Rivales [Fanfic de Sherlock BBC]

ESPECIAL 2

"Christmas boy"

Era invierno y hacía un frío descomunal en Inglaterra. Las nevadas caían recias día a día complicando la vida de los citadinos constantemente. Aquel 24 de diciembre, la señora Hudson estaba preparando pavo para celebrar la víspera de navidad. Sherlock estaba en contra de esa celebración sin sentido, pero aun así se tuvo que aguantar y ayudar a la casera a adornar lo que faltaba del edificio.

Anna estaba en la cocina con la casera, ayudándole a limpiar las ciruelas para el pudding. Sherlock no podía entrar a la cocina cuando se cocinaba, pues siempre terminaba en el baño vomitando. Odiaba ese tipo de males, y no entendías por qué demonios le tenía que pasar a él y no a ella.

─Es el karma... Tarde o temprano todo se te regresa, hermanito.─ Sherrinford había decidido pasar las fiestas en Inglaterra, o mejor dicho en Baker Street, porque no podía salir mucho de ahí. Había llegado esa mañana y desde entnces no había dejado un minuto sin atormentar a Sherlock con su paternidad. El detective insistía en que eran celos, pues según él, Sherrinford no tenía ni una mínima esperanza de convertirse en padre algún día. Nunca.

─Y tú debes ser un santo, seguramente...

─No, y por eso espero pacientemente mi condena. ¿Me pasas el muérdago?

─ ¿Por qué la señora Hudson iba a querer poner muérdago? ¿A quién se quiere besar?

─ ¿Y yo qué voy a saber? No vivo aquí... ¿Va a venir Mycroft?

─Odia la navidad y lo sabes.

─Ah, sí...─ Anna salió de la cocina quejándose por dolores en la espalda, los hermanos se volvieron al mismo tiempo. ─Oye Sherlock, ¿cuánto le falta para que...?

─Diez días a lo mucho. Según mis cálculos.─ la detective se sentó en el sillón y los miró.

─ ¿Qué tanto me ven los dos?

─Yo sólo me interesaba por tu salud, cuñada.

─No es cierto, mentiroso. No te interesas ni por la salud de tu madre.

─Eso es cierto, sólo quería saber...─ Sherrinford se bajó de la silla dejando a Sherlock arriba y terminando de adornar mientras él se fue a tomar ponche. Claro que la señora Hudson lo corrió de la cocina.

─ ¡Nadie toma ponche antes de la cena, fuera de aquí!─ el menor de los Holmes salió corriendo de la cocina y se fue a sentar a un lado de Anna.

─Qué carácter, la embarazada parece ella.

─Dímelo a mí, yo vivo con las dos todos los días.─ se quejó Sherlock. Anna bufó.

─Te escuché. Deja que me pare de este sillón y te iré a tirar de la silla.

─De aquí en lo que te levantas ya estaré muy lejos...─ comentó el rizado sin inmutarse.

─Pruébame.

─ ¿Quieren calmarse?─ pidió Sherrinford. En ese momento tocaron la puerta.

─ ¿Alguien puede abrir, queridos? ¡Estoy por meter el pavo en el horno!

─Yo estoy embarazada...

─Yo soy un fugitivo, no puedo dar mi cara al público.

─Ay no sean payasos...─ musitó el detective, pero ninguno de los dos anteriores se movió, así que con todo y su enojo se bajó de la silla y fue a abrir. Una niña de casi tres años se le abrazó a las piernas. ─Ah, Johanna, ¿cómo estás?─ Sherlock se inclinó y cargo a la niña que alzó las manos y le revolvió el cabello. ─Puaj, John... Dime que no tenía chocolate en las manos.