#34: Apártate

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Más tarde esa noche, Eric yacía estirado en mi cama mientras yo revisaba archivos para los nuevos transferidos. El pequeño escritorio en mi habitación finalmente tenía un propósito después de estar en la esquina por meses, sin ser usado.

"¿Cómo te fue en tu primer día?" preguntó.

"Fue divertido. Me gustó."

"¿Divertido?"

"Mhmm." Contesté, tratando de leer.

"Este grupo es patético." Incluso peor que el del año pasado."

"Um, perdón." Dije, volteando mi silla para mirarlo.

"Quiero decir, aparte de ti. Tú estuviste asombrosa."

"Aww, ¿lo estuve?"

Él sonrió orgulloso.

"Gracias a mí por supuesto."

"Oh, ¿así que supongo que fuiste completamente responsable por mis habilidades naturales con armas y cuchillos?"

"Está bien, eras buena por ti sola. Pero te ayudé con la pelea. Sin mencionar que salvé tu trasero de convertirse en sin facción cien veces."

"Sí, solo porque querías follarme."

"¿Y qué?"

Solo sacudí mi cabeza con una sonrisa.

"Tú también querías follarme."

"Solo después de verte sin remera. Luego no había vuelta atrás."

"Sigue diciéndote eso a ti misma. Sabes que tienes algo por los chicos malos."

"No puedo negar eso. Eres tan malo como vienen."

Se levantó en la orilla de la cama.

"Eso es correcto. Soy como un león merodeador, en la Savannah recogiendo cualquier cosa a la vista."

Le sonreí y me le acerqué, colocándome en el espacio entre sus piernas mientras tomaba su cara en mis manos.

"Y cuando yo estoy cerca, eres tan maniático como una caja llena de gatitos."

Su encantadora sonrisa de lado me hizo sonreír.

"Shhh, no le digas a nadie."

Él se inclinó para agarrar mi trasero con sus manos.

"No te preocupes, si le dijera a alguien eso, probablemente no me creerían."

Me senté en su regazo y comencé a masajear sus hombros, causando que se reclinara con su cabeza hacia atrás y sus ojos cerrados.

"Apuesto a que sí."

Él agarró mi cintura y me recostó con él, y luego comenzó a besar mi cuello.

Justo momentos después, habíamos removido toda nuestra ropa con una velocidad récord y nos colocamos debajo de las frazadas.

A la mañana siguiente, estaba parada bostezando al lado de Cuatro en la habitación de entrenamiento mientras los transferidos tiraban cuchillos. Miré atentamente, y comencé a notar el interés de Cuatro por la estirada. Ella era linda, y determinada. Su lanzamiento no era tan malo tampoco. Le sonreí a Cuatro.

"Te gusta."

Su cabeza se volteó para mirarme con sus cejas levantadas.

"¿De qué estás hablando?"

"La estirada, te gusta. No estoy ciega."

"Creo que estás alucinando."

"Y tú le gustas a ella."

Cuando su boca se levantó ligeramente en las esquinas, tenía toda la información que necesitaba.

"Cállate Lucy, estás haciendo acusaciones precipitadas."

"No estoy acusando a nadie de nada."

"Cuídate ahora." Dijo.

"Creo que se te olvida quién es la líder aquí."

"No significa que no patearé tu pequeño trasero."

"Mi pequeño trasero barrería el piso contigo."

Él me sonrió.

"¿Te importaría demostrarlo?"

"¿Me estás pidiendo pelear?"

Sus ojos de águila brillaron con malicia.

"No he dicho tal cosa."

"Porque me encantaría complacer. Ahí está la colchoneta, vamos."

"Estoy trabajando, y tú también deberías estarlo."

Rodeé mis ojos, sacudiendo mi cabeza ligeramente.

"Marica..."

Y con eso, me alejé para ayudar a una chica que me había llamado.

Después del almuerzo, me habían llamado para ir con Max a investigar algo en la habitación de entrenamiento. Algo que ver con Eric por supuesto, y ya me estaba cansando de tener que apagar el fuego cada vez que él tenía un problema. Caminé al lado de Al, quien vino a mí sobre Eric.

"¿Qué está pasando exactamente?" pregunté, un poco irritada que él no me dijera.

"Bueno, no sé si está permitido o no, pero pensé que deberías saberlo ya que Four no está aquí hoy."

"Bien, ¿qué es?" pregunté.

"Eric... empujó a Christina por el abismo y la hizo colgarse por no querer pelear."

"¡¿Qué?!" grité.

¿Qué demonios está pensando?

Cuando entramos a la gran habitación, los iniciados estaban golpeando bolsas. Era una buena oportunidad para apartar a Eric hacia un costado y hablar con él. Asentí a Al y él se unió a sus compañeros mientras yo caminaba enérgicamente donde Eric estaba parado contra un pilar de concreto. La mirada en su cara me decía que sabía por qué estaba aquí.

"¿Bebé puedo hablar contigo?" pregunté, atrayendo la atención de algunos iniciados.

"Seguro." Dijo calmadamente, siguiéndome lejos para que nadie escuchara.

"¡¿Qué mierda estás pensando?!" susurré bruscamente.

"Estoy pensando que algunos iniciados necesitan fortalecerse." Dijo fríamente.

"¿Colgándolos del abismo? ¡Nunca he escuchado algo así!"

"Tenía la situación bajo control."

"¿Oh sí? ¿Y qué pasaba si se caía? ¿Quieres su sangre en tus manos?"

"Ella no iba a caerse."

"No lo sabes."

"¿Entonces cuál es tu punto?" preguntó, claramente molesto conmigo.

"Mi punto es, no hagas esa mierda otra vez."

"¿O qué? Preguntó enojado, acercándose a mí.

Mantuve mi barbilla en alto, manteniendo contacto visual.

"O te pondré a patrullar la cerca por lo que queda de su entrenamiento, eso."

Él sonrió.

"Tú no tienes el poder para hacer eso."

"¿Quieres apostar? Porque la última vez que me fijé, yo soy tu jefa ahora." Amenacé.

Sus ojos se volvieron oscuros, yendo de grises a negros casi instantáneamente.

"Cuídate amor, no quieres subirte a este tren."

"Entonces apártate." Dije fuerte.

Cuando me di vuelta para irme, cada iniciado estaba mirando. Caminé rápidamente hacia la puerta, esperando que nadie haya escuchado nuestra discusión.

"¡Te amo!" Eric gritó desde el otro lado de la habitación.

Seguí caminando, y le mostré mi dedo del medio. Estaba enojadísima.

Iron Hide, Silk Heart | Eric Coulter Fan FicciónWhere stories live. Discover now