I'LL NEVER LET YOU GO (PEETA & KATNISS)

16. Primer consejo

CAPÍTULO 16: PRIMER CONSEJO

POV KATNISS

"Dos familias iguales en nobleza.

En Verona, lugar de estos amores,

Derraman, por recíprocos rencores,

Sangre inocente con brutal fiereza.

A sus hijos fatal naturaleza

Hizo esclavos de acerbos sinsabores,

Fue su muerte y su amor y su tristeza

Y el término al furor de sus mayores

El fin cruel de su amoroso trance

Y aquel odio de raza hereditario

Que sólo acaba con tan fiero lance,

Dos horas va a ocupar el escenario.

Oíd con atención la triste trama,

Y supliremos la que falte al drama."

"ROMEO Y JULIETA"

De William Shakespeare

-¿Ya estás listo, amor? –Le pregunte a Peeta desde mi posición en la cama cuando él salió del baño. Al final se había cambiado completamente de ropa mientras yo lo esperaba fuera del baño.

-Sí, acabemos con esto. –Contestó. Salte de cama y él tomo mi mano entre la suya. Por un momento él se quedo contemplando el anillo de mi mano izquierda, su anillo, el que había comprado para pedirme matrimonio. Antes de que fuera cambiarse, le pedí que me lo diera, porque en estos días, no pensaba sacármelo en lo que restaba de mi corta vida. Peeta me miró con cariño mientras me lo deslizaba nuevamente en mi dedo. Era increíble, yo rara vez usaba accesorios, y Peeta tal vez sin estar tan seguro del tamaño compro uno que se ajustaba perfectamente a mi dedo.

-¿Cuánto te salió? –Le pregunté mientras salíamos al pasillo.

-Bastantes dólares y algunos días de ayuda.

-¿Qué?

-El vendedor me dijo que una parte la pagara ayudándolo a él en el local.

-¿Tú trabajando...? –Quise decir en el Quemador, pero estaba en un tren que se dirigía al Capitolio, con un montón de Agentes de Paz rodeando cada zona del tren y seguramente cámaras. El Quemador era un mercado negro, en teoría prohibido –no en la práctica-. Tan prohibido como lo era cazar. Ni Peeta ni yo podíamos hablar de nuestras aventuras clandestinas abiertamente con Capitolinos observándonos.

-Sí, no fue tan malo. Solo trabaje un mes con el señor Coldwater. –El señor Coldwater era comerciante, él y su familia tenían una joyería de forma legal, en el pueblo a unas cuantas casas de la de Peeta. Sin embargo, no todos podían permitirse comprarse cosas allí por su valor elevado. Sabía que lo último era una mentira, ya que él me confesó en la mañana que el anillo lo compró en el quemador. Al parecer no hacía falta que le advirtiera que no mencionara nada que nos comprometiera, él lo tenía presente tan bien como yo.

-Y no me lo contaste ¿Cuándo trabajabas? –Le recrimine.

-Cuando tú estabas en tu... casa. –Mintió, ya que en realidad quiso decir el "bosque". –Y yo te decía que tenía que trabajar en la panadería porque mi madre había doblado nuestros turnos. Si te hubiera dicho, tendría que haberte explicado el motivo, y sabes que no te puedo mantener oculta la verdad por mucho tiempo, siempre acabo cediendo a tus deseos tarde o temprano. Eres mi debilidad.