CAPÍTULO 2: ¿Para toda la vida? (PARTE 2)

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Bajamos hasta la planta inferior, donde se encontraba la panadería. Desee que  no nos cruzarnos con mi madre, ya era un día suficientemente malo como para sumar los ataques hacia Katniss. Nos dirigimos a la cocina, donde mi padre y Arán estaban horneando.

-Hola. –Saludo mi hermano con una falsa sonrisa.

-Hola, hijo. Hola, Katniss. –Nos saludo con una sonrisa relajada en su rostro. -¿Durmieron bien?

Katniss se acurrucó a mi lado sujetándome por la espalda con su brazo. Yo acaricie su cabello y deposité un beso en su mejilla. No sabía que contestar a eso. ¿Tenía que decir la verdad o la mentira? Por otro lado, Katniss también había tenido una pesadilla. Y desperté en medio de la noche, por sus gritos. La consolé hasta que se calmó y logró dormirse nuevamente.

-No tan bien. –Contesté.

-Disculpen, fue una pésima pregunta. Tu hermano se levantó más temprano. No podía dormir. Cuando vine aquí, ya estaba trabajando.

Arán estaba más callado que de costumbre, simulando estar concentrado en su tarea.

Lo conocía lo suficiente para saber que estaba tan lleno de miedo, como yo. Para mi hermano era como una terapia mantenerse ocupado en alguna tarea. Le impedía pensar en las cosas que lo preocupaban.

-No te disculpes. –Contestó Katniss tranquila.

-¿Te quedas a desayunar? –Le preguntó mi padre.

-Me gustaría, pero pasaré por mi casa para ver a mi familia y después iré a cazar.

-¿Hoy? –A mi padre la idea le agradó tanto como a mí.

-Creo que tengo un par de horas hasta que el distrito empiece a movilizarse. Estaré bien. –Lo tranquilizó. –No nos vendría mal abastecernos para esta noche.

Era una costumbre, que después de la cosecha, casi todas las familias del distrito se juntaran respectivamente en sus casas para festejar que sus hijos, hermanos, familiares se habían salvado un año más de ir a los Juegos. Tenía la esperanza que hoy fuéramos unas de esas familias afortunadas. Pero, tenía un horrible presentimiento que no pude quitarme de la cabeza desde hace varios días. Escuché a Katniss preguntarle a mi padre si se le ofrecía algo y a él respondiendo que le buscara algunos frutos puntuales, pero que no se atreviera a pasar por la zona cercana a la plaza principal con ningún animal que hubiera cazado furtivamente y fuera precavida. Aunque no era como si Katniss no lo supiera ya, no hacia mal en repetírselo.

Mi padre le pidió a Aran que controlará el horno nuevamente, los panes ya estaban listos. Incluso los bollitos de queso que a Katniss le gustaban tanto y otros hechos con pasas. Mi padre tomó una bolsa grande de papel y metió un pan casero y varios bollitos de pan de ambos tipos y me lo entregó a mí.

-Si tu madre pregunta di que te mandé a entregar pedidos personalmente. –Dijo en voz baja en mi oído, dejando claro que ese paquete era para Katniss y su familia. –Para que no sospeche, lleva el pastel que está en la panadería en una caja.

-¿A quién se lo debo entregar?

-Es para el alcalde. Ya me pagó por adelantado. –Avisó.

Asentí.

-De acuerdo. Vuelvo enseguida para ayudarlos. –Contesté. –Vamos, Kat.

Katniss se despidió de ambos y salimos de la cocina. Mi madre estaba adelante, entretenida en una conversación con su hijo mayor. Mi hermano tenía en brazos a su hijo de casi dos años. Él desde que se casó no vivía con nosotros, sino con su esposa y su hijo en la casa que le asignaron luego del casamiento. Pero seguía ayudándonos a nosotros cuando tenía tiempo.

I'LL NEVER LET YOU GO (PEETA & KATNISS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora