Ni ella podrá detenerla

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— ¿Sería tan amable de decirme la hora?

La voz del joven asustó por completo a la enfermera. La muchacha lo miró demasiado sorprendida para responder, él insistió.

— ¿Es... de día no? ¿Podrías darme la hora? — Repitió suavemente el hombre de cabellos azabaches, la sirviente comenzó a temblar.

— No... no se supone que le hablemos yo... le avisaré a su Majestad que ha despertado. — Murmuró bajando la mirada al instante al darse cuenta de su error.

Y así salió prácticamente corriendo.

Tadashi suspiró haciendo una mueca, siempre era lo mismo.

Sabía que Elsa lo visitaba en las noches y dormía por el día, sabía que nadie más le hablaría y no sabía si era porque estos sirvientes así estaban acostumbrados o él les parecía tan insignificante como para dignarse a dirigirle la palabra. Tampoco recibía más visitas salvo las suyas y las de su abuela que parecía llegaba entre sueños.

Como ahora.

Miró el frasco con una nota a su lado y con un quejido se inclinó y lo tomó.



Su madre llevaba unas horas dormida, había echado a las criadas en la mañana y seguramente ya se estaba acercando la hora la merienda cuando sintió la magia presionar terriblemente afuera de sus aposentos.

En lo que al resto del mundo concierne llevaban horas discutiendo a puertas cerradas y ella estaba terriblemente enojada con su madre y despreciaba al bebé, aunque no podrían estar más equivocados. Soltó un profundo suspiro y se levantó de su asiento en el alfeizar para suavemente despertarla.

— El dragón ya está subiendo a la torre. — Le avisó sonriendo con picardía. — Será un largo día así que dale algo de comer a mi heredero.

— Elsa... — Ingrid frunció el ceño adormilada aún.

— Hermano quise decir, si sí, ya sé que es muy pronto. — Replicó Elsa revirando los ojos con diversión.

Tomó una larga respiración y luego abrió la puerta justo para verla tras ella junto con un Poseidón bastante asustado.

— ¡Deje en claro que nadie nos molestara! — Les gritó con fuerza y les cerró de nuevo la puerta mientras tiraba algunas chucherías en la habitación.

Escuchó el palpitar de la magia afuera pero luego desapareció hecha un completo desastre. Contra su propio juicio, sintió terriblemente familiar la acción.

Ingrid la estaba mirando con una ceja arqueada.

— ¿Qué? Te di unos minutos más para comer. — Fue todo lo que respondió Elsa mientras le sonreía inocentemente.



A final de cuentas la reunión se pospuso y prácticamente sintió que se repetía la misma escena. Cómo odiaba esta parte de la guerra, casi se compadecía de lo que orillaba a hacer a estas pobres almas... casi.

Como a ella nunca le tocaba estar del lado perdedor no había probado hasta ahora como era la frustración de tener que cambiar los planes cada 5 minutos para adaptarse a los movimientos del enemigo y dado que nunca requirió de aliados tampoco tenía que lidiar con que otro aprobara sus planes más allá de Pitch, aunque en pocos intervenía y era de los que te dejarían caminar directamente a la fosa solo para que aprendieras de tu error después.

"La Tirana de Hielo" (Jelsa)Where stories live. Discover now