Su aroma es diferente

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Increíble.

Eso era lo único que le faltaba, revivir a un jodido monstruo también, a la clase de monstruo equivocado para variar, no como el monstruo que había estado esperando desde que tenía memoria.

La que para su maldita suerte, le había resultado buena ahora.

El grito seguido de la saliva que de pronto bañó su rostro fueron las que la sacaron de su frustración y alertaron a todos.

— ¿Pero qué? — Los hechiceros se volvieron incrédulos. Los dragones se replegaron en el cielo apuntando con furia mientras Chimuelo lanzaba un golpe directo a la bestia.

Pero apenas y se movió, su cuerpo pestilente brilló absorbiendo su disparo y antes de que se dieran cuenta lo estaba regresando con la misma intensidad.

Aparentemente era inmune ahora. Elsa finalmente se permitió sonreír en medio de todo ese fiasco, al menos ahora se podría desquitar en alguien.

Elsa levantó la espada ordenando que cesaran sus ataques. No iba a ser amenazada en Samhain de todas las fechas posibles, así que se concentró por segunda vez en la noche. Sus ojos cambiaron de color, su ser se doblegó mientras llamaba a las misteriosas fuerzas que los habían reunido.

Miró fijamente su objetivo, rodeándolo de sombras para aprisionarlo en el círculo, dejándose seducir por todo el poder a sus pies y los gruñidos de agonía del monstruo frente a ella. Finalmente se sintió más viva de lo que había estado desde que tuvieron que cambiar los planes en su fallido Juicio en Corona.

Hasta que un fuerte impactó la sacó de su trance, Elsa fue empujada por el aire hasta que aterrizó con un ruido sordo contra una enorme piedra.

Algo escurría de su nuca, alguien le estaba gritando mientras todo lo que podía percibir era el dolor deslizándose sobre sus huesos. Se puso de pie tambaleante sin pensarlo en absoluto, aún con sus sentidos fallándole no podía escuchar más que un atormentante pitido taladrándole el cráneo, pero no le impedía gritarle a la maldita hada que la había mandado a volar con un simple aleteo.

— ¿¡Qué demonios te pasa!? — Ladró furiosa, elevando sus propias alas por instinto. — ¡Él es quien nos intenta matar!

El monstruo, que ahora estaba libre y aplastando como hormigas a las brujas y hechiceros que se había acercado a pelear y lanzar ataques simultáneos con los malditos jinetes.

Se tomó con frustración el puente de la nariz, rogando a los ancestros por recuperar sus fuerzas... y paciencia para no regresarla entre los muertos ahora.

— Tu magia... puedo reconocer tu marca maldita. ¿Quién demonios eres tú? — Siseó ella volviendo a elevar sus alas amenazadoramente.

— Mamá espera... — Ingrid se puso en medio de ellas. — Es de los nuestros... Ella te trajo de vuelta.

— ¿Qué? — Maléfica la miró sorprendida. Pero Elsa decidió que no tenía tiempo para eso. Se elevó hasta llegar a la altura de Hiccup revoloteando a su alrededor.

— ¡Detente de una vez! — Le gritó por encima de caos, el Rey de Berk le miró como si le hubiera crecido una segunda cabeza. — Solo lo están fortaleciéndolo, idiota.

— ¿Tienes una mejor idea? — Le respondió claramente frustrado. Esa cosa ya los había hecho retroceder decidiendo que el páramo lleno de magia no le interesaba.

— Quiere sangre. — Susurró Elsa, reconociendo el sentimiento de la sed del cadáver viviente. — No le bastará la nuestra, quiere... — Se detuvo al recordar exactamente quiénes con sangre ordinariamente deliciosa estaban en esa dirección. — Maui y Poseidón subirán las defensas, por ningún motivo lo dejarás cruzarlas si yo... si no logró frenarlo por completo entonces lo debilitaré lo suficiente.

"La Tirana de Hielo" (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora