente le diga lo que tiene que hacer, a pesar de que lo tiene que hacer.

Sé que no soporta cuando se queda una rendija de luz en la persiana, necesita dormir en completa oscuridad.

Sé que no soporta el tacto de los peluches que llevan pelo, dice que le dan vibras demoníacas.

Yo tampoco la entiendo, querido diario.

Pero creo que por eso la elegí como mi mejor amiga, porque no logro entenderla del todo y eso me produce una sensación de curiosidad hacia ella.

El caso es que Masry es mi mejor amiga, y nadie nunca conseguirá separarme de ella.

Papá se ha marchado hoy por la mañana y aún no ha vuelto.

No es la primera vez que lo hace.

Y tampoco es la primera vez que mamá se queda despierta sentada en la mesa del salón esperando a que venga.

Algunas veces he bajado al salón y me la he encontrado durmiendo con la cabeza apoyada en la mesa.

Normalmente, le pongo una manta por encima y le doy un beso en la frente.

Después, sobre las cuatro de la madrugada, papá vuelve y comienzan a discutir.

Pero a veces papá arrastra las palabras al hablar.

Otras, estampa cosas de cristal sobre el suelo.

Me da miedo que obligue a mamá a recoger los pedazos de cristal con la mano porque no quiero que se haga daño.

Pero cuando me levanto por la mañana no tiene tiritas en los dedos, sino vendas en la cara y heridas.

No sé qué hacer a parte de abrazarla cuando la veo así.

Ella solo me estrecha con debilidad y me dice que no ha pasado nada, que todo está bien.

Y yo sé que no lo está, pero no puedo hacer nada.

Si mamá lo dice, me lo tendré que creer, ¿no?

Buenas noches, querido diario.

✅Aquella versión que nunca te contaron  Where stories live. Discover now