19. Inicio de los problemas.

79.4K 8.4K 6.4K
                                    


Jungkook abrió sus ojos despacio porque la luz del sol se filtraba por la ventana y no le dejaba seguir durmiendo. Se quedó mirando el techo rememorando los acontecimientos de la noche anterior. Una sonrisa de oreja a oreja se asomó en su rostro, no podía sentirse más feliz y completo que en ese minuto.

Giro su cabeza lentamente encontrándose con la espalda desnuda de Jimin. Dios, esta era la mejor forma de despertarse por las mañanas. Se recostó en su costado izquierdo para comenzar a recorrer la espalda del mayor con su mano, estuvo así un buen rato hasta que sintió que Jimin se movía indicando que ya se había despertado.

– Tienes las manos frías –lo regaño el peli-naranja– quería seguir durmiendo.

– Tú duerme, yo acaricio.

Jimin soltó una risita y se acercó a su chico para posar su cabeza en el pecho de este.

– Podría estar todo el día así –dijo Park.

– Quedémonos así entonces –le contesto el castaño abrazándolo.

– Tenemos que levantarnos, Kook.

– Un rato más –Jimin alza su vista encontrándose con que el menor le estaba haciendo un puchero digno de niño de cinco años– por favor.

– Esta bien, mocoso malcriado.

Así se quedaron una hora entregándose caricias y pequeños besos, Jimin estaba perdido en el momento, le gustaría que su vida fuese así siempre, poder estar relajado disfrutando de la compañía del castaño cuando quisiera. Paso el tiempo y ya era hora de que ambos se levantaran, el primero fue el ojinegro quien busco una camisa y pantalones holgados de su armario. Jungkook no pudo evitar quedarse mirando el cuerpo de su ahora novio, casi había olvidado que ambos se encontraban desnudos desde la noche anterior, así que casi se desmaya cuando las sabanas dejaron de cubrir a Jimin y dejaron a su vista su esplendoroso trasero. Joder, Jeon Jungkook se sentía el hombre más suertudo de la Tierra.

– Deja de mirarme –le reprocha Jimin con sus mejillas rojas como tomates.

– Ni loco.

– Eres un pervertido.

– Eres precioso.

Jimin tomo una almohada que estaba en el piso de la habitación y se la lanzo en la cara a Jungkook para que lo dejase ponerse su ropa en paz. El menor se río pero aun así no aparto su mirada de los movimientos del peli-naranja quien ya se encontraba con su ropa puesta y busco otras prendas para dárselas a Jungkook.

– Ten, ponte esto.

– ¿No crees que tu ropa me quedará pequeña... enano? –Jimin lo fulmino con la mirada y otra almohada fue lanzada a la cara del castaño.

Antes de salir de la habitación el peli-naranja se acercó al chico y deposito un dulce beso en sus labios.

– Haré café, ¿quieres?

– Claro.

Jimin se fue y Jungkook se estiro en la cama una vez más. La dicha que brotaba por sus poros hasta el punto que se podía sentir hasta el otro lado del mundo, nunca se le paso por la cabeza que una persona pudiese hacerlo tan feliz y de una forma tan extraña como Jimin. Antes acostarse con alguien no significaba algún hito en su vida, ni siquiera su primera vez, pero al tener al ojinegro en sus brazos y hacerlo suyo fue como sentirse completo por primera vez en la vida.

Giro sobre sí mismo y se colocó la ropa que le presto el chico. Se levantó perezosamente para acercarse a la ventana. Hacía un día precioso afuera, se le paso por la mente salir a pasear con su novio, dar una vuelta y hablar de cualquier cosa, hasta cosas tan banales como esas parecían el mejor panorama si estaba al lado del de pelo anaranjado.

Café para dos ◆ Kookmin ; 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora