CAPÍTULO II

21 12 20
                                    

STOTTEL

Todo había cambiado.

Desde que la muerte de Lucie fue anunciada, el pueblo entero se vino abajo.

Cerraron los institutos por dos semanas.

La gente comenzó a especular sobre el porqué una adolescente tan brillante y guapa había decidido terminar tan abruptamente con su vida.

Y todos se enzarzaban en una discusión que nunca tenía una respuesta sólida.

Yo sabía que Lucie nunca fue lo que todo el mundo veía de ella.

Nunca llegué a conocerla, pero la gente rota se puede diferenciar entre ellos.

El mismo dolor que se reflejaba en mis ojos cada vez que me veía en el espejo, era el mismo reflejo de los suyos.

Por muchas sonrisas.

Por muchas risas.

Lucie estaba rota, y lo supe desde el primer momento en que la vi junto a Masry.

Masry también había estado rota toda su vida.

Y ahora que la sentía tan cercana a mi, me daba cuenta que seguía estandolo.

Es doloroso ver a una persona rota, especialmente cuando te das cuenta de que tú mismo estás en la misma situación.

Es como mirarte en un espejo y ver la desolación reflejada en otro ser humano, pero también en ti mismo.

Es una experiencia abrumadora, desgarradora y desoladora.

La sensación de impotencia que surge al presenciar la devastación de alguien cercano es abrumadora.

Se siente como si estuvieras parado en la orilla de un abismo, viendo cómo esa persona cae cada vez más profundo en la oscuridad.

Quieres tender una mano para ayudarla, pero te das cuenta de que tu propia mano está temblando, incapaz de encontrar la fuerza para levantarte a ti mismo.

¿Cómo es posible ayudar a alguien cuando ni siquiera puedes ayudarte a ti mismo?

Es una paradoja dolorosa que te consume por dentro, haciéndote sentir culpable por no poder ofrecer apoyo cuando más se necesita.

Te sientes como un naufrago en medio de una tormenta, luchando por mantener la cabeza fuera del agua mientras ves a otros hundiéndose a tu alrededor.

La sensación de soledad que acompaña a esta experiencia es abrumadora.

Te sientes aislado en tu sufrimiento, incapaz de compartirlo con los demás porque ni siquiera puedes comprenderlo por completo.

Es como si estuvieras atrapado en un laberinto sin fin, perdido en tus propios pensamientos oscuros y temerosos.

La culpa también juega un papel importante en este dolor inmenso.

Te culpas a ti mismo por no ser capaz de salvar a esa persona de su sufrimiento, por no haber visto las señales antes, por no haber hecho más para evitar que llegara a ese punto.

Te sientes como si llevaras un peso insoportable sobre tus hombros, una losa de culpa que amenaza con aplastarte en cualquier momento.

Veía a Masry con la mirada apagada y la voz rota y deseaba tatuarme todo su dolor para que ella no tuviese que sufrir más.

La impotencia es otro sentimiento que se apodera de ti cuando te encuentras en esta situación.

Te das cuenta de que no importa cuánto te esfuerces, no puedes cambiar la realidad de la situación.

No puedes arreglar a esa persona rota, no puedes devolverle la felicidad que ha perdido, no puedes borrar el dolor que la consume por dentro.

Te sientes impotente, como un espectador en un teatro trágico, viendo cómo se desarrolla una tragedia sin poder hacer nada para detenerla.

La tristeza y la angustia son emociones constantes que te acompañan en ese viaje doloroso.

Te encuentras sumergido en un mar de lágrimas, ahogándote en una tempestad de emociones desgarradoras.

Cada día es una lucha constante por mantener la compostura, por no dejarte llevar por la desesperación que amenaza con consumirte por completo.

La sensación de desesperanza es abrumadora.

Te das cuenta de que no importa cuánto te esfuerces, no puedes cambiar el pasado, no puedes arreglar lo que está roto, no puedes devolver la sonrisa a la cara de esa persona que amas.

Te sientes atrapado en un ciclo interminable de dolor y sufrimiento, incapaz de encontrar una salida a esta pesadilla sin fin.

Te enfureces contigo mismo por no poder hacer más, por no ser suficiente para esa persona que tanto significa para ti.

Te enfureces con el destino por no haber sido más amable contigo, por haber cruzado tu camino con el de alguien tan herido y fracturado.

Te enfureces con el mundo por ser testigo de tanta miseria y dolor, por no ofrecer ninguna respuesta a tus preguntas sin sentido.

Y así, te encuentras atrapado en un torbellino de emociones contradictorias, arrastrado por la corriente de la desesperación y el sufrimiento.

Te sientes como un náufrago en medio de un océano de lágrimas, luchando por mantener la cabeza fuera del agua mientras las olas amenazan con arrastrarte hacia las profundidades más oscuras y temerosas.

No hay final feliz en esta historia.

No hay solución mágica que pueda devolver la felicidad a tu vida, que pueda arreglar lo que está roto, que pueda restaurar la fe en el amor y la esperanza.

Solo queda el dolor, la desolación, la tristeza y la angustia que te acompañan en este viaje sin retorno hacia la oscuridad.

Para mi era complicado estar al lado de Masry.

Había deseado estar a su lado toda la vida, pero no de aquella forma.

No sabiendo que se apoyaba en mi porque no tenía a nadie más.

Sentía que si yo fallaba ella caía.

Y la quería demasiado como para dejarla caer.

✅Aquella versión que nunca te contaron  Where stories live. Discover now