3. Jimin.

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Jimin tomó un libro de la repisa que exhibían en el café. En la portada se leía "HERMOSO DESASTRE" en letras grandes, le pareció un título interesante así que se lo llevo consigo hasta la mesa donde siempre se sentaba.

El ojinegro había descubierto la cafetería unas semanas antes mientras iba camino al trabajo, quedo embobado con el diseño del local, la arquitectura le fascinaba y siempre había sido así. Desde pequeño en vez de jugar con autos tomaba todo lo que encontraba en su casa para construir edificios en miniaturas que después eran demolidos por Gotzilla, así fue decidiendo que esa sería su vocación, solo faltaba un poco más de dinero y podría pagarse la carrera de arquitectura.

La primera vez que entro en la cafetería se sintió totalmente en casa. El lugar reflejaba sus dos adicciones: el café y los libros. Se sentó en un lugar apartado gozando de un buen café antes de irse a trabajar de mesero en el Joly's, un restorán 5 estrellas. Para ser sinceros Jimin odiaba ser mesero, ¿pero que más podía ser?, apenas tenía 19 años, recién salido de la escuela y sin experiencia alguna, por lo que nadie lo contrataba en algo más. Pero necesitaba el dinero así que tuvo que aceptar de mala gana el empleo. Lo bueno era que las propinas eran muy buenas en el Joly's y eso ayudaba mucho a Jimin.

Se quedó mirando el reloj, eran las 9:20 am y en su mente paso el suceso de ayer con el chico egocéntrico. La verdad es que no tomo muy enserio las palabras del tal Jungkook, a Jimin nunca le gusto sociabilizar por lo que la idea de hablar con un extraño le parecía muy poco apetecible, pero el chico era tan insistente que el ojinegro termino cediendo ante su petición y resulto que lo había engañado con una moneda.

Tomó el libro dispuesto a iniciar la lectura cuando sonó la puerta del café y unos pasos se acercaron rápidamente hacia él. Jeon Jungkook iba vestido con unos jeans negros ajustados acompañados por una chaqueta de mezclilla, parecía salido de una película de los años 60, tal cual se vestían los sexys protagonistas. Jimin se mordió el labio inferior, no podía negar que Jungkook era guapo pero no lo admitiría en voz alta, primero porque no quería darle más razones para aumentar el ego que el castaño tenía y segundo porque él no tenía tiempo para conocer gente.

– Veo que me estas esperando, cariño –la voz de Jungkook retumba en los oídos de Jimin, odiaba ese tono de superioridad que tenía.

– Siempre vengo a la cafetería y no para encontrarme contigo –soltó esperando que Jungkook se ofendiera.

– Está bien, cariño. Ya que no estas tomando te invitaré un café como quedamos.

– Deja de llamarme cariño, me llamo Jimin –interrumpió– y no sé si debería aceptarte ese café ya que hiciste trampa.

Jungkook soltó una risita. – ¿Te diste cuenta?

– No soy idiota, Jungkook.

– Lo tengo claro, Jimin –aclaró el castaño– pero no dejaría que te negarás ya que de verdad tengo la necesidad de conocerte.

Jimin revoloteo los ojos. – ¿Y qué quieres saber?

– Deja pedir nuestros cafés y vuelvo para que charlemos, cariño.

Jungkook se levantó hacia la barra dejando a Jimin bufando. El ojinegro nunca en su vida había conocido a alguien tan petulante como el castaño, bueno quizá sí, sus padres eran un claro ejemplo. Jimin viene de una familia de dinero, donde las apariencias lo son todo. Con el tiempo aprendió a odiar las cosas que sus padres le habían enseñado durante toda su vida, así apenas con 18 años tomo sus cosas y se alejó de ese mundo para siempre o eso creía.

Observo a Jungkook mientras pedía los cafés. En sí el cataño representaba todo lo que Jimin más odiaba, desde la arrogancia, el egocentrismo, hasta el cuidado excesivo de la apariencia. Entonces, ¿por qué no mandaba a Jungkook a la mierda de una sola vez?, para eso solo había una respuesta: Jimin nunca ha podido evitar confiar en que la gente cambiará, lo más probable es que crea que Jungkook tiene algo más que mostrar aparte de la imagen de chico bonito y quizá, solo quizá, no estaba equivocado.

El castaño volvió con una sonrisa en los labios.

– ¿De dónde es tu apellido? –preguntó tomando por sorpresa a Jimin.

– ¿Disculpa?

– Te haré preguntas –explicó el castaño– tu responderás y yo también. ¿De dónde viene tu apellido?

Jimin titubeo un poco.

– De ninguna parte en especial, creo –Jungkook lo miro extrañado.

– Me suena de algún lado... ¿Edad?

– 19.

– 18, eso no se vale, eres mayor que yo, Park Jimin –el ojinegro revoloteó los ojos y Jungkook frunció el ceño– deja de hacer eso, es de mala educación. ¿Estudias?

– Haré lo que se me pegué la regalada gana y no, trabajo.

Jungkook río. – ¿Alguna vez dejarás de ser tan hostil? Interesante, yo estudio psicología.

– Lo sospechaba –confesó Jimin– me psicoanalizaste hace poco.

– Sí, lo siento por eso... –Jungkook parecía avergonzado y Jimin alzo los hombros.

– No importa, de todas formas te equivocaste en tu diagnóstico, Doc.

– ¿Sí? –Jimin asintió– ¿en qué?

– Mis padres no están divorciados, solo son unos hijos de puta.

– ¿Por qué?

De ninguna manera Jimin hablaría de sus padres con un extraño, no le parecía correcto ya que sus problemas le pertenecían a sí mismo. Sin contar que solo había una persona en la que Jimin confiaba y a ella solamente podía hablarle de todo lo que pasaba por su cabeza.

El celular del ojinegro comenzó a sonar. Jimin lo saco de la chaqueta donde el nombre "Min Jee" resaltaba de la pantalla, miró a Jungkook y este asintió para que atendiera. Marco el botón verde y acerco el aparato a su oreja.

– ¿Diga?

– Joven Jimin... –la voz de Min Jee sonaba impacientada y preocupada.

– ¿Qué pasa, Min Jee?

– Es Yun, joven Jimin... le ha dado otro ataque –Jimin palideció por completo y apretó los ojos con fuerza.

– ¿Ella está bien? –pregunto casi en un susurro.

– Sus padres la acaban de llevar al hospital, ya está estable.

– Bueno, ahora iré para allá...

– Sí, joven Jimin.

– Gracias, Min Jee –con esto colgó la llamada.

Jimin soltó un suspiro un suspiro pesado. Le rogó a Dios, en su mente, que Yun se encontrará bien.

Jungkook lo miró preocupado. – ¿Pasa algo?

– Debo irme –respondió Jimin más seco de lo normal– Debemos dejar esto para otro día –se levantó de la mesa y Jungkook asintió.

– No te preocupes...

– Gracias por el café, Jungkook –Jimin se despidió con un asentimiento de cabeza y comenzó a caminar hacia la salida.

¡Te espero aquí mañana, Park Jimin! –el ojinegro escucho el grito del castaño y se dio vuelta para responderle.

Está bien.

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¡¡¡¡¡SE VIENE EL DRAMAAA!!!! 

Diciendo esto, me alejo lentamente...

Café para dos ◆ Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora