CAPÍTULO 6: SIEMPRE

981 63 2
                                    

CAPÍTULO 6: SIEMPRE

POV KATNISS

" We were both young when I first saw you
I close my eyes and the flashback starts
I'm standing there, on a balcony in summer air
See the lights, see the party, the ball gowns
See you make your way through the crowd
And say "hello", little did I know.
That you were Romeo, you were throwing pebbles
And my daddy said "Stay away from Juliet"
And I was crying on the staircase
Begging you please don't go.
And I said
Romeo, take me somewhere we can be alone
I'll be waiting, all there's left to do is run
You'll be the prince, and I'll be the princess
It's a love story, baby, just say yes.
So I sneak out to the garden to see you
We keep quiet, cause we're dead if they knew
So close your eyes
Escape this town for a little while.
Oh, oh
Cause you were Romeo, I was a scarlet letter
And my daddy said "Stay away from Juliet"
But you were everything to me
I was begging you please don't go.
And I said
Romeo, take me somewhere we can be alone
I'll be waiting, all there's left to do is run
You'll be the prince and I'll be the princess
It's a love story, baby, just say yes.
Romeo, save me, they're trying to tell me how to feel
This love is difficult, but it's re-eal
Don't be afraid, we'll make it out of this mess
It's a love story, baby, just say yes
I got tired of waiting, wondering if you were ever coming around
My faith in you was fading when I met you on the outskirts of town.
And I said
Romeo, save me, I've been feeling so alone
I keep waiting for you, but you never come
Is this in my head? I don't know what to think
He knelt to the ground and pulled out a ring and said...
Marry me, Juliet, you'll never have to be alone
I love you, and that's all I really know
I talked to your dad, go pick out a white dress
It's a love story, baby, just say yes
Oh oh oh
Oh oh oh
Cause we were both young when I first saw you."
" Love Story"
Taylor Swift
Katniss:
Tengo tantas cosas para decirte que sinceramente no se por donde comenzar. Estoy observándote dormir desde la silla de mi escritorio, en mi cama, en mi habitación, pensando en lo maravilloso que seria que cada día de mi vida fuera como este. Dormir y despertar contigo entre mis brazos. Es mi mayor sueño. Es a lo que aspiro. Es lo que quiero. Lo que siempre he querido.
Te empecé a amar aun antes de comprender lo que era el amor. Siempre te seguí los pasos, aunque tú al principio lo ignoraras. Te miraba en las clases, en los recreos, cuando tus padres venían a buscarte o llevarte a la escuela. Pero en cuanto tú me descubrías, yo apartaba la mirada completamente avergonzado y simulaba escuchar a mis amigos, mientras sentía tu mirada clavada en mí. Deseaba acercarme a ti, presentarme ofrecerte ayuda o simplemente acompañarte caminando a tu casa los días que te tocaba volver sola, porque la sola idea de que te ocurriera algo me aterraba. Justo tú, una niña de Veta que con la única persona que tenía contacto era con Madge. Las dos siempre fueron parecidas. Rara vez se juntaban con alguien más que no fueran la una o la otra, por lo que no sabía cómo acercarme a ti sin quedar en evidencia. Empecé a acercarme a Madge, o mejor dicho ella se acercaba a mí, porque no pasaba desapercibido para tu amiga que yo te miraba la mayor parte del tiempo. Me aconsejaba que me acercara a hablar contigo, pero yo estaba aterrado ante la sola idea de hacerlo. Y las pocas veces que hablábamos era solo para saludarnos o dedicarnos tímidas sonrisas cuando nos descubríamos mirándonos. Los primeros años Madge fue mi medio de contacto contigo, ella te daba cosas que yo le entregaba para ti y ella te las daba con alguna excusa sin decir que quien te las enviaba era yo. Tú nunca lo sospechaste, después de todo como tu amiga era la hija del alcalde, no te extrañaba que ella pudiera regalar cosas a los demás, cosas de la panadería, algún collar, alguna pulsera hechas artesanalmente que yo con mucha paciencia aprendía a hacer durante esas clases de plástica. Madge me decía que casi te rogaba que aceptaras lo que te daba, a veces apelando a la lastima o al gran cariño que te tenia, ya que eras su única amiga y tú aceptabas a regañadientes. Tú no podías rechazar mis regalos, ella siempre se aseguraba que los aceptaras fuera como fuera. Tiempo después te confesé que era yo quien te los enviaba y tú no entendías porque lo hacía. Supongo que lo fuiste entendiendo con él paso de los años.
Ese día que vi como dos chicos de grados superiores se burlaban de ti directamente y los vi con toda la intención de pasar a agresión física, pensé que no podía permitir que te hicieran daño, por mínimo que fuera, ni siquiera podía permitir que te insultaran. En un impulso, me acerque y los enfrente con tu mirada sorprendida fijada en mí. Salí herido al igual que ellos, pero no me importo, porque lo hice por tí. Ese día fue el más feliz de mi vida.
Suena ridículo ¿no? Pero no lo es. La recompensa fue mucho mayor. Por primera vez hable contigo, por primera vez camine contigo hacia tu casa porque tú estabas preocupada por mis heridas y querías que tu madre me viera, por primera vez te tomé de la mano. Papá me dijo que cuando éramos pequeños jugábamos juntos, pero ninguno de los dos tiene memoria sobre aquellos momentos, lo que es una lástima. Asi que con certeza puedo decir, que ese momento fue uno de los felices de mi vida. El momento en el que nos empezamos a acercar el uno al otro y a partir del cual, nunca nos separamos. Con el tiempo nos convertimos en una parte indispensable de la vida del otro. Aunque para mí, siempre lo fuiste, siempre lo serás.
Nos fuimos enamorando, hasta que ese sentimiento se volvió tan intenso y fuerte que no lo pudimos ocultar. Se convirtió en algo más grande que nosotros, en amor.
¿Sabes cuál fue el día más feliz de mi vida? ¿El que siempre pongo en un primer lugar?
El día que aceptaste ser mi novia. A partir de ese día tuve la certeza de que siempre te tendría, que nunca te dejaría ir de mi lado, que estaría contigo cada instante y que haría lo que fuera por hacerte feliz, por borrar tu dolor y hacer que volviera a aparecer en tu rostro esa hermosa sonrisa que tienes y esa mirada feliz una vez más. Que cumpliría cada promesa que un día le hice a tu padre.
Te amo y te necesito en la misma medida. Te amo desde siempre y lo seguiré haciendo hasta el día que mi vida llegue a su fin.
Quiero pasar el resto de mi vida contigo.
Quiero que seamos felices juntos.
Quiero acompañarte... besar tus labios... tomar tu mano... abrazarte... hacerte el amor... darte esperanza... darte consuelo cuando lo necesites... cuidarte... protegerte... trabajar por tí... vivir por tí cada día de mi vida.
No importa el precio que tenga que pagar, he renunciado a muchas cosas por tí y lo seguiré haciendo cada día, si con eso consigo pasar un segundo más a tu lado. Hasta renunciaría a mi vida de ser necesario.
Asi de grande es mi amor por ti.
No quiero que nunca dudes de mis sentimientos.
Siempre fuiste tú la persona más importante de mi vida.
Te elegí, te elijo y te seguiré eligiendo siempre.
Peeta.
Eso era todo lo que decía la carta. Una declaración más de amor. Una promesa de una vida juntos. La esperanza de que a pesar de nuestras diferencias, nos pertenecíamos el uno al otro y que siempre nos perteneceríamos sin importar lo que pudiera pasar. Mis ojos se llenaron de lágrimas que no pude contener. No solía llorar, pero sus palabras me habían llegado muy hondo y con Peeta era con la única persona con la que no me contenía a la hora de llorar. Pero esta vez era diferente, eran lágrimas de alegría y emoción por la carta que acababa de leer.
Me voltee a verlo, me había terminado alejando un poco para leer la carta. Estaba sentada a casi un metro de él sobre un almohadón. Pero en cuanto me vio llorar, se acerco a mí y se sentó a mi lado. Borrando todo rastro de lágrimas de mis ojos.
-Estoy bien. -Le conteste para tranquilizarlo. -Gracias. Es hermosa.
-Es lo que siento. -Me dedico una tierna sonrisa. -Eso no es todo...
-¿Qué mas hay? -Le pregunte. No me contestó, solo me pasó una pequeña caja blanca, aquella en la que solían envolver y poner las cosas que preparaban en la panadería. Pesaba un poco. Mire con extrañeza a Peeta. Su expresión era misteriosa y expectante. No dejaba de mirarme a los ojos.
-Ábrelo. -Me indico.
Volví mi vista al paquete e hice lo que me pidió. Lo que ví me dejo estupefacta. Era una cajita verde. Mi color favorito. La tapa del mismo color tenía un moño amarillo como el de un diente de león. Pero no era una caja común, era un pastel. Un pastel en forma de caja un poco más grande que mi mano. Solo existía una persona capaz de hacer eso con tanta perfección... Peeta. Llena de curiosidad, quite la tapa con sumo cuidado, el interior simulaba ser la almohadita de la caja, era blanca. La quite por completo lo que se ocultaba en el interior quedo al descubierto. Dejé lo que simulaba ser la tapa a un costado, justo en el momento que comprendí que lo que ocultaba era un anillo.
Un bello anillo de compromiso.
Peeta me estaba proponiendo matrimonio.
Mi vista fue a un costado de la caja pastel y leí en voz baja para mí misma el mensaje al que no le había prestado atención hasta ahora.
-¿Quieres casarte conmigo? -La voz de Peeta dijo la frase justo en el mismo momento que leía. -¿Me harías el hombre más afortunado aceptando ser mi esposa?- Mi boca se abrió y cayó hacia abajo. Me tuve que tapar la boca con la mano. No podía creer lo que estaba sucediendo. Peeta Mellark me estaba proponiendo matrimonio.
" Quiero pasar el resto de mi vida contigo.
Quiero que seamos felices juntos.
Quiero acompañarte... besar tus labios... tomar tu mano... abrazarte... hacerte el amor... darte esperanza... darte consuelo cuando lo necesites... cuidarte... protegerte... trabajar por tí... vivir por tí cada día de mi vida."
Fueron sus palabras en la carta.
No debería sorprenderme esto. En el fondo sabía que tarde o temprano pasaría. Peeta jamás se tomo nuestra relación a la ligera, así como yo tampoco. Pero no me esperaba que me lo dijera ahora cuando nos faltaban casi dos años para la mayoría de edad.
-Peeta ¿esto es en serio? -Pregunté en un hilo de voz fijando mi mirada en la suya.
-Como cada cosa que he hecho por ti. Eres mi mundo, Katniss.
-Y tu él mío. No sé qué haría sin ti. Pero a veces siento que no te merezco. Que tú mereces algo mejor. -Y que era una egoísta por querer mantenerlo a mi lado, cuando yo no podía ofrecerle un futuro, podría estar con cualquier chica comerciante, casarse con ella y no renunciar a esa vida que él tenía con su familia.
-Deja de decir eso. Eres lo que merezco. Lo que quiero. Lo que necesito. -Me dedico una pequeña sonrisa.
-Tal vez no pueda darte lo que necesitas ¿lo has pensado?
Peeta me miró sin comprender.
-Antes de que comprendiera que te amaba, yo no quería enamorarme, casarme, tener una familia. Pero me enamore de ti casi sin darme cuenta desde que éramos pequeños. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. Te necesito en mi vida. Pero sería muy egoísta de mi parte retenerte cuando no te puedo ofrecer la clase de amor que da lugar a hijos, a una familia. Y yo sé que eso es lo que tú quieres, pero yo no quiero traer hijos al mundo para que luego salgan cosechados y mueran de la manera más cruel.
-Kat ¿crees que no lo sé? ¿Crees que yo no temo lo mismo que tú? Te entiendo, amor. Yo también sufriría el mismo dolor que tú si eso pasara. Te respeto. Y te juro que siempre lo haré. Nunca te obligare a nada, ni siquiera te recriminare. Te lo prometo. Mi intención está muy lejos de eso.
-Pero...
-Déjame terminar. -Dijo amablemente.
Tomó mi mano entre la suya. Su mirada era calma y tenía una pequeña sonrisa en su rostro. Asentí y decidí mantenerme en silencio.
-En primer lugar, se que no nos podemos casar hasta que cumplamos dieciocho. Pero no tengo ninguna duda respecto a ti, o a nosotros. Ya que yo soy tres meses mayor que tú, cuando cumplas dieciocho te haré mi esposa. Claro, solo si tú aceptas. Soy consciente de cada dificultad que tendremos que enfrentar y no me importa, mientras estemos juntos y nos tengamos el uno al otro. Tratare de llenar tu vida de felicidad y razones por las cuales vivir. Y yo me sentiré muy afortunado solo con tenerte. Siempre estaré contigo pase lo que pase. No te puedo engañar diciéndote que no me gustaría tener hijos del mismo modo que me aterra la idea de tenerlos. Pero ese deseo va solo ligado a que tú seas la madre. De otro modo, ni siquiera lo consideraría. Porque tú eres lo único que deseo. No necesito a nadie más para ser feliz. Tú serás mi hogar. Tú serás mi familia. Tú serás mi todo.
Era extraño que Peeta hablara de esta manera, como si tuviéramos el futuro asegurado, como si no nos faltaran dos cosechas a las que debíamos sobrevivir. Como si mi nombre no estuviera inscripto dieciocho veces este año y el de él ocho veces. Porque a veces él y sus hermanos pedían teselas a escondidas de los padres cuando estaban en crisis. Sin embargo no era nada en comparación conmigo y mi familia. No permitía que Prim pidiera teselas, pero yo las pedía por ambas aumentando el riesgo de salir escogida. Cada tesela equivalía a un suministro anual de cereales y aceite para una persona, pero la mayor parte de las veces no alcanzaba por lo que hacía un intercambio por cada miembro de mi familia -Prim, yo y mi madre -. A cambio de cada tesela, tu nombre era añadido una vez más en la urna. En el primer año, mi nombre había entrado cuatro veces, una porque era lo mínimo y tres más por las teselas para cada miembro de mi familia. Y a pesar de la insistencia de Peeta y Prim en el peligro que eso me suponía, me veía obligada a hacerlo cada año desde entonces. El año pasado, había reducido la cantidad. Había pedido a una sola tesela. Ya que era un año particularmente bueno para mi familia.
Pero imaginar ese futuro que me ofrecía Peeta, me hacia sonreír. Y me permití pensar que nada malo sucedería.
-Yo renunciaría a todo por ti, Katniss. Te lo acabo de decir en la carta, como te lo he dicho mil veces. -Continuó.
-Lo sé. Se de lo que eres capaz. Pero ¿vale la pena el sacrificio?
-No será un sacrificio. Pero si lo pones de ese modo, lo vale. Por ti, todo vale la pena. -Sonreí, aun emocionada. Peeta quitó otras lágrimas de mis ojos que volvieron a derramarse de mis ojos con sus labios de forma muy delicada y dulce. Saboreando mis lágrimas saladas con los ojos cerrados. Luego bajo por mis mejillas hasta mis labios y los beso por varios minutos. Un hormigueo me recorrió por todo el cuerpo al sentir sus labios besando los míos, no tarde en corresponderle. - ¿Tú me amas?
-Te amo. -Conteste entre sus labios. Nos acabamos apartando por falta de aire. Peeta junto nuestras frentes y abrió los ojos, clavando sus hermosos ojos azules como el cielo en los míos.
-¿Estás segura sobre nosotros?
Me quedé pensándolo varios minutos. Él fue el chico que se enamoró de mí el primer día de clases, la primera persona que vio realmente, a pesar de que yo lo hubiera ignorado. Discutió y peleo por defenderme cada vez que alguien se atrevía a molestarme, se aparto de sus supuestos amigos que no paraban de juzgar nuestra relación desde el comienzo y porque desde que empezamos nuestra amistad, en la escuela se juntaba mas conmigo y con Madge que con nadie más, se sentaba a nuestro lado en las clases y almorzaba con nosotras. Siempre estuvo para mí cuando lo necesite. Nunca me dejó de lado. Fuimos buenos amigos, nos divertíamos juntos, me arrancaba más de una sonrisa, lo cual era extraño en mí. Compartíamos nuestras vidas juntos, amaba ir al bosque tanto como yo, aunque no lo hizo hasta después de la muerte de mi padre, con el tiempo le enseñe a cazar, por lo que en los últimos tiempos lo hacíamos juntos. Nos cuidábamos mutuamente. Lo amaba. Nos amábamos.
Cuando yo miraba mi vida hacia atrás, era diez veces más consciente de que la mayor parte de mis recuerdos felices, estaban asociados a Peeta y lo que sentíamos el uno por el otro. Peeta siempre estaría a mi lado y yo siempre estaría con él. Por eso no dude cuando le conteste:
-Estoy segura sobre nuestro futuro, y sé que será juntos. -Vi que el rostro de Peeta se encendió al escuchar mis palabras. Su sonrisa se ensanchó y sus preciosos ojos brillaron de emoción. -¿Me repites la pregunta? -Le pregunté.
-¿Te quieres casar conmigo? -Preguntó pausadamente y con calma.
-Sí, quiero.
Si creí verlo feliz unos segundos antes de que me volviera a preguntar lo mismo, me había equivocado. Ahora su rostro era radiante, su felicidad parecía haberse multiplicado por mil. Resultaba tan contagiosa, que yo también sonreí de oreja a oreja y me reí un poco. Nuestros rostros estaban tan cerca que parecía que iba a besarme, pero no lo hizo. Tomó el anillo de la caja pastel y tomó mi mano entre la suya.
-¿Me permites?
Solo asentí, sin apartar mi mirada de su rostro. Mi corazón latió con fuerza en el momento que colocó el anillo en el dedo corazón de mi mano izquierda, mirándome fijamente a los ojos, y luego cuando deposito tiernos besos en el dorso de mi mano, bajando hasta detenerse en el anillo, que también beso para luego continuar descendiendo por mis dedos hasta llegar a la altura de las uñas.
-Mi esposa. ¿Tienes una idea aproximada de cuanto he deseado eso?
-Me puedo hacer una idea. Ahora estamos oficialmente comprometidos ¿no?
-Lo estamos. -Me dedico una tierna sonrisa de lado.
Deje la caja con la torta un poco alejada de nosotros y me senté a horcajadas en el regazo de Peeta con rostro frente al suyo y mis brazos alrededor de su cuello. Acercamos nuestros rostros aun más, hasta que nuestros labios se encontraron. Peeta acunó mi rostro entre sus manos, acercándome más para profundizar el beso. Al principio fue dulce, delicado luego se fue convirtiendo en algo tan intenso que era difícil de controlar. Como siempre ocurría cuando nos besábamos, el hambre invadía cada célula de mi cuerpo, pero era un hambre distinta a la que había experimentado durante las peores épocas de mi vida cuando la comida no alcanzaba para alimentar decentemente a toda la familia. Mi cuerpo exigía más alimentos que los que comía, estaba tan hambrienta que nada terminaba por saciarme. Eso era lo que sentía cuando estaba con Peeta, podía probarlo, besarlo, fundirme en él, pero jamás sería suficiente, siempre quería más. Mi necesidad por él aumentaba a cada segundo, en vez de saciarse. Peeta parecía tan afectado como yo. Acabamos recostado sobre la manta recorriendo el cuerpo del otro, besándonos, con la respiración agitada y nuestros corazones latiendo desesperadamente a la par del otro, sintiendo como un fuego invisible nos abrazaba, amenazando con acabar con nosotros. Nos apartamos en busca de aire. Peeta se dedico a acariciar mi rostro y mi cabello con una ternura y amor que hizo que un hormigueo se apoderara de mi estomago. Me recosté a su lado apoyando la mayor parte de mi cuerpo contra el suyo. Relajada con mi cabeza sobre su pecho, cerré los ojos permitiéndome disfrutar de cada una de sus caricias, y de sus labios depositando tiernos besos en mi coronilla cada tanto. Ninguno de los dos habló, solo nos dedicamos miradas que expresaban lo que sentíamos. Peeta tomó mi mano, aquella que tenía el anillo, y entrelazó nuestros dedos juntando nuestras palmas. El contacto resultaba reconfortante.
-¿Era por esto que estabas tan nervioso desde ayer?
-Me atrapaste. -Asintió.
-¿Quién mas lo sabía?
-¿Qué lo haría ahora? Mis hermanos, mi papa, Lizzy y Gale.
-Eso explica todo. Todos han estado muy raros hoy. Incluso Gale se rio como si supiera un secreto y disfrutara no contándomelo. Me dijo que eso te correspondía a ti.
-Sí, bueno. Lo siento. -Peeta también se rió. -Se cuanto odias que te oculten cosas. Pero ahora entiendes porque. ¿Te gustó?
-Me sorprendió, ¿todo esto lo pensaste solo?
-En gran parte, sí. Pero recibí un poco de ayuda de mis hermanos y mi padre. La excusa de cuidar a mi sobrino era también para mi madre. Todo fue casi planificado. Ayer antes de que nos encontráramos cruce la valla y fui por las flores que te dieron tu nombre y hoy fui a la pradera por los dientes de león. Había pensado en tantas alternativas sobre como proponertelo, pero ninguna salió como quería, estaba aterrado. -Confesó. - Quería llevarte a la pradera o al bosque, pero al final, mi hermano ofreció prestarme su casa. Estaríamos mas tranquilos.
-¿El anillo?
-Lo tengo hace un tiempo, estaba esperando el momento para dártelo.
-Es hermoso. -Conteste observándolo detenidamente. -Pero, Peeta esto...
-Lo compre en el Quemador.
Lo mire sorprendida. No era un anillo común y simple. Tenía pequeña piedras preciosas y semipreciosas incrustadas que formaban un corazón. Debió costarle bastante.
-Vengo ahorrando desde hace mucho, Katniss. Entre lo que nos da papá, el dinero que ganamos con lo que traemos del bosque. No gasto nada de eso a no ser que sea estrictamente necesario. Para ayudar a mi familia, comprarte alguna cosa. -Dijo señalando el anillo con la mirada. -O lo guardo para nuestro futuro, cuando estemos casados y vivamos bajo el mismo techo.
Su mirada era sincera y yo me perdí en la profundidad de sus ojos azules. No pude evitar sonreír, me gustaba como sonaba "nuestro futuro" salido de sus labios.
-¿Estaremos juntos toda la vida? -Pregunté aun sonriendo.
-Siempre. -Besó mi frente y yo respiré profundamente. Suspiré feliz, antes de que él bajara a mis labios y sellará la promesa con un beso.

I'LL NEVER LET YOU GO (PEETA & KATNISS)Where stories live. Discover now