Dañados.

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Se quejó molesta siguiendo su camino, había salido al amanecer y el sol estaba a punto de ocultarse. Sin guardias, ni Pitch o su tía. Ni siquiera llevaba armas o algo más que la ropa que traía puesta.

Había estado ella sola caminando por horas y horas, ni siquiera montar era una opción, mucho menos llegar gracias a la magia. Observó el tenebroso bosque al que había llegado. Suspiró y se adentró a lo profundo, cuidando muy bien por donde pisaba. Llegó al corazón y sonrió de manera espeluznante cuando vio a la Reina de Corazones de espaldas a ella, parada frente a una mesa con múltiples objetos que la mayoría consideraría extraños.

— ¿Es acaso la benevolente Reina de Arendelle que se digna a visitarme?

No contestó, solo sonrió y se colocó frente a ella.

—Al parecer es tu día de suerte...

—Curioso que lo menciones justo cuando hace unas semanas, se acabó la tuya. Dime, preciosa, ¿Qué se siente que tú príncipe azul por el que casi nos asesinas en el castillo de tu propia abuela, te haya cambiado por una bonita, no, hermosa princesa realmente encantadora?

Habló con veneno en cada palabra mirándola de reojo, Elsa seguía con su vista puesta en los ingredientes de aquella mesa. Su sonrisa se ensanchó aún más.

—Además, tu propia hermanita que tanto protegías y a la se nos tenía prohibido acercar, también se marcha con ellos.

Rodó los ojos fastidiada, eso era lo último a lo que había ido.

— ¿Sabes? quisiera que tus palabras pudieran herirme, pero no puedo prestar atención a algo más que a tu inmensa cabezota.

Abrió la boca ofendida pero antes de que pudiera decir algo, ya estaba en el piso rodeada de picos de hielo, incapaz de moverse. Elsa se acercó con malicia a la mesa.

Vertía los frascos en aquel recipiente con extrema agilidad, sabía muy bien lo que hacía

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Vertía los frascos en aquel recipiente con extrema agilidad, sabía muy bien lo que hacía.

— ¡Déjame ir! ¡No sabes lo que te espera! —gritaba furiosa sintiéndose presa del pánico. Elsa rio al notar el miedo en su mirada y las pesadillas acercándosele. Terminó la poción y se acercó abriéndose paso entre el hielo y la oscuridad. Quedó frente a frente y sonrió de manera macabra.

Apretó su cuello con fuerza incapaz de gritar siquiera, vertió la poción en su boca y la hizo beber, de inmediato la escupió y se retorció en el piso. Ella sonrió con satisfacción.

—Ahora tienes una deuda muy grande conmigo, vas a obedecer mis órdenes sin quejarte y muchas personas sufrirán. Avísales a todos y quien tenga alguna objeción, es bienvenido a enfrentarme.

Sonrió con malicia y ella se recargó apenas en la mesa, observando, cómo tomaba aquella sangre que todo es tiempo había estaba guardando y protegiendo. La sangre de la peor bestia jamás creada, de su Jabberwocky. Toda la destrucción que significaba aquello.

"La Tirana de Hielo" (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora