7...Castigo

1.9K 168 37
                                    


Instintivamente se tocó el vientre y miró al peliblanco con furia. Chasqueó los dedos y una nube de arena negra rodeó a ambos; estaban en la habitación oscura que le había enseñado aquel día, tenía aspecto de calabazo y el príncipe tenía las manos esposadas aún sin camisa. Ella tenía un látigo en la mano de cuero negro, estaba demasiado enojada.

- ¡¿Por qué lo hiciste?! - preguntó azotándolo fuertemente mientras este gritó, en su espalda era notable la marca que enrojecía mezclada con la sangre real de Jackson.

- No tenía opción...- murmuró sin aliento y otro azote le hizo gritar nuevamente.- ¡AHHH!

- ¡Eres un maldito miserable! - exclamó propiciándole 1, 3, 5...la espalda estaba completamente roja. Miró el látigo ahora manchado de sangre.- No me será tan fácil quitarlo...

Se acercó a él nuevamente y le congeló la esposa de una mano haciéndola romper, le dio vuelta pero repentinamente el peliblanco le tomó de la manga de su vestido completamente negro. Ése era su atuendo diario, vestidos dignos de una reina. Nunca portaba ropa cómoda y mucho menos de otro color más que de ese; de la oscuridad que era ama y señora.

- ¿Por qué...no...funcionó? - susurró jadeante. Se alejó de él y le dio de nuevo un azote en su abdomen. Gritó nuevamente con más fuerza. Sentía cuchillos en la espalda palpitante, el aire apenas y le llegaba al pecho solo para provocar más ardor.

- ¿Acaso no quedó claro? No tengo corazón. -murmuró y le dio otro con más rabia.

Estaba jadeante y demacrado, le quitó ambas ataduras y con esfuerzo lo dejó caer en la cama. Este gritó al sentir el contacto de su piel con las sábanas negras ahora manchadas, y apenas le miró mientras sonreía de manera satisfecha y victoriosa.

- Me hiciste sentir mal.... - murmuró haciendo un puchero con sus labios, él dificultosamente pasó saliva.- ¿Sabes lo molesta que me pongo si me desobedeces, verdad? - susurró pasando el látigo sobre sus manos y quitándole la sangre arrojándola al piso.- Y si intentas matarme...¿serías capaz de intentarlo otra vez?

Le miró incrédulo, su voz parecía de una niña indefensa, una hermosa y noble doncella. Sus expresiones reflejaban como si un llanto se asomara por sus penetrantes ojos azules.

- No...-  susurró sin aliento.

- ¡No qué! - gritó y le dio uno más con fuerza impactante. Gritó poniendo una almohada en su cara y mordiéndola con la poca fuerza que le quedaba. Miraba todo con una ceja alzada y cruzada de brazos.

- Mi Reina...

- ¿Me odias? - preguntó sin rodeos sentándose en la cama y mirando la noche que ya era iluminada por la luna y las estrellas. Jack seguía con la almohada en la cara reprimiendo todo el dolor tanto físico como emocional.

- Gracias a mí, el reino al que le entregas tanto para ser un insignificante ex-habitante está en miseria y su Monarca congelado. Murió el antiguo Rey de Berk y su primogénito, dañé provocando que Dumbroch quedara estéril y abortara a su bastardo porque estaba aburrida la tarde, todos están aterrados y tienen pesadi... - fue interrumpida y azotada con fuerza a la cama.

Era presa de la ira, una rabia descomunal surgió en su interior y se colocó sobre ella tomándole con fuerza del cuello, ahorcándola con el poder de la furia, le seguía doliendo la espalda y el dorso. Pero no se comparaba con el sufrimiento de su interior. Pero aún así, le soltó. Poco a poco lo hizo quedando demasiado juntos, jadeó arrepentido, la sonrisa de la Reina que recién apareció no era nada amigable. Levantó la mano y chasqueó los dedos haciendo que la ropa de ambos desaparecieran, pero pareció no importarle, sino que seguía fulminándola con la mirada. Chasqueó la lengua.

- Vaya, vaya, vaya... sabía que el niño bueno desaparecería ¿sabes que esto ha sido tu culpa por no darme lo único en lo que me podrías servir?

- La odio... - susurró casi inaudible, seguía aún muy débil.- La odio como a nadie antes...

Sonrió satisfecha y deslizó la yema de sus dedos por sus fuertes brazos heridos.

- Esto es demasiado para todo hombre... ¿te puedes resistir? - murmuró atrayéndolo a sí, contra sus labios mientras cada músculo de su cuerpo se tensaba. Era demasiado para él.

Sus dedos bajaron a su abdomen y gimió mientras ella los lamía ensangrentados mostrando su autoridad. Sonrió burlona... - Tú culpa... El dolor resulta ser tan placentero... - susurró riendo mientras él, le penetró sin previo aviso de una sola estocada. Ambos gimieron y ella le miró sorprendida para después reír, la obligó a callarse, la poseyó con demasiada furia, le embestía con rabia una y otra vez, intentando aliviar el dolor, sentir algo más que sus heridas.



Me incorporé. Creí que tardaría menos en dormirse, pasé mi manos sobre él, de momento todas las heridas le cicatrizaron como si nada hubiera pasado, pero, como detalle extra, seguirán doliendo.

Solo llevaba un camisón negro que recién cree y me asomé por la ventana de piedra. La luna tenía el descaro de brillar en lo alto y podía percibir la tranquilidad que les propiciaba a todas las personas insignificantes. Terminó sorprendiéndome el esclavo por un breve momento, después fue tan predecible como siempre con su moral alta. Qué patético.

Suspiré de manera pesada. Necesito a Pitch, sé que es importante lo que está haciendo en estos momentos pero lo necesito a mi lado. No puedo esperar a ver sufrir a los guardianes. Mi más grande deseo es verlos caer y quitarles toda su magia. Tengo todo para ello menos a Pitch, hicimos un pacto... yo acabaría con los guardianes y él me traería las cosas necesarias a mi plan maestro. Lo único que me falta para adueñarme de todo. No hay nada que me dé mayor satisfacción que ver a las personas sufrir y temblar de miedo por mi causa. Es solo cuestión de tiempo para verlos caer en miseria absoluta y acabar con todo lo bueno.

- Elsa...ayúdame hermana.

Anna.

Miré a la ventana y observé que resplandecía una cabellera naranja hacia el muelle. ¿Qué pasa aquí?

Aparecí al momento y estaban los piratas allí junto con un barco de Las Islas del Sur. Es una trampa.

- Pero miren a quien tenemos aquí... no creí que cayeras tan fácil.

- Rey. - Escupí. - No creí que tuviera ingenio.- le miré de frente sonriendo burlonamente. Pelirrojo, ojos castaños barba de todo el mentón y patético.

- Quiero a mi hijo. -apuntó mi cuello con su espada.

- ¿Cómo tienes el descaro después de lo que él hizo?

- ¡Lleva aquí años! Déjame llevármelo y te daré lo que quieras.

- Te quedan 12 Robert... no seas llorón. -reí y noté que varios piratas lo hicieron también. No tengo nada en contra de ellos. Es simplemente la ley del más fuerte; o vences o eres vencido y ellos saben vencer sin importar los medios. Son de mi bando aunque eso no evita que a veces sean comprados.

- Te lo advierto...

- A mí no me amenazas, ahora muéstrame respeto. Soy la Reina. - me acerqué molesta y firme a él pero el olor a pescado rodearme me detuvo en seco. Abrí los ojos mientras él reía. Lentamente giré la cabeza al océano y ahí estaba él de pie, con Anna al lado suyo esposada con algas.

- ¿Y tú también eres mi Reina? Tantos años y no has cambiado. Pero yo sí, ahora sé tú debilidad y planeo usarla contra ti.

- Elsa... - Anna estaba asustada a punto de romper en llanto.

- ¿Qué dices, Elsa? ¿Planeas traicionarme de nuevo para ganar ventaja? Esto es perfecto. Él tiene a su hijo y yo te veo caer.

No a Hans, yo lo necesito para darme placer torturándolo. Un solo esclavo no me complace. Pero Anna... aunque poco me importa de verdad, la necesito porque necesito que esté bien, si ella cae... es mi fin. No puedo elegir así.

- Poseidón...



"La Tirana de Hielo" (Jelsa)Where stories live. Discover now