36. Comienzan los planes

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2 semanas después

Amber

—¿Vamos a ir en esa ave tan grande? ¿Y si no nos quiere vomitar?—cuestiona mi pequeño sobrino en los brazos de April, quien lo lleva muy animosamente.

—No es una enorme ave—le aclaro sonriendo—, es una enorme máquina que nos llevará a Atlanta.

—Y así comprar el vestido de tu tía para la boda con mi hermano—prosigue April.

Sonrío sin agregar nada más, Dylan a veces sobrepasa la dulzura e ingenuidad, y espero que eso perdure, aunque pensándolo bien, cuando se es adulto no puedes ser tan ingenuo.

. . .

Una voz gruesa pero agradable se hace sonar en los altavoces del aeropuerto, llamando a todos los pasajeros del vuelo 113 con destino a Atlanta; tomo la manija de mi maleta y comienzo a arrastrarla por la alfombra azul terciopelo que cubre el suelo del aeropuerto, April toma sus respectivas maletas, a Dylan en brazos y comienza a seguirme a través del gentío que se dirige a su destino.
Al llevar al pasillo, le hacemos entrega de nuestros boletos al hombre castaño que se encuentra en la entrada, después de habernos deseado un excelente viaje nos adentramos en esa especie de túnel siniestro de acuerdo a las palabras de Dylan.

Nuestro vuelo es de primera clase, tanto Matthew como Adam, se rehusaron a que sus prometida y su novia viajaran en vuelo normales, y no porque sean como los ricos escépticos ante los vuelos comunes, aquellos que ni siquiera permiten mezclarse con las demás personas, todo debido a que tienen la desagradable idea de que son inferiores a nosotros, sino más bien porque quieren que viajemos más cómodas.

—Mira, mami, las personas se ven como hormigas—comenta Dylan, señalando con su dedo índice, en el momento en que el avión ha despegado. La ventaja de ser su primer vuelo es que nos ha tocado cerca de la ventanilla, y que para nuestra fortuna, Dylan no está para nada nervioso por ello. La desventaja, es que a April no le gusta estar demasiado cerca de la ventanilla porque comienza a marearse, así que ha tenido que dejar a Dylan conmigo.

—Sí, cariño, parecen hormigas y eso me sigue poniendo nerviosa—Y vaya que está nerviosa, sus manos están aferradas a los brazos del asiento, parece como si quisiera incrustarle las uñas.

—Tranquila, April, el vuelo no durará mucho—comento con mi mano sobre su brazo.

—Eso espero—dice pasando saliva con dificultad.
—Me pregunto, ¿cómo es que soportarse un vuelo hasta Houston cuando fuiste con la NASA?

—No querrás saber lo que hizo Adam para tranquilizarme—responde arqueando las cejas al momento que sus ojos buscan algo en el suelo.

—Te equivocas, sí quiero saberlo—la incito a que me lo cuente y ella se opone rotundamente a hacerlo negando con la cabeza.

—Mi papi tuvo que tomarla como niña para calmarla, jugó con ella y hasta le cantó...— la cabeza de Dylan se asoma y comienza a narrar todo con lujo de detalles mientras que April abre los ojos anonadada por la acción del pequeño.
Presiona sus ojos, sube las palmas de ambas manos para cubrirse el rostro y por más que trate de ocultarlo, su rostro se enciende cual bengala.

—Vamos, amiga, tarde o temprano lo iba a saber—aseguro con una mirada fulminante.

—Bien, entonces olvidémoslo—propone inhalando profundamente—, y mejor dime, ¿estás…? ¿Estás emocionada por la compra de tu vestido?

La apuesta de mi vida ✓TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora