6. Destino.

82.5K 11.7K 6.1K
                                    

Ya se le estaba haciendo costumbre a Jungkook levantarse temprano para pasar por el café, aunque hacia días que ya no veía Jimin por ahí. Se preguntaba dónde podía andar metido el ojinegro, y es que extrañaba su compañía, a pesar de que no hablaran mucho y Jimin siempre fuera hostil. De todas formas era la razón por la cual asistía al local y parecía extraño no verlo por ahí metido o por lo menos pasando frente al ventanal, quizá su actitud lo había espantado o le había pasado algo malo. Prefirió dejar de pensar estupideces.

Cruzo la calle y entro al café pidiendo un capuccino cargado al primer mesero que vio. Examino el lugar con detenimiento hasta que se topó con una cabellera anaranjada como el mismísimo atardecer sentada en la mesa de siempre.

Jungkook espero un par de minutos su capuccino y luego camino hacia Jimin. Mientras más se acercaba podía notar lo cansado que lucía el ojinegro. Se veía sumamente pálido y unas ojeras moradas se acentuaban en su rostro. "Aun así se ve hermoso", pensó para sus adentros. Y se dio cuenta que por primera vez veía un libro cerrado al lado de Jimin.

¿Qué mierda pasaba?

– Hola, desaparecido –saludó Jungkook haciendo que el peli-naranja levantase su mirada.

– Hola, Jungkook –le saludo de vuelta Jimin.

– Tu cara es un total asco, déjame decírtelo –el ojinegro lo fulmino con la mirada y bufó.

– No estoy de humor.

– Nunca estas de humor, para ser sinceros –Jimin gruño y desvió su mirada hacia otro lado para evitar al castaño– ¿Has tenido mucho trabajo?

– Lo de siempre.

– Entonces, ¿por qué te ves tan cansado?

– No es algo que te tenga que importar.

Jungkook lo miro desganado. Si algo había aprendido en su carrera de psicólogo era que la gente que se encerraba mucho en sí mismo era porque les habían hecho daño en el pasado, la pregunta era ¿qué le habían hecho a Jimin?, ¿acaso algo muy malo había ocurrido en su vida como para qué el fuera tan arisco y desconfiado de la gente que se le quería aproximar? 

– Esta bien, supongo que no quieres hablar.

– ¿Qué comes que adivinas? –ahora Jungkook estaba luchando con su yo interno para no darle un golpe en la cara.

– No es necesario que me trates así.

– Entonces no te metas donde no te llaman.

Jungkook miró a Jimin algo decepcionado, a lo que el ojinegro respondió solo con un revoloteo de ojos. A pesar de todo el castaño permaneció ahí, sin moverse, tratando de no tomar a mal todas las palabras que el peli-naranja le decía. Jungkook jamás fue una persona agresiva, odiaba las peleas desde pequeño, solo solía sacar a la gente de quicio pero nada más. Y que Jimin estuviese tratándolo así, como si él fuera el problema que lo aqueja tanto lo hacía sentir mal, porque el solo quería conocer al verdadero chico detrás de esas paredes de arrogancia.

– Sé que soy un extraño Jimin, que no deberías contarme tus cosas y lo entiendo a la perfección, yo tampoco le contaría las mías a uno –el castaño se levantó de la mesa sin dejar de hablar mientras Jimin lo observaba atentamente– pero no es necesario que seas tan jodido conmigo, si no quieres que te hable más, así será, pero sé que hay más de ti detrás de la fachada de "no me gusta sociabilizar". Solo quería conocerte, ¿sabes?, no es un pecado.

Jungkook dio media vuelta para dirigirse a la salida.

– ¡Jungkook! –gritaron a su espalda.

El castaño sonrió antes de darse vuelta para ver a Jimin, al parecer el discurso de ciervo herido surtió efecto en el alma de piedra del chico del café.

– Tú ganas –dijo Jimin– lo siento, me he comportado con un imbécil, pero no estoy acostumbrado a que la gente trate de hablar conmigo.

– Quizá porque no les das la oportunidad.

– Eso es verdad, jamás me ha interesado conocer a nadie.

Jungkook se volvió a sentar frente a Jimin. – Te entiendo, soy muy insistente.

– Ni que lo digas, Jeon.

Jungkook no pudo evitar reírse contagiando a Jimin de a poco, hasta que ambos chicos estaban carcajeándose dentro de la cafetería literaria. El castaño se atrevería a decir que la risa del chico del café era la melodía más bonita que alguna vez escucho. Por otro lado, Jimin estaba mirando a Jungkook de pies a cabeza tratando de descifrar si es que había algo bueno que rescatar de la egocéntrica personalidad del castaño.

– ¿Quieres comenzar de nuevo, Park Jimin?

– Esta bien, qué más da –se dieron la mano, sellando el nuevo comienzo.

– A veces creo que te aprovechas de lo guapo que eres –dice Jungkook.

El ojinegro se río. – El diablo hablando de pecados, ¿no crees que tú eres el que se aprovecha de sus encantos para hacer lo que se le antoja?

– ¿Estás diciendo que tengo encantos, Park Jimin? –el peli-naranja se sonrojo y negó con la cabeza.

– No quise decir eso, yo...

– Sabía que me encontrabas guapo, cariño, no sé para qué te demoraste tanto en decirlo.

– Un momento yo jamás...

– No es necesario que digas nada, ya sé que mueres por mí.

– Yo no...

– No lo ocultes más, a mí no me molesta

– Hijo de p...

– ¡Park!, no digas palabrotas, por favor, hay niños aquí –Jungkook le sonrió victorioso y Jimin bufó derrotado. En el rostro del ojinegro se formó una pequeña sonrisa.

– No eres un patán después de todo –susurró Jimin.

– Deberías concederme una cita para conocerme mejor, cariño –el ojinegro negó con la cabeza.

– No eres mi tipo, Jungkook.

– ¿No?, hace unos segundos elogiaste mis encantos, si mal no recuerdo.

Jimin soltó una risita. – Hablo enserio, Jungkook.

– Vale, vale. Si dices que no soy tu tipo debes tener una razón muy buena, ya que soy el tipo de todo el mundo –el peli-naranja revoloteó los ojos– ¿Por lo menos podemos ser amigos?

Jimin lo quedo mirando. Él tenía una amiga, y esa era Haneul. Nunca había tenido más amigos, porque casi todos se acercaban a él por interés. Siempre tuvo esa desconfianza con la gente, todos usaban una máscara para hacerles daño a los demás, o eso pensaba el ojinegro. Pero a pesar de todo había algo en su interior que prácticamente le gritaba que Jungkook era diferente aunque tratase de demostrar todo lo contrario.

– Mira dejémoslo a la suerte, echaré una moneda... –el ojinegro lo interrumpió.

– No caeré en ese truco de nuevo.

– No te engañare esta vez, pásame tu una moneda mejor –el peli-naranja desconfió un poco pero luego tanteo en su bolsillo y le entregó la moneda al castaño– cara, seremos amigos, sello, no te molesto más. ¿Te parece?

Jimin asintió y Jungkook tiro la moneda en el aire que luego aterrizó en la mano de este último. El castaño destapo la moneda mostrándosela al ojinegro, con una sonrisa de oreja a oreja la dejo justo frente al peli-naranja.

– Creo que el destino quiere que seamos amigos, Park Jimin, deberías hacerle caso.

Tomando su último sorbo de su café el castaño se marchó rumbo a su universidad dejando a Jimin con la moneda apuntando a cara a su lado.

Café para dos ◆ Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora