9. Compañeros de distrito

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CAPITULO 9: COMPAÑEROS DE DISTRITO

POV KATNISS

"Los lazos que nos unen son en ocasiones imposibles de explicar. Nos conectan, hasta cuando parece que los lazos deberían romperse. Algunos vínculos desafían la distancia, y el tiempo, y la lógica... Porque algunos lazos simplemente están predestinados."

GREY'S ANATOMY

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Peeta caminó escoltado por los dos Agentes de Paz hasta las escaleras y subió solo con paso decidido al escenario. Gracias a la atención de las cámaras en la escena de Peeta presentándose voluntario, mi evidente terror y miedo paso desapercibido y tuve tiempo de recuperarme al menos exteriormente. Effie parada a mi lado, me vio de reojo algo preocupada y me sujetó del hombro disimuladamente, de repente sentí vértigo y mareo, aunque tal vez fuera una sensación más mental que física.

-¿Te encuentras bien, querida?

¿Era una broma? Mi hermana fue cosechada, me presente voluntaria y por si fuera poco ahora mi novio, ahora prometido iba a ir a los Juegos conmigo y por propia voluntad. ¿Es que Peeta se volvió loco? ¿Qué pretendía con esto? En realidad la respuesta era obvia... protegerme tal como siempre lo hizo.

Solo la mire un segundo asintiendo débilmente, porque toda mi atención estuvo fija en Peeta, quien camino con paso decidido hacia el escenario y se detuvo al lado de Effie como yo. Estaba shockeado al igual que yo, pero en su mirada percibí la seguridad y determinación que lo caracterizaba cuando se decidía por algo. En la plaza reino un absoluto silencio, rara vez se presentaban voluntarios, pero nunca en toda historia del Doce, hubieron dos voluntarios en una sola cosecha.

Note el cuerpo de Peeta tenso, pero luego de unos segundos las expresiones de su rostro se relajaron casi por completo, aunque no sonreía. Miró de reojo hacia mí, sin expresar casi nada. No pude leer sus emociones o pensamientos.

-WOW. Este día es cada vez más emocionante. Este es el gran espíritu de los juegos. Dos voluntarios. ¿Cómo te llamas?

-Peeta Mellark. –Dijo con aire decidido.

Effie tocó el hombro de Peeta levemente tal como hizo conmigo cuando pregunto mi nombre o me pregunto cómo me encontraba con algo de preocupación. Pero me molesto que se lo hiciera a él, no quería que lo tocara, no quería que se arrimara a él, no quería que le hiciera nada. Mi único deseo era alejarlo de ahí, llevarlo al bosque y ponerlo a salvo de todas esas personas. Tal vez pudiéramos vivir en el bosque, en la casa del lago y sobrevivir por nuestra cuenta. Escapar del Distrito Doce y ser libres. Nada, ni nadie nos separaría. Sería difícil, pero imposible. Era una opción mejor que morir. Pero era demasiado tarde para nosotros dos. Corrí el riesgo de derrumbarme ahí mismo frente a todas las cámaras, mis ojos empezaron a escocer por las lagrimas no derramadas y desvié la mirada de él.

Fue una suerte que Haymitch viniera a nuestro rescate, no hubiera soportado una palabra más de Effie felicitando a los dos voluntarios por representar al distrito.

Effie se apartó con cautela al escuchar los gritos inteligibles del que sería nuestro mentor.

-Esa valentía. –Dijo al acercarse. Señalo al público de la plaza. –Todos ustedes, mírenlos bien. –Bramó. Él aparto a Effie del espacio que ocupaba y se coloco entre medio de nosotros dos. Nos rodeo con sus brazos, su aliento era repugnante, olía a alcohol y mugre, como tantos hombres que yo solía encontrarme en el Quemador. Se me revolvió el estomago y me tense en cuanto aumento la presión en nuestros hombros. Era muy fuerte, aun estando borracho y hecho pedazos. -¡Me gustan! –Le dirigí una mirada a Peeta, quien estaba tan desconcertado como yo, mirando alternativamente entre yo y nuestro borracho mentor. Lo mire como preguntándole que hacer. La situación me incomodo, el sonrió imperceptiblemente y negó con la cabeza, seguro adivinando que yo lo que quería era apartarme del nuestro mentor, tal vez golpearlo o simplemente intentar apartarme como Effie. –Me tomó unos segundos más reconocer el licor barato que vendían en el Quemador, el que solía usar mi madre para darles a los pacientes que estaban en peor estado, para que no sintieran nada. Era un licor tan fuerte que uno o dos vasos ya empezaban a hacer efecto. –Mucho... coraje. –Gritó triunfalmente. –¡Más que vosotros! –Nos dejo libres y se alejo a la parte delantera del escenario. Suspire aliviada e inconscientemente Peeta y yo nos acercamos hasta quedar uno al lado del otro. Por un segundo, ambos nos miramos sin saber cómo reaccionar ante la escena de nuestro mentor. Luego Peeta rozo levemente mi mano, el contacto fue tan corto, que casi podría suponer que lo había imaginado. -¡Más que vosotros! –Ese grito colérico nos hizo volver a la realidad. Nos apartamos y volvimos la mirada al frente. Haymitch señalo directamente con sus manos a las cámaras esparcidas por toda la plaza.

Nunca supe si se dirigía a la audiencia o enfrento al Capitolio.

-Ellos tienen más coraje que ustedes. –Volvió a señalar a las cámaras. Trague saliva nerviosa.

Sentí a Effie reprimir un grito varios metros más atrás. Y considere la segunda opción era más viable.

Haymitch siguió caminando hacia delante gritando incoherencias hasta que el escenario acabo y cayó al suelo un metro abajo y perdió la consciencia.

Unos Agentes de Paz tomaron el cuerpo inerte e inconsciente de Haymitch y lo colocaron en una camilla y se lo llevaron.

Nadie supo cómo reaccionar, excepto Effie que se las ingenio para poner el espectáculo en marcha de nuevo.

Llamó al Alcalde para que leyera el final del Tratado de la Traición. Y él nos pidió que nos diéramos la mano. Era estúpido teniendo en cuenta que nos conocíamos desde hace tiempo y que teníamos una relación, pero me alegró poder tomar su mano por primera vez desde que empezó la pesadilla. El presiono mi mano con ternura y luego con más fuerza para darme ánimos y fijo libremente su mirada en mí por primera vez. Su mirada azul como el cielo, me decía que todo estaría bien y que estábamos en esto juntos, que no nos alejaríamos del otro y nos cuidaríamos mutuamente. Sobre todo que no me rindiera.

Pero yo lo mire apenada, esto no saldría bien. De ningún modo. Estábamos condenados a morir. Pero lo haríamos juntos. Como todo. Como siempre.

Empezó el himno de Panem y nosotros nos separamos a regañadientes mirando hacia el frente con las manos hacia los costados y erguidos.

La suerte no estaba a nuestro favor.

Pero debíamos enfrentar nuestro destino.

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I'LL NEVER LET YOU GO (PEETA & KATNISS)Where stories live. Discover now