La Buena Pelea © (TF #1)

00 | Prefacio

El chico con sudadera oscura con capucha y jeans rotos en la rodilla aparca su moto en el estacionamiento del centro comercial. Se baja de ella y hace su camino hacia la tienda más cercana.

En su bolsillo del pantalón derecho yace la receta médica de un frasco de pastillas para dormir. Pastillas para poder dormir, pero...

¿Por qué razón necesitaría un chico de veinte años pastillas para dormir?

Quizás tiene problemas para dormir. Esa es la razón por la que el médico se las recetó, pero la realidad es que ya no puede vivir con la culpa.

Cometió un error hace casi cuatro años, desde ese entonces ha tenido que vivir con la culpa, pero ya no puede más.

Ya no puede seguir viviendo. Él quiere paz. Necesita desesperadamente esa paz.

Así con ese pensamiento suicida, se hace camino hacia el pasillo de medicamentos, en dónde están las pastillas para dormir.

Mientras tanto en otro pasillo, una chica que recién cumplirá en tan pocos días dieciocho años, salta de felicidad.

Su padre está orgulloso de ella, por supuesto, su pequeña acaba de recibir una carta en la cual le informan que ella ha sido ganadora de una beca estudiantil. Esta chica tiene sueños, metas y sobre todo rebosa de alegría.

Ambas personas casi se acercan hacia la caja.

El chico toma también un paquete de cigarrillos, una bolsa de frituras y una botella de whisky.

La chica toma un paquete de galletas, angelitos de dulce y galletas de chocolate.

En la caja número uno, nuestro chico hace fila, esperando que la señora con un carrito lleno hasta el tope termine de pagar sus cosas.

En la caja número dos, nuestra chica acompañada de su padre también hacen fila.

—¡Puedes creerlo! —exclama la chica a su padre—. ¡Gané! ¡Gané!

El padre orgulloso de su pequeña, le da un abrazo a su hija y besa su frente.

—Así es cariño, ganaste —dice con alegría—. ¿Y sabes por qué?

Nuestra chica niega con la cabeza.

—Porque en ningún momento dejaste de luchar por lo que querías —explica su padre con sabiduría—. Nunca dejaste de pelear la buena pelea.

Él sonríe y la chica también porque sabe que su padre tiene razón.

Nuestro misterioso chico ha escuchado su conversación, él empieza a sentirse muy nervioso. Él ha luchado, ha intentado seguir adelante pero no lo logra. Da un largo suspiro.

Entonces ocurre algo inusual. El chico voltea a ver en la dirección en la que nuestra chica y su padre están.

Mientras que nuestra chica alza la vista y se encuentra con la mirada perdida de un chico, un chico de ojos verdes. Ella siente que el chico se siente sin esperanza, así que decide compartir un poco de la alegría que hay dentro de su corazón.

Ella sonríe.

El chico la ve y observa esos preciosos ojos color miel. Entonces ve que esa chica le sonríe. No es una sonrisa burlona o denigrante como las que acostumbra a ver, es una tierna sonrisa.

Él sonríe.

El padre de la chica llama su atención y ella sólo deja de verlo, pasa con su compra y después se va con su padre. Ella se va a su casa, feliz porque le espera un futuro brillante.

El chico también deja de verla en cuanto le toca pasar con su compra. Cuando el cajero le pregunta por la receta, él se le da, el cajero no dice nada, simplemente sigue con su trabajo.

Nuestro chico sale de la tienda, está sudando, por supuesto. Él tiene un plan, terminar con su vida. Un plan que está empezando a sentir que no funcionará.

Al llegar a su habitación, cierra la puerta con llave, deja su compra en su cama, va hacia su laptop, utiliza un documento en blanco y escribe sus últimas palabras a sus padres y su mejor amigo.

Seguido va hacia la cama, toma la botella de whisky, toma un par de tragos, después fuma un par de cigarrillos y cuando llega el momento toma el frasco de pastillas.

Su mano tiembla, él está asustado.

Cierra sus ojos y entonces él ve unos ojos color miel. También una sonrisa.

"Pelear la buena pelea"

Toma el frasco de pastillas y lo destapa, echa un poco en su mano. Ha llegado la hora...

Respira profundo y después toma su decisión...

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