Rivales [Fanfic de Sherlock BBC]

Epílogo

El inspector de Scotland Yard, Gregory Lestrade estaba devanándose los sesos tratando de entender el patrón de unas huellas en el pavimento. Al parecer era la única pista que tenía del nuevo asesino que estaba asediando su tranquilidad. Sally Donovan, la agente más cercana al inspector se puso de cuclillas y miró también las huellas de lodo. Que para su pérdida de cabeza, desaparecían dos metros más allá. Era como si el asesino hubiese emprendido el vuelo.

─Jefe...─ susurró la rizada negando con la cabeza. ─Lo necesitamos, jefe.

─ ¡No!─ estalló Lestrade ligeramente ruborizado y frunció más el entrecejo. Donovan bufó. ─Podemos hacerlo nosotros. ¿De acuerdo?

─No.─ respondió Sally y al tiempo llegó Anderson, el doctor forense que siempre les acompañaba a las escenas.

─Estoy de acuerdo con Sally, Greg. Lo necesitamos...

─Tú no opines.─ regañó Lestrade al doctor que bajó la mirada y siguió con lo suyo. ─Estoy seguro de que podemos hacerlo, venga, ¡Donovan!

─ ¿Qué?─ preguntó la agente sorprendiéndose por el grito de su jefe.

─Arriba.─ ambos se pusieron de pie y caminaron hasta la pared de ladrillo, en la que estaba escrita una palabra a medio terminar. ─ ¿Qué me puedes decir de esto?─ la agente puso los ojos en blanco pero de igual manera se acercó a la pared y examinó con ojo crítico.

─Bueno... Es obvio que lo escribió el asesino. Quizá sea el nombre de una persona, o una calle...

─O una pista...─ murmuró Anderson. Lestrade alzó las manos al cielo.

─ ¡Nooo, ¿en serio?!

─ ¡De su próximo asesinato!─ se excusó Anderson algo quejumbroso. ─Sally tiene razón, lo necesitamos.

─No, no, ¡y no! Continúa Sally.─ la agente suspiró y se giró de nuevo para continuar observando.

─Es un hombre... Por los trazos, y sus curvas... Es diestro...

─Error.─ la voz grave hizo que Lestrade, Sally y Anderson se giraran en seco. El detective Sherlock Holmes avanzó con tranquilidad, sacó sus manos de sus bolsillos y se quitó los guantes de piel. Los otros tres siguieron su camino con la mirada, incapaces de hablar. Sherlock sacó una lupa y se inclinó hacia el ladrillo. ─Zurdo. El hombre es zurdo, mide entre 1.85 y 1.87. Ni más ni menos.─ avanzó hasta las huellas de lodo y observó. ─Y pesa entre 70 y 75 kilogramos.

─ ¡Sherlock!

─Cállate Lestrade, intento pensar. ¿Por qué desaparecen las huellas como si nada?

─ ¡Holmes!

─ ¡¿Qué?!─ el rizado se quedó hincado pero levantó la vista fastidiada hacia el inspector.

─ ¿Qué haces aquí?

─Tu trabajo, como siempre.─ musitó el moreno sin darle importancia, se inclinó de nuevo, recargó la mejilla en el piso para mirar desde una perspectiva horizontal el lodo y la dirección de las huellas. Lestrade avanzó hasta el detective y lo levantó tomándolo del abrigo. Sherlock se quejó. ─ ¡Déjameee!

─Te dije que te tomaras unas semanas. ¿Por qué eres tan necio?─ espetó Lestrade. Sally, por el contrario, sonreía.

─Si dejo de atender tus asuntos por unas semanas, mañana Inglaterra estará en una anarquía de asesinos. No, no, definitivamente no.─ musitó Sherlock seriamente y se encogió de hombros. ─Pero si quieres puedo irme...