24 | Lo Que Necesito

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Tobías

Si.

Ella dijo si.

Aún estoy atónito por el hecho de que ella dijo que sí y me dio una oportunidad que no estoy dispuesto a desperdiciar. También sucedió algo inesperado, ni siquiera estaba en mis planes, ella no respondía y la noté dudosa, estaba seguro que diría que no.

Así que hice algo que hace mucho tiempo deseaba hacer. Tomé su rostro y la besé. La besé en esos pequeños, tiernos y dulces labios que ella tiene. Me devolvió el beso y se sintió como nunca antes. He besado a muchas chicas antes, pero nunca como ella.

Me encuentro con ella afuera del edificio de Medicina, durante un pequeño receso entre clases, serán unos diez minutos pero sabré aprovechar mi tiempo junto a ella.

Mientras da la vuelta a la hoja de su libro, ella si estudia demasiado, pero se detiene un momento y me abraza con sus pequeños brazos, la sensación de tranquilidad y serenidad de tenerla entre mis brazos, es tan hermosa que no quiero que termine.

Ella es en este momento todo para mí. Sé que estoy propenso a echarlo a perder, pero por ella voy a arriesgarme. Seré un buen hombre, seré el hombre que ella merece.

Mi mano derecha está entrelazada con la suya, sus manos tan pequeñas en comparación con las mías. Es que ella es tan linda, todo en ella es así. Las ocurrencias que tiene la hacen ser muy especial para mí, cuando me envío por error ese mensaje supe que era ahora o nunca.

Me acerco a ella y le planto un cuidadoso beso en su frente. Ella sonríe, esa hermosa sonrisa del cual siempre quiero ser el dueño. Entonces se me ocurre un plan, quiero tener una verdadera cita con ella, algo que sea especial justo como ella.

—Ven conmigo —pregunto tomando su mano—. Cuando salgas de tu clase.

Ella esboza una sonrisa y besa mi mejilla.

—Seguro —respondo alegre—, pero sólo un momento, debo estudiar.

—Hecho —digo tomando su barbilla y depositando un beso en sus labios.

A los pocos minutos ella se levanta de su lugar, se despide de mí y después promete verme al salir.

Me quedo en la banca durante un par de minutos, pero empiezo a sentir como se me hace difícil el estar sólo. Respiro profundo y trato de relajarme, pero entonces pasa un chico fumando un cigarrillo.

No puedo fumar otro cigarrillo, desde hace tiempo que he decidido tomar uno diario, ya he fumado por la mañana y siento que necesito otro. Mi garganta quema un poco, me estoy empezando a desesperar.

Decido que voy a caminar un poco, así que tomo mi mochila y empiezo mi recorrido, sólo voy a dar un par de vueltas antes de ver a Valentina.

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—¡No voy a subirme a esa monstruosidad! —exclama Valentina viendo mi moto.

—Vamos, Cupido —digo dándole un abrazo—. Iré despacio.

Ella me ve indecisa, si a cualquiera le daría un poco de miedo mi moto.

—Te prometo que iré despacio —digo tomando su meñique con el mío—. Además nunca sabrás lo que se siente subirse a una moto, sino lo intentas.

Ella me ve pensativa y después esboza una sonrisa.

—Debes ir lento —responde ella besando mi mejilla.

—Está bien.

Le digo que me de su mochila y la ato junto a la mía en la parte trasera de mi moto. Seguido le doy mi casco, ella debe estar protegida. Entonces tomo mi lugar en la moto y la ayudo a subir detrás de mí, se sienta, cuando ya está cómoda, me abraza para sujetarse de mí.

La Buena Pelea © (TF #1)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt