Capítulo 12: El principio del final

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Shelrock Holmes caminó unos cuantos metros en la oscuridad, sosteniendo su pistola dentro de un bolsillo de su abrigo. Agudizó el oído y trató de catar cualquier sonido, pero ni siquiera con su habilidad como músico pudo obtener nada. Tampoco escuchaba nada de sus amigos y eso lo ponía peor.

Justo cuando estaba por gritar para que las ratas salieran de su escondite se escucharon los primeros disparos. Gracias a lo abandonado y grande del lugar, el sonido de los balazos hizo eco por varios segundos. Sherlock ubicó el disturbio en el segundo piso. Como pudo llegó a las escaleras de metal, y al segundo tuvo que agacharse cuando una bala le cortó la oreja derecha.

Sangrando y dolido se arrastró por los escalones, encontró entonces el cuerpo de la chica tendido en el pasillo. Un sudor frío le recorrió la espalda. Tuvo que esforzarse mucho para no quebrarse, y un rayo de esperanza le devolvió el ánimo al recordar que ella llevaba encima un chaleco antibalas.

─ ¡Anna!─ dijo el detective sacudiendo el lánguido cuerpo de ella. La chica abrió los ojos, el detective ubicó el disparo en el área abdominal y sonrió, pues el chaleco le había salvado la vida.

─Mierda, ¿cuántos hay?─ ella se enderezó y él la abrazó tomándola por sorpresa. ─Ay, tú te pones tan tierno...

─Deja de decir tonterías.

─Madre mía, estás sangrando...

─No es de importancia. ¿Mataste a alguno?

─Podría jurar que sí. Pero no sé cuántos más hay... ¿Has visto a John o a Zach?

─No. No escucho nada, y eso me vuelve loco.─ se pusieron ambos de pie y antes de que pudieran tomar equilibrio de nuevo, alguien cayó a su lado y corrió a ellos. Sherlock abrió los ojos y no tardó en darse cuenta de que era Clint Stanford.

─ ¡Mal día para enamorarse, señor Holmes!─ el detective se puso delante de Anna en el último segundo, pero alguien llamó la atención del Poeta. Dos disparos rompieron el silencio y dos cuerpos cayeron en seco. Cuando Sherlock abrió los ojos de nuevo, sintió que Anna se zafaba de su agarre para correr hacia los caídos.

Sherlock la siguió de cerca para darse cuenta de que Stanford yacía muerto, con los ojos abiertos y un disparo en el centro de su frente. Anna soltó un sollozo y el detective se apresuró hacia el otro cuerpo, no lo alcanzaba a distinguir por la oscuridad en la que estaban, y por un momento se le retorció el estómago al pensar que era John. Miedo que se le quitó cuando el doctor salió de un pasillo alterno. Entonces supo quién era.

─Zach...─ la chica estaba hablando al caído. John revisó la herida de Sherlock que no paraba de sangrar, el detective se zafó.

─Revísalo a él, John.─ el doctor se inclinó a un lado del cuerpo del policía. Aún estaba vivo, pero algo le decía a Sherlock que eso no dudaría por mucho tiempo. Zach estaba temblando, balbuceando cosas que nadie entendía y por la mirada asustada, Sherlock supo que tenía miedo de morir, que no quería y no estaba listo para irse. Una punzada de dolor le atravesó el pecho al detective y se arrodilló también. John, después de estar presionando la sangrante herida de bala en el pecho de Zach, negó. Anna se quebró. ─ ¿Estás seguro, John? ¿Podemos llamara a una ambulancia? ¿Podemos...?

─Sherlock, está agonizando. No podemos hacer nada.─ respondió John pesadamente mientras se limpiaba la sangre en los pantalones, sacó su pistola y la empuñó a un lado y al otro. Sherlock se inclinó para abrazar a Anna, ella estaba muy mal y él no sabía qué hacer. Se sentía culpable, por un lado sabía que a Zach nadie lo había invitado, que si estaba ahí había sido por su cuenta; pero por otro sabía que si él no hubiera intervenido, seguramente el Poeta ya hubiese terminado con ellos dos.

Rivales [Fanfic de Sherlock BBC]Where stories live. Discover now