38. Compartamos

26.4K 1.2K 175
                                    

Adam.

Una semana después de la boda de Mathew y Amber, todos los días seguían especialmente activos. April continúa yendo de un lado a otro, pero no sólo ella, ahora yo también, todo debido a que mi cuñado Mathew por fin estaba en proceso de abrir su propio restaurante.

Debido a la boda, April y yo somos los que nos hemos hecho cargo del restaurante de Mathew, mientras él y Amber se pasan su luna de miel en Londres.

Las risas se hacen presentes cuando Dylan y April bajan corriendo las escaleras rumbo a los cuartos donde se almacenarán los utensilios que Mathew utilice y donde estará su oficina.

—No, mami, cosquillas no— pide Dylan contorsionándose entre los brazos de su madre.

A pasos lentos me acerco hasta ellos, dejando el vaso de vidrio que estaba limpiando hace unos segundos en la cocina.

April detiene la guerra de cosquillas cuando se percata de mi presencia y ambos me observan petrificados.

—Hola, papi, ¿quieres jugar conmigo y mami? — inquiere mi pequeño rubio.

—Me temo que no, tenemos que terminar de arreglar todo este lugar y...

—Oh, vamos, no seas amargado, Adam— expone April bajando a Dylan hasta que sus pies tocan el suelo.

—¿Amargado? ¿Yo? — cruzo mis brazos sobre mi pecho y arqueo una ceja tratando de parecer ofendido. Dylan frunce el ceño confundido, inclina su cabeza hacia su hombro derecho y a continuación va corriendo a la cocina.

April y yo nos observamos confundidos por la acción de nuestro pequeño, sin embargo, antes de que podamos ir en busca de nuestro pequeño, Dylan regresa con un pequeño costal, se detiene frente a mí y sin previo aviso lanza harina a mi rostro.

Su risa llena el lugar y April no hace más que morderse los labios para no explotar en carcajadas.

—No te enojes, papi, mejor juega con nosotros — pide abrazándose a mis piernas. — Si quieres me vuelvo un fantasma para que tú también te rías— propone mirando hacia arriba, hacia mi rostro.

Y antes de que pueda decir algo, April lanza más harina sobre mi rostro.

Dylan sigue riéndose y ahora April también.

Sin que me den tiempo para reaccionar, April toma a Dylan de la mano y corren escaleras arriba.

—¡Oigan! Eso no es justo, es un complot— exclamo quitando la harina de mi rostro.

—Alcánzanos si puedes— reta la voz de April.

A continuación, se escucha una puerta ser cerrada y el pestillo de la misma.

Sin más, subo las escaleras buscando la puerta en la que se han escondido puesto que todas están cerradas.

No tardó mucho en encontrarla, las risas y murmullos de April y Dylan se hacen presentes y posteriormente silencio.

Deben pensar que no podré abrir, lo que no recuerdan es que tengo llaves del restaurante, así que puedo sacarlos de ahí.

Cuando he introducido la llave y he girado el pestillo, deslizo la puerta con cautela hasta abrirla por completo.

Gran sorpresa me llevo, no hay nadie.

Frunzo el ceño recorriendo el lugar con la mirada. No pudieron haber desaparecido. ¿O acaso lo que escuché fueron voces de otras personas?

—A... A... Apri... April— articulo su nombre con cierto miedo.

Avanzo un paso hacia delante para poder entrar y entonces sucede lo menos inesperado. April y Dylan saltan frente a mí diciendo «¡Buu!», arrojando más harina sobre mi rostro y ahora no sólo eso, sino también una especie de jalea demasiado viscosa.

La apuesta de mi vida ✓TerminadaWhere stories live. Discover now