42. La verdad oculta

20.4K 1.1K 140
                                    

April.

He vuelto a dormir con Dylan, como hace poco que lo hago, sólo que esta vez he llorado sin poder contenerme, y mi pequeño me ha consolado haciéndome saber que lo tengo a mi lado, que no estoy sola.

Cuando despierto, Dylan no está en la cama, por lo que supongo que ha ido al baño, sin embargo, me equivoco; mi pequeño entra a la habitación con una charola sobre sus manos, la cual contiene el desayuno: fruta, leche, cereal, dos pequeños pedazos de chocolate y un vaso con una flor.

—Buenos días, mami —saluda colocando la charola sobre la cama. Desde la primera vez que quiso hacernos el desayuno, compramos cubiertos, platos y vasos de plástico para que nuestro pequeño pudiera prepararse la comida que deseara, y así volverlo seguro.

—Buenos días, mi amor —respondo sonriendo, al tiempo que aparto las lagañas de mis ojos. —Hm… Se ve todo delicioso —me incorporo para poder sentarme, Dylan se sube a la cama a mi lado, y me proporciona un beso en la mejilla derecha.

—Te preparé esto para que te sientas mejor, mami, no me gusta que llores. ¿Mi papi te hizo llorar?

—¿Qué? No, tu padre no tiene nada que ver —miento—, es sólo que no me he sentido muy bien últimamente y por eso lloré anoche.

—¿Como cuando me duele mucho el estómago y lloro? ¿O cuando me duelen las inyecciones?

—Así es, cariño, de ese tipo de dolor tengo yo —aseguro acariciando su mejilla—, por lo que no debes de preocuparte o pensar que tu padre tiene la culpa de ello, ya que ese dolor pronto desaparecerá, ¿de acuerdo?

Asiente ofreciéndome una enorme sonrisa.

—Oye, mami, ¿por qué se me está aflojando un diente? —inquiere tocándose el colmillo de arriba.

—¿Se te están…? Ah…. ¡Mi amor, se te va a caer tu primer diente! —me giro hacia mi pequeño emocionada, le proporciono un enorme beso en su frente y este al separarme, me mira anonadado. —Lo lamento, cariño, es que es tu primer diente y…

—¿Por qué se me va a caer?

—Bueno, a todos los niños se les caen los dientes, y eso es debido a que esos dientes que tienes ahora son prestados.

—¿Prestados?

—Así es, se llaman dientes de leche y te salen por un tiempo, sólo que ahora se te van a comenzar a mover porque los dientes permanentes, es decir, que te van acompañar hasta que seas viejito, vienen en camino, por eso se te va a caer tu primer diente, porque el que será permanente viene en camino y está empujando al de leche.

—Oh… Entonces, ¿se me van a caer todos? —pregunta alarmado.

—Sí, sólo que no te asustes, no se te van a caer todos en un día, van a tardar y poco a poco te irán creciendo los demás. Esos ya no se caerán hasta que sean muy, muy mayor, cariño, por lo que debes cuidarlos y… Lo más importante: no meterte la lengua cuando se te caigan, ya que te saldrán disparejos.

—Está bien, mami, dejaré que se caigan solos y ya no me tocaré.

—De acuerdo, sólo avísanos cuando se te caigan porque… —me acerco a su oído y le susurro—: el hada de los dientes te traerá dinero si lo dejas debajo de tu almohada.

Mi pequeño se sorprende, abriendo los ojos como platos me observa con una enorme curiosidad.

—Mami, ¿te puedo preguntar algo?

—Claro, cariño, ¿quieres saber más sobre el hada de los dientes? —tomo el tenedor de plástico para comenzar a comer la fruta y darle también a él, cuando lo que menos pensé que sucedería, ocurre.

La apuesta de mi vida ✓TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora