21. Manos.

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Jimin estaba nervioso y asustado. La mirada de su padre estaba sobre él lo que indicaba que no tenía escapatoria. Hace días tenía un mal presentimiento de que cosas malas comenzarían a ocurrir y al parecer no se equivocó. Su padre tomo un largo trago de su vaso antes de comenzar a hablar nuevamente.

– ¿Acaso no dirás nada? –le pregunto el señor Park.

– No tengo nada que decirte... –respondió el peli-naranja.

– Creí que eras mucho más inteligente, Jimin, enserio que lo creí –su padre negó con la cabeza– Pero veo que me equivoque.

– Lo que haga con mi vida a ti no te interesa.

– ¿Eso crees? Tus estupideces me afectan a mí y a tu madre, no quiero que la gente comience a hablar de nuestro hijo marica.

La última palabra reboto en la cabeza de Jimin.

Y no es que el esperase que su padre lo tratara de una manera más cordial y comprensiva, sería muy estúpido hacerlo. Pero aun así se suponía que era su padre, la persona en la que confiarías si algo malo te pasa y quien debería darte un apoyo incondicional acompañado con amor. Nunca entendió por qué sus padres nunca fueron como los demás, ¿acaso era mucho pedir?

– Creo que sabes que no me importa lo que la gente piense de mí o de ti –respondió el ojinegro dando un sorbo a su trago.

– Deberías, porque a mí no me vas a hundir en tus jueguitos.

– ¿Pará qué me llamaste?, ¿es acaso para darme la charla estúpida?

– No vengo a darte ninguna charla, solo quiero decirte que si sigues con esta estupidez la que sufrirá las consecuencias será otra persona.

A Jimin se le heló el corazón porque sabía que no hablaba de Jungkook sino de Yun. Apretó su puño derecho tratando de controlar la cólera que se acumulaba dentro de su ser porque sabía que esta vez su padre iba a acorralarlo.

– No metas a Yun en esto –le dijo seco.

– Solo trato de que me hagas caso de una vez por todas, ¿es mucho pedir? –le pregunta su padre y Jimin ríe.

– Eres un...

– Mejor controla tus palabras si quieres que sigamos hablando.

De inmediato cerró la boca y en ese minuto extraño a Jungkook. Últimamente el castaño era el que lo calmaba en esas situaciones, lo que Jimin agradecía desde el fondo de su corazón. Pero ahora que se encontraba ahí solo se le estaba tornando difícil no reaccionar de manera violenta con el señor Park.

– ¿Y qué quieres que haga? –pregunto Jimin tratando de mantener la poca calma que le quedaba.

– Quiero que dejes a ese chico y vuelvas a vivir con nosotros, empezarás a ocupar el lugar que te he guardado dentro de la empresa.

Y en el fondo el peli-naranja sabía de sobra lo que su padre quería pero no estaba dispuesto a decirlo el mismo. En ese minuto su respiración se volvió más pesada porque él no quería que lo alejasen de Jungkook, no ahora que estaban siendo tan felices. Tampoco estaba dispuesto a renunciar a su sueño de convertirse en arquitecto después de todo lo que había trabajado para conseguirlo.

– Jimin, tú no eres gay –siguió su padre– lo que sientes por el hijo de los Jeon es una fijación solamente, ya verás que cuando te presente a alguna de las hijas guapas de nuestro íntimo círculo de amigos podrás...

El señor Park seguía parloteando mientras la mirada de Jimin se perdía en un punto fijo en la nada.

Jimin era gay y él siempre lo había sabido. Desde que era pequeño le resultaba imposible ver a sus compañeras de escuela de otra forma, no sentía ningún tipo de atracción con ellas, en cambio podía perder horas embobado observando a los chicos de su clase y muchas veces se enamoró pasajeramente de alguno. Su corazón ni su cuerpo podían ser de una mujer y para él era bastante obvio, pero al parecer a su padre le costaba entender.

Café para dos ◆ Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora