CAPÍTULO XI

23 11 12
                                    

STOTTEL

Su mano estaba sobre mi antebrazo.

Estaba ahí de manera casual.

Quizás ella no sabía el calor que conseguía irradiar con ese pequeño tacto que tenía sobre mi piel.

Quizás ella no entendía todas las cosas que sentía.

- Aquí se está bien - me dijo sin mirarme.

Estábamos sentados en la casa del árbol.

Aquella que llevaba años sin pisar y a la que solía ir de pequeño a dibujar.

Nunca había invitado a nadie a entrar a mi lugar seguro.

Y la había dejado entrar a ella aún sabiendo que no era buena idea.

Porque creo que desde siempre lo supe.

Creo que empecé a saberlo en cuanto cruzó su mirada con la mía y me vio por primera vez en el cementerio.

Supe desde un principio que ella sería la ola del mar que me arrastraría y me haría estrallarme contra una gran roca que me haría hundirme muy profundamente hacia abajo.

Pero también hay belleza en las olas que te arrastraban al fondo del mar.

- ¿De qué conoces este sitio? - preguntó, haciendo que su voz hiciese eco en esas pequeñas paredes de tablones de madera.

Suspiré y cerré los ojos.

Estuve a punto de decirle que lo encontré gracias al abandono de mi padre.

Gracias a las exigencias de mi madre.

Gracias al dolor que me invadió el pecho desde tan pequeño.

Gracias a la soledad a la que siempre fui sometido.

Pero solo me encogí de hombros y dije :

- Este lugar me encontró a mi en mi peor momento. No creo que hubiese sido capaz de sobrevivir sin esto.

Su mano hizo más fuerza sobre mi brazo.

- ¿Por qué decidiste acercarte aquel día, Stottel? ¿Por qué decidiste acercarte a mi? No puedo ser lo que mereces. No puedo ser eso que tienes a tu lado porque estoy demasiado perdida como para saber siquiera si estoy dentro de mi misma.

La miré a los ojos.

Estábamos a pocos centímetros.

Su respiración sopló mis labios.

- Porqué te vi demasiado oscura. Y la oscuridad también tiene su magia aunque pocos la aprecien. La oscuridad que tú tenías en aquel momento servía para encender almas, Masry.

Se mordió el labio inferior tratando de no llorar.

- A Lucie le hubieses encantado - afirmó, con los ojos llenos de agua, como un cuenco apunto de derramarse - ¿Dónde estuviste todo este tiempo, Stottel? ¿Por qué te escondiste tanto?

Quise decirle que siempre estuve ahí.

A su lado.

Que si se hubiese fijado un poco más, hubiese coincidido con mis ojos.

Que si se hubiese fijado un poco más, se hubiese percatado de mi existencia.

Pero Masry fue demasiado complicada, casi tanto como siempre lo fue Lucie.

Quizás por eso fueron mejores amigas.

Porque se complementaron los huecos restantes como un puzzle.

Entonces me di cuenta que Masry no me amaba como yo la amaba a ella.

Porque ella aún no me quería.

Y yo llevaba queriendola en silencio durante muchos años.

Entonces, se fue apagando la ilusión de tenerla.

Aunque seguía amandola.

Entonces, me rompí al saber que ella tan solo amaba que estuviese ahí para ella.

Y romperse sin hacer ruido es el arte de los que amamos en silencio.

✅Aquella versión que nunca te contaron  Where stories live. Discover now