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Volvió a su puesto de trabajo junto a mi y comenzó a teclear. Tenía su mentón apoyado sobre su mano mientras mordía su dedo pequeño. No quitaba la vista de la pantalla, y yo no podía quitar mi vista de soslayo de él.

Era como un imán, incluso comencé a sentirme nerviosa. ¿Son acaso todos estos, efectos colaterales de la soltería prolongada? Porque estaba encontrando guapo a mi compañero de puesto de trabajo, sin embargo, también estaba alucinando, observando el rostro de Grant en el cuerpo de este chico. Correcto, estoy loca.

—¿Entonces, si? —escuché luego de unos segundos. Imaginé como mis pupilas se dilataban y todo lo que hace minutos de encontraba borroso, ahora estaba nítido y yo estaba consciente.

—¿Qué?

—¿Cómo que, qué? Te estaba hablando, ¿me estabas escuchando? —dijo él. Mis mejillas y todo mi rostro ardió en rojo en menos de dos segundos.

—No, disculpa. Estaba pensando, metida en mis cosas que pasan por esta cabecita, ¡tu entiendes! Pero, si... ¡Digo, no! No te oí —solté. Su mueca en su rostro había sido clara. Creía que estaba loca, de seguro que si.

—Te preguntaba si te gustaría conocerme mejor, y si, luego de tiempo, quizás unos meses, recibir mi anillo y decirme que si.

—¿Disculpa, qué? —pregunté. Mi cabeza procesó aquello nuevamente, analizando cada palabra y unión formando la frase completa. ¡El tipo está loco!

—¿Qué nunca oyes cuando te hablan? Te estaba diciendo que me gustaría conocerte mejor para comenzar a salir y luego de un tiempo

—¡Si, lo entiendo! —grité deteniendo sus palabras. —. Pero es un no, enserio que no. ¿En qué estabas pensando?

—Pero me habías dicho que sí.

—¡Eres un mentiroso! —grité. Todas las cabezas de nuestros compañeros voltearon, obligándome a esconder la cabeza tras la pantalla del ordenador.

—¡Pero acabas de decir que si! ¡Por eso te lo preguntaba de nuevo! ¿Entonces, si? Y te quedaste pegada mirándome.

Mis ojos recorrieron su rostro detenidamente, olvidando por completo todo ese lío que estaba armando a costas de nada. Sus ojos eran similares a los de Grant...

—No —aclaré tomando todas mis cosas —. Olvídalo.

De un segundo a otro había despertado. Respiré hondo luego de haber cerrados las puertas del elevador y me dirigí al primer piso.

Iba a exigir un cambio de puesto o de piso, prefería el descenso, no era de gran cosa. Podía buscar otro trabajo de medio tiempo y continuar viviendo bien, sin los mismos lujos, pero sería una vida viable.

Las puertas se abrieron enseñándome el caos del primer piso. Hendrick había pasado con rapidez junto a otros hombres hacia el costado derecho, con armas en sus manos. La recepción era un completo desastre, las secretarias estaban escondidas bajo los mesones, el papeleo estaba tirado en todo el piso y algunos artículos personales como maletines, collares, chaquetas se encontraban esparcidas de igual manera.

—¡Rayos! —gritó Hendrick golpeando la puerta de una oficina.

No entendí que era lo que sucedía o estaba por suceder, pero mi corazón comenzó a latir con mayor intensidad obligándome a sentir el pequeño movimiento que este me proporcionaba.

Las puertas del elevador cerraron frente a mi luego de unos minutos. Y ahí me mantuve. Pensando. Reaccionando. Entonces apreté el botón del piso cinco con desesperación y el elevador comenzó a subir finalmente.

Fueron minutos de extrema adrenalina y miedo, ¿qué se supone que haga? ¿Por qué Hendrick caminaba con armas en sus manos junto a un grupo de hombres tras de él? ¿Por qué la recepción se encontraba en ese estado?

No habíamos oído balas, ni discusiones, aunque claro, es el quinto piso. ¿Y Grant? ¿Dónde está Grant?

¿Qué es lo que sucede realmente?

Todo era un completo caos.

Tall, dark and Handsome | Grant Gustin Where stories live. Discover now