30. Tejado

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CAPÍTULO 30: TEJADO

POV KATNISS

Peeta me salvó una vez más. Y yo le seguí la corriente, haciendo de cuenta que lo que dijo fue cierto. Me pregunté si él había atado cabos o no. Debería preguntárselo luego de la cena.

La culpa me embargó por completo cuando vi a la chica frente a mí como un avox, la chica que en el pasado no salve y me limite a observar mientras sufría, mientras perdía a su novio tal vez. Recordé la forma en que los Mellark me reconfortaron aquel día. La forma en que Peeta me abrazó y atendió ese día y el siguiente, la forma en que yo me mantuve unida a él todo el tiempo, porque a su lado me sentí más segura y protegida. Su negativa a dejarme ir al bosque por un par de semanas, y que yo acepté porque seguía muy asustada en los días posteriores y apenas podía moverme sin quejarme por mi esguince de tobillo y mi madre me recomendó no ir al bosque para que me recuperará más rápido. Peeta y Gale iban al bosque por mí, mientras Madge venía a mi casa y me hacia compañía. Peeta se había vuelto doblemente protector conmigo, pese a mis quejas. Por varias semanas él dejo sus actividades en la panadería, reduciéndolas al mínimo y me acompañó al bosque cuando empecé a frecuentarlo una vez que me recupere físicamente. Incluso en la escuela, Madge y él estaban mucho más pendientes de mí, y eso ya era demasiado. No me dejaban hacer esfuerzos las primeras dos semanas y Peeta cargaba con mi mochila y cuadernos la mayor parte del tiempo, me había ganado más que una torcedura de tobillo y estaba muy adolorida. No lo había notado hasta el día siguiente, cuando los moretones se hicieron visibles y las heridas empezaron a cicatrizar. Mi madre me dijo que fue un milagro que Gale y yo siguiéramos vivos. Lamentablemente, el milagro fue sólo para nosotros. Ver nuevamente a esa chica pelirroja, me recordó, porque estaba aquí y con quienes estaba, lo que impidió disfrutar del resto de la cena. Ese día vi morir, a un chico y en ella sufriendo al verlo morir. También vi como la agarraron con una pinza y una red y la capturaban. Y ahora el destino parecía estar jugando, porque de algún modo yo también acabe en el Capitolio, junto con Peeta. Ambos destinados a morir en los Juegos del Hambre. Desde ese momento lo único que desee fue que la cena acabará, arrastrar a Peeta conmigo hasta la habitación e intentar olvidarme del mundo entero, estando al lado de la única persona que con certeza amo, la única de todos los que nos rodean en la verdaderamente confío, la única por la que lucharé en esa horrible arena.

Me desconecté por completo de las conversaciones que los demás mantenían. Peeta habló por mí, yo hablé solamente cuando me preguntaban algo puntal.

Effie y Haymitch no pelearon, lo que considere un milagro. Al parecer Cinna y Portia ejercieron un efecto tranquilizador en ellos. No hubo frases irónicas, ni gritos entre ellos. Pensé en las palabras de la vencedora del Distrito Siete, sobre que parecían un viejo matrimonio. Eso no se podía negar. Me dediqué a observar la comida, hasta que me llené y luego a Peeta. Me eché hacia atrás y busqué su mano debajo de la mesa. Peeta me miró sonriendo, mientras la tomaba la mía entre la suya y entrelazábamos nuestros dedos. Le devolví la sonrisa, queriéndole demostrar que estaba agradecida por lo que había hecho un rato antes.

Cuando la cena acabó lo único que me quedó claro fueron las indicaciones básicas que nos esperaban para los siguientes días y debíamos cumplir. Cuando Effie y Haymitch nos prepararían para entrevista y que nuestros trajes sorprenderían tanto como los del desfile.

Cuando todo acabó. Haymitch fue el primero en irse. Peeta y yo nos excusamos con Portia, Cinna y Effie. Pero de todos modos, todos se pararon y empezaron a dirigirse a sus respectivas habitaciones. Todos menos Cinna. Que nos hizo una seña para que lo siguiéramos. Con las manos unidas aún, lo seguimos. No supimos a donde nos llevaría, pero confiábamos en él. Nos llevó hasta otro pasillo, al fondo, hacia la izquierda empezaban unas escaleras. Él empezó a subir y Peeta me arrastró delicadamente hacia delante, indicándome que subiera primero. Solté su mano y caminé agarrándome de la barandilla de las escaleras. Peeta empezó a subir al último.

I'LL NEVER LET YOU GO (PEETA & KATNISS)Where stories live. Discover now