4. Paseo al trabajo.

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Jungkook estaba en la mesa donde Jimin se ponía a leer sus libros. Le parecía muy extraño no ver al ojinegro allí con su semblante frío esa mañana. Las otras veces que lo había visto siempre estaba desde temprano en la cafetería. Cuando Jimin recibió esa llamada el día de ayer, en medio de su charla, noto que la cara de este cambió por completo y lo único que transmitía era preocupación. A pesar de eso prefirió no preguntar nada, estaba seguro de que lo mandaría a la mierda si lo hacía.

En los últimos días Jungkook no había podido dejar de pensar en Jimin y eso lo estaba comenzando a preocupar. Varias veces se dijo a si mismo que era solo un capricho, que de un momento a otro se iba a aburrir como con todo lo demás en su vida. Jungkook se consideraba como una persona que siempre conseguía lo que quería aunque le costará mucho, pero cuando lo obtenía simplemente lo dejaba de lado, por eso odiaba la rutina y siempre trataba de hacer algo nuevo, como la vez que se tiño el pelo azul solo para cambiar de apariencia, Taehyung se burló de él pero las demás personas lo consideraron realmente único, obviamente, porque era Jeon Jungkook.

Bebió su café preocupado por Jimin, simplemente no podía evitarlo, aunque no sonará ni un poco como él. Puso la taza en la mesa y comenzó a jugar con sus dedos. ¡Si tan solo tuviera su número!, pero no, el ojinegro se empeñaba a no decir casi nada sobre él mismo y eso realmente le exasperaba, ¿acaso no podían llevar una conversación amena al menos una vez? Observo la cafetería entera, buscando en que entretenerse, luego miro hacia afuera. El día estaba nublado y no había mucha gente, lo único que se diferenciaba en el paisaje de edificios era un chico que pasaba frente al ventanal sin detenerse a entrar al local.

Jimin.

Jungkook se levantó rápidamente y corrió a la salida como si su vida dependiera de ello. De a poco el ojinegro se metía debajo de su piel, atrapándolo y haciendo que se confundiera, obviamente sin que nuestro amigo Jungkook se diera cuenta.

Jimin estaba en la calle caminando muy rápido por la acera ya que iba a llegar tarde al trabajo. Esta vez no pudo entrar a su cafetería favorita para tomar la taza de liquido amargo que tanto le encantaba. Se había levantado muy tarde esa mañana por los acontecimientos del día anterior, quedo cansado por la discusión con sus padres, y no era para menos. Aquel par de idiotas solo les importaba el estatus social, cosa que llenaba a Jimin de desprecio hacia su propia sangre. 

A lo lejos empezó a escuchar pasos que lo perseguían con rapidez, los ignoro por completo hasta que alguien se plantó frente a él dándole el susto de su vida.

– ¡POR LA REVERENDA Y SANTISIMA MIERDA! –grito Jimin y todo el mundo se le quedo mirando.

– ¿Con esa boquita comes, Park Jimin? –Jungkook parecía totalmente divertido ante la reacción del ojinegro, quien revoloteo los ojos y luego le dio una mirada asesina.

– Jodido Jeon, ¿podrías evitar tratar de matarme la próxima vez?

– Mmmh, pero es que te vez tan guapo cuando te asustas, Jimin.

El ojinegro suspiro frustrado y susurro. – Idiota.

Jungkook siguió caminando a su lado esperando que el iniciará algún tipo de conversación. ¿Alguna vez se hartaría de ser tan arrogante, antipático y estúpidamente hermoso?

– ¿Por qué no has ido al café, Jimin?

– Me estas gastando el nombre, lo dices a cada segundo –Jungkook ni se inmuto. Le gustaba mucho decir el nombre de Jimin en voz alta– voy tarde, debo ir a trabajar.

– Oh, ya veo... Te acompaño.

Él lo quedo mirando. – ¿Acaso te he invitado?

Jungkook siguió caminando haciendo parecer que no había escuchado esa última frase. En su cabeza Jimin se preguntaba cómo podía haber un chico tan insistente como él. El castaño no era su tipo, ni de lejos, representaba todo lo que alguna vez odio de este mundo, pero era guapo, nada más. Jimin no podría estar con una persona así, se traicionaría a él mismo y a sus creencias.

De todas formas se quedó en silencio observando como el castaño movía sus pies. Se dio cuenta de que Jungkook era más alto que él pero seguía teniendo actitudes de niño pequeño y le pareció sumamente tierno.

– Jimin...

– ¿Ah?

– ¿Puedo hacerte una pregunta?

– Ya me hiciste una, Jungkook –el peli-naranja se burló del castaño pero este último parecía serio.

– Bueno, dos mejor.

– Está bien.

– ¿Por qué te fuiste ayer? –Jimin se puso tenso apenas las palabras de Jungkook salieron de su boca– parecías muy afectado y no pudiste decirme nada.

El ojinegro solo se quedó en silencio, no hablaría de eso con Jungkook, jamás. Opto por lo más sano y lo ignoró el resto del camino. Desde niño Jimin aprendió a construir una barrera alrededor de sus sentimientos y su mente, para que nadie pudiera traspasarla. La vida le enseño de manera dura que no podía confiar en nadie con rapidez, solo la gente idiota hacía eso y hasta tu familia podía decepcionarte completamente.

Jungkook trataba de leer la mente de Jimin. ¿Qué podía estar pasando en esa cabeza loca?, espero mucho tiempo por una respuesta que obviamente no iba a llegar. La curiosidad de Jeon solo logro aumentar con el gesto que tuvo el chico del café, muchas preguntas más se formaron en su cabeza y deseo con todas sus fuerzas que Jimin le dijera todo sobre él mismo. ¿Qué escondían esos ojos tan oscuros como la noche misma?

– ¿No deberías estar en la universidad? –Jungkook se sobresaltó al escuchar su voz.

– Tuve una hora libre –mintió. En este minuto debería estar tomando los apuntes de la profesora Sun Hae.

– Quien fuera tú, futuro psicólogo –agrego el ojinegro sarcásticamente.

– ¿Siempre eres así de hostil, cariño?

– Sí.

– ¿Por qué?

– Porque quiero y deja de hacer preguntas, me sofocas.

– Vale, lo siento.

Jimin doblo por una calle llena de restoranes distintos, Jungkook podía sentir como el olor a comida recién echa entraba por los orificios de su nariz, Dios, olía muy bien. Pero el ojinegro no se detuvo sino hasta el final de esta, frente a un restorán cinco estrellas que Jungkook conocía bien.

– ¡Eh!, conozco este lugar –el castaño sonrío de oreja a oreja mientras Jimin se le quedaba mirando.

– ¿Sí? –pregunto el ojinegro.

– Sí, mis padres me han traído un par de veces, la comida es deliciosa.

– Sí, lo es.

– ¿Trabajas aquí? –pregunto Jungkook y Jimin asintió.

– Las propinas son muy buenas.

Ambos se quedaron en silencio. Jimin sospechaba que Jungkook venía de una familia con dinero y eso lo hacía odiarlo un poco más, aunque fuera estúpido. El peli-naranja saco su telefono y revisó la hora, eran las diez en punto de la mañana y Jimin estaba a punto de empezar su turno en el Joly's.

– Jungkook...

– ¿Sí, Park Jimin?

– ¿Cuál es la necesidad de decir mi nombre y apellido? –el ojinegro negó con la cabeza– como sea, debo entrar a trabajar.

– Oh, lástima, entonces... ¿Adiós?

– Adiós –Jungkook miro a Jimin y sonrió.

– Me gusto caminar contigo, Park Jimin.

El ojinegro revoloteo los ojos. – Lo que digas, Jeon, adiós.

La figura de Jimin se perdió dentro del restaurante. El castaño se quedó afuera observando su alrededor, ya era momento de volver a la universidad. Mientras caminaba en su cabeza había una duda que no lo dejaba tranquilo.

¿Park Jimin podía ser más hermoso?

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Capítulo fome:( pero paciencia ya empezará todo el trama!


Café para dos ◆ Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora