20. Tal vez es algo más

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April.

Avergonzada y sobre todo asqueada. Así es como me siento en este momento.

No puedo creer que los haya encontrado en esa situación y justo en su oficina.

Lo peor de todo es eso, que están en su oficina sin el más mínimo pudor. Por otro lado, me tranquiliza que mi instinto no haya fallado esta vez, ya que Dylan estuvo a punto de entrar, y si lo hubiera hecho... No me lo perdonaría.

— ¿A dónde vamos Aplil?—Cuestiona el pequeño niño a mi lado. Tan inmersa estaba en mis pensamientos, que de no ser por él, justo ahora seguiría pensando en lo de hace un momento. — ¿Y mi papi?

No le contesto, sigo caminando con él a toda prisa sin importarme nada, hasta que mi cerebro me hace reaccionar y me detengo de golpe.

« ¿Qué diablos estoy haciendo? ¿Por qué estoy así?

¿Es porque acabo de encontrar a mi hermano a punto de tener sexo con la mejor amiga de mi jefe en su oficina, o porque por un momento me puse a pensar lo que hubiese sucedido si en lugar de encontrarme con ellos me hubiese encontrado a...»

Con sólo imaginármelo me hace estremecer de asco.

Además, Dylan no tiene la culpa de lo que estoy sintiendo. Y siendo honesta, no sé qué haría hecho si al que hubiese encontrado en pleno acto hubiera sido Adam y no a mi hermano.

Pero...

Me detengo a cuestionarme lo que estoy pensando justo ahora. ¿Por qué diablos estoy enojada? Siendo honesta, no tendría por qué importarme si Adam estuviera teniendo relaciones con cualquier mujer, porque después de todo, él es un hombre libre y puede estar con quien quiera y eso no tiene que molestarme, yo sólo soy la niñera y ahora su... amiga.

Siento que algo dentro de mí se oprime y me hace estremecer. Es algo nuevo e inexplicable.

Por algún motivo que desconozco me duele el sólo pensarlo. Sólo soy la niñera de Dylan, y ahora también amiga de Adam. Yo... No soy ni seré nada más. Nunca.

Me obligo apartar esos pensamientos de mi mente porque a)no soy nadie para cuestionar a mi jefe y b) él es libre de estar con quien se le de la gana.

«Eso es lo que quieres hacerte creer» me dice una vocecilla molesta en mi interior.

Dejo mi ensimismamiento de lado y me giro para ver al pequeño a mi lado, mirándome con inquietud, esperando a que le explique por qué estoy así.

Trago saliva y a continuación me pongo de cuclillas hasta estar a su altura. Lo tomo de ambas manos observo por unos momentos a los ojos, a esos hermosos ojos avellana que te envuelven en sólo verlos y por un momento te olvides de la realidad, que tus pies dejen de estar sujetos a la tierra.

Sus ojos me recuerdan a los de su padre. Ambos se parecen en mucho y a la vez no demasiado.

Adam tiene el cabello rubio pero a la vez castaño claro, sus ojos grandes y color avellana, su nariz respingada y larga. Mientras que Dylan tiene el cabello rubio y rizado, y sus ojos se detallan con esas hermosas pestañas largas y enchinadas.

En cierta forma, Dylan se parece algo a su madre y a su padre a la vez.

Recuerdo aquella vez que observé una fotografía de la madre de Dylan. No tuve tiempo de verla con demasiado detalle, y sin embargo puedo decir que era hermosa.

—¿Pol qué no entlamos a vel a mi papi Aplil?—Pregunta mi pequeño chico sonriendo.

—Eh... Bueno, es que... Tu papi no estaba en su oficina. Vamos a tener que buscarlo en la empresa ¿sí?

La apuesta de mi vida ✓TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora