37. El cuento de hadas

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Nota: Querido lector (a), sé que he tardado milenios en publicar, pero antes de comenzar a leer, te pido que si tienes un ordenador, vayas, lo enciendas e ingreses a Wattpad para poder leer este capítulo. El motivo de ello es que en esta ocasión habrán varias canciones de acuerdo al momento y si lo lees en tu móvil, bueno, no será la misma experiencia.

Aunque... Después de todo, es tu decisión leerlo con las canciones que he elegido, puedes poner las tuyas y dejarme un comentario en esa parte donde especifiques qué canción escuchaste durante ese momento o cuál le quedaría mejor.

Y una cosa más: este capítulo es el más largo de la historia hasta el momento. Espero que no se aburran, ya que algunas personas me han dicho que me extiendo demasiado y que al final es tedioso leer. En fin, sólo lean y que...

¡Que disfrutes la lectura!


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April.

El tiempo pasa volando cuando se trata de bodas, eso lo sé porque a medida que los planes de boda de mi hermano y mi amiga avanzan, parece que ya no tenemos más tiempo.

Lo malo de las bodas... Es el humor de la novia.

—¡No! ¡No! ¡No! —Amber lleva gritando y maldiciendo desde hace media hora. Al parecer no encuentra las invitaciones, casi se resbala al bajar las escaleras de su casa, el hombre que tenía que traer el contrato de la nueva casa donde vivirá junto a mi hermano se enfermó y no pudo venir, y para colmo, ha subido un kilo. — No...—sigue quejándose al ver un kilo más en la báscula.

—Amber, por favor, tranquilízate, ¿quieres? Asustarás a Dylan si sigues así—pido desde el otro lado de la sala.

—¿Sabes lo que es probarte tu vestido de novia y que no te quede? —inquiere más eufórica que antes.

—No, pero...

—Pero nada, es horrible, lo peor del mundo. Es un kilo, sí, pero podrían ser treinta.

» No quiero ser una gorda en mi boda, y si soy una gorda, no tendré vestido y tendré que ir desnuda.

Y a continuación los lamentos comienzan y sí querido lector, las lágrimas también empiezan a salir.

—No llores, tía, Amber—. Dylan se levanta de donde se encuentra y se dirige hacia ella para acariciar suavemente su cabello mientras ella está inclinada, recargando sus codos sobre sus piernas, ocultando su rostro entre sus manos.

Al cabo de unos segundos eleve la cara para mirar a Dylan y el llanto parece cesar.

—Bien, ya no lloraré, al contrario, esto no puede salir mal, estoy feliz por mi boda, me casaré con el chico más lindo del mundo, yo...

—Amber—la interrumpo—, sólo trata de relajarte, soy tu dama de honor, se supone que tengo que hacerte la vida más fácil, ¿no?

Asiente; sus ojos se han hinchado y tornado más rojos que un tomate a causa del llanto.

—Ahora, como soy tu dama de honor y sobre todo tu amiga, vamos a buscar esas invitaciones, vamos a salir a correr todos los días y terminaré esos pendientes de la boda mientras te relajas, ¿de acuerdo?

—Pero...

—Nop—la detengo poniendo una mano sobre su boca—, ni siquiera te atrevas a protestar porque no dejaré que sigas así, por lo tanto, levántate de ese sillón, deja de llorar y vamos a buscar esas invitaciones.

La apuesta de mi vida ✓TerminadaWhere stories live. Discover now