18.¿Decepción? .

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Adam.

Al escucharla decir que acepta volver con nosotros, los latidos de mi corazón recuperan poco a poco su ritmo normal y me siento sumamente aliviado.
No sé qué hubiese hecho sin April, porque de una cosa estoy seguro, por más que buscara una niñera para Dylan, jamás encontraré una como ella.
Supongo que sonará extraño pero algo dentro de mí dice que en estos momentos podría estar brincando de alegría como un niño y que no es sólo por el motivo de que la niñera de mi hijo regrese; hay otra razón y lo sé, sin embargo no puedo o no quiero aceptarlo.

Me declino por la segunda opción.

Tanto Dylan como yo—y también incluyo a April— no queremos esperar ni otro día más y los trenes decidimos que vuelva con nosotros hoy mismo.
Siendo honesto, debo confesar que traté de April se quedara al menos hoy en casa de su hermano, al menos para descansar, pero obviamente no aceptó y Dylan tampoco.

Se preguntarán el motivo de mi acto, pero la verdad es que no yo mismo lo sé.

Matthew ayudó a April con su maleta e incluso Dylan recogía cada cosa con una prisa que parecía que no había mañana. Es gracioso verlo tan apresurado porque ella vuelva a nuestro lado que admito que por un momento quise sólo tomar sus pocas cosas y salir con ella sin importar nada ni nadie.
Pero no lo hice.

Esperé a que terminara y ayudé a subir las maletas al auto para después ayudar a subir a Dylan.

Justo cuando April se despide de su hermano, mira por última vez la casa y suspira.

—¿Lista para irnos?—Pregunto poniendo una mano sobre su hombro. Ante esta acción, llama se sorprende y gira su rostro para verme.

—Sí. Lista para irnos.

Asiento y me despido de Mathew prometiéndole que cuidaré mucho mejor a su hermana. Subo al auto y nos dirigimos a casa.

Durante el trayecto April va charlando con Dylan sobre todo lo que han hecho mientras estuvieron separados.

Dylan le narra todo con entusiasmo mientras yo los miro por el retrovisor riéndome internamente por las caras que pone mi hijo.

Después de un lapso de tiempo relativamente corto, llegamos a casa y para mí sorpresa, Dylan y April se encuentran dormidos en la parte de atrás del auto, abrazados.

La escena que contemplo es linda, tierna y me hace sentir miles de emociones que no puedo explicar del todo. La más fuerte es un estrujamiento dentro de mí pecho que me provocan unas inmensas ganas de derramar algunas lágrimas.

Los despierto con sumo cuidado y poco a poco abren los ojos.

Cuando April abre los suyos, por un momento esos ojos azules me dejan estático y no tengo explicación para ello, simplemente me dejó perder en ellos a pesar de que no siquiera estoy lo bastante cerca para admirarlos como debería, es como si estuviese viendo al mar y por un instante quisiera avanzar hacia él y perderme entre sus olas.

—Llegamos— dice ella sacándome de mis pensamientos.

—Ah, sí. Llegamos. Bajaré tus maletas.

Dicho esto me dirijo a la cajuela mientras que ella y Dylan bajan del auto y entran a la casa; yo sólo me limito a entrar con las maletas para después subir los tres a la habitación de April.

Al llegar Dylan casi le ordena a April que se recuerde en su cama y yo le digo que le ayudaré a reacomodar todas sus cosas.

—¿No te parece que deberías dejarme acomodar mis cosas?— Cuestiona después de algunos minutos en los que prácticamente al ver que prácticamente he acomodado todas sus cosas en la habitación.

La apuesta de mi vida ✓TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora