9. Muy borrachos.

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Cuando Jungkook se sentó en medio de la calle vacía sintió que todo le daba vueltas, miró al cielo y apenas distinguía borrosas estrellas que decoraban el firmamento. Estaba borracho, muy borracho. Pero aún en ese estado los ojos negros de Jimin eran el centro de su atención, lo vio sentándose a su lado riendo de algo sin sentido, noto como ligeramente le temblaba el labio a causa del frío. En ese instante se sacó su chaqueta y se la coloco sobre los hombros al peli-naranja quien la acepto sin ningún pero. Mientras se colocaba la chaqueta Jimin se acercó un poco más al cuerpo de Jungkook, apenas unos milímetros que solo el castaño distinguía. Ambos se miraron sin darse cuenta de cómo el tiempo pasaba sobre ellos, era evidente el imán invisible de atracción que estaba entre esos dos.

Jimin sonrío y eso volvió loco a Jungkook.

De a poco el castaño comenzó a aproximarse a la cara del ojinegro, ya no aguantaba más tenerlo tan cerca y no probar sus labios. Siguió su camino hasta que se detuvo dejando una pequeña distancia entre sus narices.

– ¿Me vas a besar? –pregunta Jimin en palabras entrecortadas, claramente tan borracho como Jungkook.

– Yo creo que sí –responde en un susurro.

Jimin solo dice.

– Estoy lo bastante borracho como para que mi arrogancia no me haga impedírtelo.

4 horas antes.

Jimin seguía a Jungkook en silencio, ahora se estaba cuestionando haber aceptado la propuesta del castaño pero las ganas de olvidarse de todo por una noche ganaban por mucho. Jungkook se detuvo frente al tercer local por el que pasaron, el peli-naranja levanto la cabeza encontrándose con un gran letrero fluorescente que decía "Bar Hard Rocky Rock". Muchas veces había escuchado comentar a distintas personas que ese bar tenía una arquitectura preciosa y que el ambiente era muy relajado, había tenido deseos de visitarlo pero nunca tuvo el tiempo para darse el lujo.

– Wow –pronunció Jimin y Jungkook lo miro extrañado.

– ¿No te gusta? –Pregunta– podemos ir a otro lado.

– No, no –dice el ojinegro– hace mucho que quería venir a este bar. Por un momento... –y Jimin se quedó callado.

– ¿Qué?

– No, nada.

– ¡No! –Grita Jungkook en tono de berrinche– ahora quiero saber.

– Solo que –empieza el peli-naranja– pensé que solo ibas a esas fiestas de ricos, donde hablan de negocios y todos toman vino, o esos bares de ricachones donde la cerveza te cuesta un ojo de la cara y es la misma que sirven en todos lados.

– Oh, vamos, Jimin, tú y yo sabemos que esos lugares son de los peores.

– Sí, solo me lo imagine.

Jungkook comenzó a reírse frente al ojinegro.

– Creo que se nota que tengo buen gusto en fiestas, cariño.

Jimin revoloteó los ojos. –Sí, como digas, Jeon.

Ambos chicos se acercaron a la entrada del Bar donde estaba el guardia dejando entrar a la gente, el hombre alto y musculoso reconoció a Jungkook y los dejaron pasar de inmediato.

El ojinegro quedo embobado con la arquitectura del local, entendió en el instante por qué todos hablaban tanto de aquel lugar y es que era impresionante. El piso de mármol contrastaba con las barras de metal y los asientos de cuero rojos, las escaleras en zigzag hacia el segundo piso llamaban la atención de cualquiera y para rematar el lugar estaba perfectamente decorado con guitarras y discos de rock. Para Jimin era el paraíso.

Café para dos ◆ Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora