Especial 1

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Sherlock estaba sentado en su sillón predilecto. Tenía la caja forrada en terciopelo azul entre sus manos, pero definitivamente su cerebro estaba en otro lado completamente distinto. Dejó la cajita en la mesita de centro y se estiró para alcanzar su celular, después de casi tres años de costumbre, por fin había dejado de pedírselo a John.

─ ¿Diga?

─John.

─Ah, Sherlock... Estoy en medio de una consulta, ¿crees que puedas esperar unos... No sé... treinta minutos?

─Claro.

─Bien, te vuelvo a llamar.

Sherlock colgó y marcó el número de Leatrade.

─ ¡Sherlock! ¿Qué pasa?

─Garret... Tengo una emergencia.

─Es Gary, digo Gregory... ¿Qué emergencia?

─Es una gran emergencia.

─Sherlock deja de espantarme... ¿Necesitas apoyo policiaco? ¿Ahora en qué te metiste?

─Estoy por meterme en la peor encrucijada de mi vida.

─Por dios, mandaré refuerzos, no te muevas, y sobre todo no hagas ninguna estupidez.

Lestrade colgó sin darle a Sherlock la oportunidad de explicarle lo que de verdad le pasaba. El detective se rindió y dejó caer el celular en la alfombra con gesto aturdido. ¿Qué haría? Estaba seguro de que lo quería, pero... ¿Cómo? ¿Por qué eso resultaba más difícil que resolver un maldito crimen?

Pensó que Lestrade llegaría antes, pero no. Anna se le adelantó.

Sherlock saltó del sillón cuando escuchó a la chica hablar con la señora Hudson en el piso de abajo, y corrió hasta un espejo que tenía en su habitación para poder mirarse en él: estaba presentable. Se arregló el cabello, pero éste se negó a fijarse como el detective quería y terminó igual que antes: rebelde y despeinado. Sherlock bufó. Se arregló el saco, la camisa, el pantalón. Estaba listo en todos los aspectos, menos en el psicológico.

La puerta se abrió y Anna entró como si nada. Dejó su bolso en el sillón que usaba John y fue directo al frigorífico.

─ ¡Holmes!─ gritó ella.

─No estoy.─ Sherlock suspiró. Anna soltó un bufido tan grande que el detective fue capaz de escucharlo hasta su habitación.

─ ¿No puedes dejar de meter partes humanas en el refri?

─ ¿En dónde quieres que las deje? Puedo colgarlas del techo y así adornar la casa de paso...

─Muy gracioso.─ Sherlock se dio un golpe en la frente, no necesitaba a Anna Daniels enojada. No ese día. No en ese momento. Sherlock salió de la habitación y anduvo hasta su sillón, se inclinó para besar la frente de Anna, pero ella no le hizo mucho caso. Pero sí le hizo caso a la cajita que estaba sobre la mesita. ─ ¿Y eso qué es?

─Deduce...─ le instó Sherlock. Anna suspiró.

─Es una anillo de compromiso. ¿En qué caso andas metido?─ Sherlock la ignoró, se inclinó y tomó la cajita, la abrió y se la tendió a Anna. Ella levantó una ceja y miró al detective. Sherlock rodó los ojos.

─Este es el momento en el que se supone debes llorar de felicidad...─ se quejó Holmes. Anna se extrañó.

─ ¿Y por qué se supone que yo debería de llorar...?─ pero no terminó la frase. De pronto entendió. Entendió que su casi nada expresivo novio le estaba pidiendo matrimonio. Anna se llevó ambas manos a la boca. Sherlock sacó el anillo de oro blanco.

Rivales [Fanfic de Sherlock BBC]Where stories live. Discover now